viernes 29 de marzo de 2024

LOCALES | 22 ene 2020

Transporte en Junín

¿Quién le teme a la nueva terminal de ómnibus?

Cada vez que se toca el tema dentro de la administración Petrecca aparecen las excusas para seguir con la virtual paralización. Sólo hay dos motivos aparentes para semejante desprecio: La falta de capacidad de gestión y el enfermizo rencor de no poner en funcionamiento una obra ideada por la gestión anterior.


TAGS: OBRA, TERMINAL

Después del contrato firmado en noviembre de 2013, la empresa encargada de construir la nueva terminal de ómnibus de Junín tenía 18 meses para terminar la obra.

Algunas cuestiones climáticas adversas y operativas, hicieron que el tema se demorara y en febrero a 2015 se llevaba construido el 15%.

A seis años del inicio, dicen las actuales autoridades municipales que finalizará la tarea “de la empresa” para fines de este mes de enero.

Han pasado entonces cinco años para cumplimentar el 85% restante, lo cual da muestras de ineficacia, pero además se denota un 50% de desinterés y otro tanto de temor.

Hace unos días el secretario de Obras públicas de la intendencia, Marcelo Balestrasse, columnista de un programa radial local indicó que cuando finalice la tarea de la empresa  “deberemos (el municipio) evaluar cómo seguir trabajando en la parte que nos corresponde y fijar un plazo para que la obra se termine de manera definitiva, ya que faltan los accesos, la electricidad, lo informático y el mobiliario”.

No es la primera vez que el funcionario hace alusión a lo “complejo” que resultará el tema, lo cual seguramente será replicado –otra vez- por otros funcionarios municipales cuando corresponda reconociendo de este modo su incapacidad para hacerse cargo de semejante obra.

Si bien es cierto que la “parición” de la nueva terminal fue con fórceps y no sin daños colaterales, nadie en su momento ni hasta hoy, pudo revertir el proceso de su construcción y como se dice vulgarmente, no vale la pena llorar sobre la leche derramada.

Entraríamos en el terreno de la ucronía para determinar qué habría pasado si algún juez valiente ordenaba la paralización de la obra al mismo momento de iniciada y en el caso de haberse presentado alguna cuestión valedera para hacerlo o si la gestión Petrecca se abocaba a investigar (tal vez lo hizo) si los pasos seguidos por la anterior administración habían sido los correctos y si todo estaba en orden para proseguir, lo cual seguramente lo estaba porque se continuó.

Desde SEMANARIO hemos hecho menudas apreciaciones acerca de la no factibilidad del lugar para llevar adelante la construcción, pero en ningún momento se consideró que era menester entrar con una topadora para demoler lo construido que –vale resaltarlo- prosiguió (a paso de tortuga) durante la actual administración.  A la cual si hay algo que les molesta tras haber ganado las elecciones generales de octubre, es precisamente tener que hacerse cargo de la finalización  de esta obra.

Obra que no fue considerada adrede en el presupuesto 2020 porque precisamente Pablo Petrecca, viene acostumbrado por cultura de estos cuatro años pasados a que “el maná llegará del cielo”.

Sin embargo, la nueva terminal se ha transformado en un elefante blanco del que deberá hacerse cargo la reelecta administración comunal.

Una gestión pálida a la hora de resolver cuestiones que tienen que ver con el desarrollo de una ciudad que tiene 100 mil habitantes, pero la manejan como si fuera de 25 mil.

¿Acaso no debiera haber otra actitud municipal a la hora de encarar semejante proyecto?

Recorrer la actual terminal es ingresar a una película vintage. Nadie piensa que esto sea premeditado por Petrecca y sus muchachos, aunque algunos creen que muchos turistas se acercan a Junín sólo con el objetivo de recorrer la estructura adonde llegan los micros, hacer una visita a los baños que huelen bien, pero tienen reminiscencias de filmes del lejano oeste y desear que en el kisco pueda conseguirse una Canada Dry.

Todo está como entonces, en correlato con un distrito olvidado por sus propias autoridades que estuvieron colgados de la teta de sus socios políticos en estos cuatro años sin lograr avances y que pretenden que los nuevos gobernantes les rindan pleitesía.

¿Cuál es el motivo por el cual una administración municipal reniega de una obra que por su envergadura está al nivel de su importancia?

Hay dos motivos aparentes. Uno ya lo hemos mencionado y se relaciona con la falta de gestión acorde con un partido de 100 mil habitantes. La falta de capacitación que hemos remarcado en muchas ocasiones por parte de los funcionarios es condición insustituible en estos casos.

Por el otro lado, una cuestión mucho más penosa cuando se trata de regir destinos políticos y es la envidia y el rencor hacia la gestión anterior, y la incapacidad de pensar en el beneficio colectivo.

La declamación en torno al turismo y a poner en valor la ciudad, contrasta con la escasa importancia que se le ha dado a la terminal y su consecución.

Un tema no menor que no resiste ningún argumento valedero por parte de la intendencia local con sus secretarios sentados en sus sitiales como si se tratara de un principado y no de un organismo que debe trabajar en beneficio de todos y cada uno de los vecinos.

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