viernes 19 de abril de 2024

LOCALES | 3 jun 2020

EDITORIAL

De Hipócrates a hipócritas: Las presiones del Junín “careta”

Por las críticas, el Círculo Médico de Junín, que preside Gabriel Scatarello, promovió la quita de la publicidad que aparecía en nuestra edición impresa.


Por: Semanario

La corporación médica a la cual SEMANARIO dejó al descubierto por su insensibilidad y falta de responsabilidad social tras los reclamos que realizaron el pasado fin de semana, rompiendo las normas de cuarentena en la ciudad, no conforme con su irresponsable actitud, prefirió seguir con sus presiones en este caso sobre el periodismo por el artículo que titulamos “La marcha de la bronca y la odisea de los giles”.

En esa línea, el Círculo Médico de Junín, que preside el cardiólogo Gabriel Scatarello (foto), promovió rápidamente la quita de la publicidad que aparecía en nuestra edición impresa y digital, por la cual pagaban la suma de 1500 pesos mensuales, casi lo mismo que perciben por consulta algunos de sus adherentes por bonos “extra” cobrados a los afiliados.

Quien hizo llegar el mensaje a la agencia que se ocupa del área publicidad para nuestra editorial fue Fernando Serra, médico cirujano que se desempeña en el Sanatorio Junín y que entre los comentarios efectuados entre sus colegas en la búsqueda de apoyo para desestimar “el aviso”, señaló: “Cómo nos pega ese pasquín y les seguimos pagando el aviso”.

Las notas periodísticas tienen cierto parangón con los fallos judiciales: cuando avalan el pensamiento de alguien, para ese alguien “ha sido justicia”, en el caso contrario “fue injusto”.

Por eso de la categoría de pasquín a gran diario, sólo es una mera subjetividad.

Incluso para algunos existe en el imaginario que una publicidad implica una extorsión y sólo se trata de un “gana–gana”. Aunque claro está, hasta los pensamientos pueden dar alguna pista de la moral de algunos individuos.

Lo cierto es que el periodismo, mal que les pese a quienes se dedican a la salud y no a la prensa, sólo da cuenta de lo que ocurre y no de lo que le parece que ocurre al sujeto que es generador de la información.

Tal vez por los copiosos avisos de profesionales o las presiones ejercidas por la corporación -salvo algunos casos aislados- la investidura médica no ha sido puesta en tela de juicio públicamente en Junín, sino que el accionar mercantilista de algunos de sus integrantes siempre son objeto de comentarios de los vecinos “por lo bajo”.

Por eso las veces que son apuntados por sus prácticas lejanas a la salud pública y solidaria, suelen ejercer este tipo de presiones que ahondan su patetismo.

Más cerca de la hipocresía que de Hipócrates, los galenos en cuestión vienen criticando a SEMANARIO desde que nuestro medio informa acerca del proceder que tienen para los afiliados al PAMI y otra obras sociales, que lejos de querer atenderlos en sus especialidades, los dejan sin cobertura y les reclaman pagos extras, distinto a lo que hacen en otros distritos donde sí les brindan servicio, calidad y calidez.

Estas presiones hacia el medio se ahondan en las redes sociales, donde muchos de ellos toman forma de troll y escupen críticas desde el anonimato, emprendiéndola contra el mensajero cuando es la sociedad la que critica abiertamente esas prácticas comerciales en la atención de la salud.

La burda maniobra en la que se incrustaron días atrás, haciendo reclamos con escaso argumento y denunciando anormalidades que nunca acontecieron en la ciudad, no fue más que un “show de mala política”, tal como lo catalogaron parte de sus propios colegas.

La corporación médica de Junín sigue aportando negocio, y en tiempo de cuarentena y solidaridad, nada de eso pasa por su bolsillo, solo defienden "la gran caja".

La guerra es el dinero y por ahora nadie abunda acerca de las internas feroces que existen para digitar acerca de quién se lleva la mejor parte para presidir las comisiones, los negocios y las diferencias que se cobran.

Simple “careteo” de quienes pudieron estudiar en la universidad pública y se quejan del Estado. Universidad pública que les fue brindada con los aportes, en parte, de quienes hoy se niegan a atender.

Un desprecio hacia quienes ayudaron a formarlos y que no podrá ser borrado bajo ninguna presión.

 

 

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