sábado 20 de abril de 2024

CULTURA | 20 jun 2020

EL SEÑORÍO DE UN GRAN POETA

Francisco García Jiménez y “La canción del estudiante”, que ya no se canta

"Estudiantes alcemos la bandera que ilustraron los próceres de ayer y florezca a sus pies la primavera del amor renovado en nuestro ser. ¡Y echen a vuelo el nombre de estudiantes, en bronce de romántica emoción, los que lo son, los que lo fueron antes; los que por suerte, tienen de estudiantes para toda la vida el corazón!".


Por: Ismael A. Canaparo

Las cosas lindas, que muchos recordamos con enorme nostalgia, ya no se escuchan. Entre ellas, “La canción del estudiante”.  En coincidencia con el inicio de la primavera, cada 21 de septiembre se celebra el día dedicado a niños, adolescentes y jóvenes, y si hay una canción que simboliza su espíritu, esa es la que escribió Francisco García Jiménez, con música de Ernesto Galeano y Carlos Guastavino.

Francisco García Jiménez, muy enrolado con el tango de la vieja guardia,  fue un poeta, letrista y comediógrafo, que tuvo una extensa carrera en la Argentina. En algunas ocasiones usó el seudónimo de Joe Francis. Nació en Buenos Aires el 22 de setiembre de 1899 y murió en el mismo lugar el 5 de marzo de 1983.

Por momento romántico, como en “Tus besos fueron míos”; nostálgico, como en “Malvón”, o simplemente humano, como en “Mamboretá”, García Jiménez pertenece a ese grupo de inspirados creadores a los que debemos que la letra de tango no desmerezca a su música.  Y sigue vivo en la poesía de sus numerosas páginas: “Suerte loca”, “Barrio pobre”, “Lunes”, “Mariposita”, “La última cita”, “Entre sueños”, “Tiempo”, “Anteayer”, “Ya estamos iguales”, “Alegría”, “Bajo tierra”, “Otra vez carnaval”, “Rosicler”, “Alondra”, “Imaginación”, “La carreta”, “Valsecito criollo”, “La chiflada”, “Qué lo larguen”, “Bailongo de los domingos”, “El Mortero del globito”, “Aquellos ojos”, “Barrio pobre”, “El pensamiento”, “Aquellos ojos”, “El huérfano” y “La violetera”.

Se conoció con Carlos Gardel en 1921, cuando compuso “Zorro gris”, tango que le posibilitó empezar a trabajar con “El Zorzal”, quien le llevó al disco, además del citado, estos temas: ”Lo que fuiste”, “Príncipe”, “El huérfano”, “Siga el corso”, “Carnaval”, “La violetera”, “Tus besos fueron míos”, “Palomita blanca”, “La mentirosa”, “Alma en pena”, “Viva la patria”, “Prisionero”, “Bajo Belgrano”, “Por una verdad (Todas son mentiras)”, “La enmascarada” y “Farolito de papel”.

En su larga trayectoria, escribió novelas, cuentos, ensayos, etc., que fueron publicados por “El Hogar”, “La Prensa”, “La Nación”, “Mundo Argentino”, entre muchos otros órganos periodísticos.

Además, publicó los siguientes libros: “Vida de Carlos Gardel”, “El Tango, Así nacieron los tangos”, “Memorias y fantasmas de Buenos Aires”, “Carlos Gardel y su época” y “Estampas de tango”.

Escribió el guión de tres películas: “Mi noche triste” (1952), “Se llamaba Carlos Gardel” (1949) y “La historia del tango” (1949), en las que se interpretaron  los siguientes temas musicales: “Procesado 1040”, “Mi noche triste”,  “Un tropezón cualquiera da en la vida” y “Los celos de Cándida” (1949). Tuvo la asesoría musical de un documental, “Tango argentino”, en 1969.

Siempre recurrimos a un amigo, Julio Nudler, lamentablemente fallecido, para ubicar alguna que otra semblanza, que él escribió con mucha categoría.  He aquí lo que dice de García Jiménez: “Como ocurrió con Homero Manzi o Enrique Santos Discépolo, también Francisco García Jiménez, nacido en Buenos Aires, hizo muchas cosas en su vida: fue periodista, comediógrafo, guionista de cine e historiador, pero debe su prestigio y perduración a las letras de tango que escribió. En 1920, cuando el tango canción daba todavía sus primeros pasos, asombró con “Zorro gris”, ambicionada prenda en la que la muchacha de cabaret abriga el frío de su alma. En esos magníficos versos ya está presente el poeta culto, preciso y refinado que se prodigará en decenas de tangos inolvidables.

