jueves 25 de abril de 2024

LOCALES | 19 jun 2020

Editorial

Nadie se salva solo


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Mientras en la ciudad de Buenos Aires se registran 500 contagios diarios y salen a correr en manada por las calles, en Junín el comerciante que fue a comprar frutas y verduras para revender en la región y terminó infectado, fue estigmatizado por sus propios vecinos y no conformes con ello le terminaron incendiando su camioneta.

Contagiado por un virus que a nivel planetario se ha mostrado rebelde hasta lo indecible y ni siquiera las naciones más poderosas y adelantadas en materia tecnológica han podido ganarle la batalla que les costó millares de víctimas, sin que se encontrara un antídoto, al menos hasta ahora.

Desde el inicio del confinamiento, la administración local ha tomado distancia de los habitantes, transformándose el Intendente en una suerte de Mesías con superpoderes, que “todo lo ve, todo lo sabe, todo lo controla”.

Para ello le dio además el padrinazgo al director de Seguridad, Luis Chami, un hombre tosco y sin experiencia, que optó por hacer del distrito una tierra de miedos y paranoia.

El funcionario prefirió cerrar de modo abusivo no sólo los límites externos sino también los internos, separando en dos a la ciudad y dejando a la deriva a los pueblos del partido.

Matoneó a quienes llegaban de otros lugares, prepoteó a los propios vecinos, incluso llegó a reprimir de modo patoteril a varios y se manejó a su antojo durante más de dos meses, cobijando los miedos e inseguridades de Pablo Petrecca merced a la violencia y la “rigurosidad”, esa que siempre busca escapar de sus límites para coartar la libertad.

Todo ello sin un plan estratégico para atender la situación de quienes podrían resultar contagiados en algún momento a sabiendas que era totalmente probable y que el milagro podía no acontecer.

La comunicación ha sido pésima, la prensa municipal cambió de figuritas pero no de calidad; si bien el jefe comunal no es dueño de fina locuacidad, tampoco sus funcionarios lo han ayudado para que la gente supiera cuáles eran las consignas.

Cuando la comunidad estaba por pasar a la fase 5, el jefe comunal no había solicitado las excepciones para la 4. En rigor, estábamos en la 3 pero parecíamos en la 2. Y ahora se hacen cruces para no volver al principio.

“Nadie se salva solo”, dijo a fines de marzo Francisco ante una plaza San Pedro desolada por el avance del virus y refiriéndose precisamente a la declarada pandemia.

Sin embargo, el poder prefirió hacer caso omiso del consejo en la ciudad y quienes votaron por la religión terminaron pregonando la guerra y no la paz, porque no se trata sólo de salvarse de la enfermedad sino del caos que ésta dejará en lo social y lo económico.

Por eso mismo preocupa y mucho que la región toda padezca a través de sus administradores comunales esta suerte de “sálvese quien pueda”, cerrando sus límites ante los problemas del de al lado, como claro ejemplo de que el otro -cuando necesita de algo- nunca importa.

La falta de empatía característica de estas gestiones que han desplazado a los enfermos promoviendo su estigmatización, muestra los resultados obtenidos con la foto de una sociedad quebrada, paranoica, hastiada y violenta, y que particularmente en Junín aplaude la crucifixión de un trabajador que, además, deberá cargar con la enfermedad de él y sus allegados.

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