El barigüí, esa mosquita mordedora y molesta que nos había dado un respiro, volvió con todo y se hace notar en los espacios abiertos del distrito, junto con sus primos hermanos: los mosquitos.

Pero particularmente hablando del jején, las lluvias copiosas de marzo, devolvieron el buen cauce al canal del río Salado, principal reservorio de la larva de este insecto que produce una dolorosa mordedura que luego se transforma en hinchazón y en algunos afectados una reacción alérgica.

Los controles parecían efectivos mientras el río estuvo en bajante con las costas desnudas y sin permitir el terreno fértil para la oviposición de las larvas, sin embargo, la humedad y las lluvias resultan hoy campo propicio para el desarrollo de éstas.

A esto se suma una laxitud en los controles municipales con el larvicida Bt (bacillus thuringiensis), ya que las fumigaciones contra los adultos no son efectivas, lo cual genera un escenario que en virtud de las lluvias anunciadas para esta semana y la otra, harán que se disemine cada vez más.

De todas formas, hay que ver que el molesto bichito puede resultar oportuno frente a la cuarentena, ya que evitará que algunos quieran romperla, debido a su molesta presencia en la ciudad.