El senador provincial Juan Fiorini, en su nuevo rol de defensor de la salud pública, ha terminado de difundir un proyecto legislativo solicitando se cree “un fondo especial para la atención del coronavirus”, lo cual no es más que una copia de lo presentado por el gobierno nacional tras la declaración de la emergencia sanitaria.

El legislador juninense, quien hace unos días atrás también criticó la falta de medidas de prevención contra el dengue en territorio bonaerense, intenta asumir una actitud que no ha demostrado en dos años, a través de su labor legislativa, ya que lo más cercano a la salud de su veintena de iniciativas de leyes parlamentarias, tal vez haya sido la presentada en 2018: “estableciendo el día 16 de octubre de cada año, como Día provincial del Consumo de Frutas y Verduras”.

Por eso, decir ahora que “los bonaerenses debemos estar preparados para prevenir y afrontar las consecuencias sociales, económicas y sobre el sistema de salud pública de las epidemias y las pandemias”, lo pone en una posición absolutamente oportunista que muestra a las claras el espíritu publicitario y de alto impacto marketinero de sus declaraciones, como si sus representados fueran tontos y además de poca monta.

Hoy su rol se remite a ser el presentador oficial de proyectos que, por la calidad intelectual mostrada como legislador en los pasados 24 meses, lejos está de poder confeccionar. Además de otro detalle y es que no forma parte, ni formó nunca, de la comisión de salud de la legislatura que sesiona en La Plata.

Seguramente Fiorini, recibió el proyecto “llave en mano”, pero en este tiempo lamentablemente, no tuvo tiempo para leer lo que ya en diciembre de 2018 decía el informe presentado por la fundación Soberanía Sanitaria sobre el impacto en Salud de los tres años que llevaba Cambiemos en el gobierno.

Donde destacaban que “se produjo el ajuste y vaciamiento de áreas claves vinculadas a la prevención y la promoción de la salud. Asimismo, se han subejecutado las partidas presupuestarias de Programas de atención territorial, medicamentos y de fortalecimiento del primen nivel de atención”.

Asimismo puntualizaban que “el recorte sobre estas áreas da cuenta de una política sanitaria enfocada en la atención de la enfermedad y deja a la población en situación de mayor desamparo para hacerle frente”, al tiempo que solicitaban como necesario: “retomar el rumbo de la soberanía sanitaria para que la salud vuelva a ser un derecho para todos y todas”.

Cosa que finalmente no ocurrió y el gobierno del que forma parte terminó su gestión el 9 de diciembre pasado, sin siquiera un ministerio de Salud nacional, el cual había hecho desaparecer.

Bienvenidas las iniciativas constructivas del senador, aunque su sentido oportunista de hoy no le haya permitido visualizar ayer, temas regionales como la decadencia del instituto Maiztegui en Pergamino, la devaluación del Abraham Piñeyro en Junín o los centros de atención primaria que maneja su cuñado intendente con falta de personal e insumos.

Entre otras tantas carencias, calladas durante cuatro años.