El “paro del campo”, el “lockout patronal” o el nombre que quiera dársele a los reclamos sojeros de un sector particular del agro, poco tiene que ver con la realidad que viven todos y cada uno y mucho menos aún con las informaciones que se vierten.

Con sólo hojear los suplementos agropecuarios de los principales diarios de la pampa húmeda o las revistas especializadas, más los segundos de radio y televisión, promocinando insumos que van desde camionetas, tractores, hasta servicios de wi fi o televisión satelital para las áreas rurales, sin contar semillas, fertilizantes, venenos diversos; se caerá en la cuenta del resultado de semejante despliegue propagandístico.

Parte de la perimida dirigencia rural y del periodismo, no hace más que explicar los argumentos que les “venden” los proveedores de insumos para el sector que al fin y al cabo son los que se llevan las ganancias sin ningún riesgo climático o de mercados inestables.

Y a pesar de los aumentos considerables que han sufrido los agroquímicos, o las liquidaciones de las cerealeras siempre a su favor, nunca se han escuchado voces de quejas en ese sentido.

Sólo se trata de un grupo minúsculo -aunque de gran poder económico- que no interviene en la provisión de los alimentos en la mesa cotidiana de los argentinos, pero si en el marketing de la prensa dependiente.

Grupo que ha promovido con este sistema productivo un buen caudal de divisas hacia el país, pero a cambio de un crítico despoblamiento rural y un fuerte ataque a la biodiversidad por su alto poder contaminante, generando un profundo deterioro de los recursos naturales.

Nada más que eso, tan peligroso y dañino como eso.