Siempre adelantado a sus contemporáneos, en 1925 revolucionó todo lo conocido con “Suerte loca”, de un barroquismo que mostraba a la par su magistral manejo del lenguaje y la claridad de sus ideas, pues nunca dejaba que la dificultad de versificar torciera su propósito, en este caso la confección de un manifiesto de hondo escepticismo, estructurado en base a metáforas referidas al juego de naipes. Engarzada esta letra ejemplar en la magnífica pieza musical escrita por el bandoneonista Anselmo Aieta, el resultado es un tango de irresistible seducción.

El caso de “Barrio pobre” es también singular. Escrito sobre música del cantor y guitarrista Vicente Belvedere, alcanzó sostenido éxito a partir de los años 40, en especial por la versión de Carmen Duval con el acompañamiento de Argentino Galván. La avanzada concepción de esta obra provoca incredulidad en quienes se enteran de que fue escrita en 1926. Parece también increíble que Carlos Gardel no la haya cantado.

En 1928, Aieta y García Jiménez presentaron “Alma en pena”, un tango de rara perfección. En éste el letrista compone una escena auténticamente teatral, con un abandonado amante que, al pie del balcón de su amada, recoge como una limosna las promesas de gloria que ahora ella dirige a otro. Con estos versos, poética y argumentalmente impecables, García Jiménez alcanzó la cumbre de su arte. Muchos más tangos escribiría aún, algunos de ellos excelentes, pero ya no podría superarse. Sin haber cumplido aún 30 años había dado lo mejor de sí.

Para José Gobello, García Jiménez fue un buen poeta que se malogró componiendo letras para músicas previas. Casi todas sus letras delatan —dice— una laboriosa suma de palabras exigida por la melodía. Esto es dolorosamente cierto en los versos de “La última cita”. Sin embargo, nuestra impresión es que García Jiménez logró lo que para otro hubiese sido imposible: adosar a esa hermosa pero indócil pieza de Agustín Bardi una letra que no suena forzada sino natural, y que hubiera podido existir independientemente de la melodía. Por eso mismo ha podido ser entonada con tanto acierto por varios vocalistas.

García Jiménez recurrió sólo excepcionalmente al lunfardo, siendo “Lunes”, de 1929, con su aguda pintura social, y “Farolito de papel”, de 1930, con sus soberbias metáforas, sus letras de gran éxito en las que más apeló a él.

Letrista erudito y pulido, no se distinguió en general por su hálito popular ni por su calidez. Prefirió la construcción impecable de sus versos, los sentimientos sublimados y esa distancia que suaviza los contornos. Esto favorecía la belleza de sus imágenes, como ocurre en el vals “Palomita blanca” o en el tango “Rosicler”, tan impregnado de imaginación poética. En otras ocasiones, el poeta dejaba paso al argumentista, como sucede en “Carnaval” o en “Siga el corso”.

Siga el corso

“Francisco García Jiménez, su autor, dijo que el tango que compuso fue estrenado por la orquesta del coautor, Anselmo Aieta, en los bailes de carnaval del Club Eslava. El estreno fue en 1926. La idea de la letra fue la reminiscencia de un corso improvisado que García Jiménez vio organizar en la Avenida de Mayo.

Y describió así aquella escena: “Tres o cuatro coche de mascaritas femeninas con sus masculinos acompañantes, que iban a los bailes de los teatros, se metieron en la Avenida de Mayo. Tenían abundancia de serpentinas, pomos. Iniciaron la batalla entre ellos y, de pronto, se les sumó el público que en la noche estival colmaba las mesas de las veredas de los cafés tradicionales. Y de inmediato, como al conjuro de una larga llamada misteriosa, llegaron más coches, acudió más gente, aparecieron vendedores de serpentinas con sus bolsas al hombro, y se formalizó con placentera informalidad, un corso alegre, sin barreras, que después se prolongó en las otras noches de carnaval.

Dos o tres años después, los ediles resolvieron que el corso de la Avenida de Mayo fuera oficial. Eso le quitó el aspecto llano de auténtica diversión, pero aún se respetaba un juego de juvenil donaire. El recuerdo del otro reapareció en mi mente y fue esa la razón de la letra a la que después le puso música Aieta y cantó Gardel”. (De “El diario del Tango”, de Editorial Perfil S.A.).

 

 

 

 

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