Las editoriales caminan a media máquina, y todo el universo de los libros está en una pausa virtual. Por eso, y para no olvidar ese refrán árabe que dice que siempre que las cosas vayan mal pueden ser peores, acá va una lista de los libros favoritos del 2019. No estás leyendo la newsletter de diciembre de 2019 sino el de junio de 2020.

-COMETIERRA, DE DOLORES REYES (Sigilo). Es el primer libro de la autora, está dedicado a las víctimas de femicidios y a sus sobrevivientes y empieza así: “Los muertos no ranchan donde los vivos, tenés que entender”. Con su primera novela, Reyes logró crear una voz particular y escribir una novela breve, pero oscurísima y llena de luz.

-UNA NENA MUY BLANCA, DE MARIANA KOMISEROFF (Emecé). Un mundo de tres mujeres y dos fantasmas en una novela buenísima.

-LAS MALAS, DE CAMILA SOSA VILLADA (Tusquets). Ella dice que va a copar al lenguaje para hacer lo que se le cante y es lo que hace. 

-¡FELICIDADES!, DE JUAN JOSÉ BECERRA (Seix Barral). Una aritmética semántica irrumpe en la novela a partir del juego que se establece entre el título, ¡Felicidades!, y el demoledor epígrafe de Céline que antecede la historia: "Es juventud lo que pedimos de nuevo".

-LA MONTAÑA, DE JEAN-NOËL PANCRAZI (Editorial Empatía). Es una novela brevísima que ocurre en un pueblito. Todo diminutivo salvo la experiencia de leerla.

-MAPOCHO, DE NONA FERNÁNDEZ SILANES (Eterna Cadencia). Cruda, cero condescendiente, mandada. De ese tipo de autoras que cuida a la literatura y no al lector. Te liquida pero vale la pena la herida.

-BIENVENIDA A CASA, DE LUCIA BERLIN (Alfaguara). Está lleno de fotos, de cartas y de textos de su vida real. Podría entenderse como un resumen de sus libros de ficción. Es casi un álbum para fanáticos.

-DESIERTO SONORO, DE VALERIA LUISELLI (Sigilio).

-OCHO, DE AMY FUSSELMAN (Chai). Es narrativa pero bien se nota que su autora ama a la poesía. Habla sobre abuso y maternidad complicada y nunca baja línea.

-ESTÁS MUY CALLADA HOY, DE ANA NAVAJAS (Rosa Iceberg). Calladita y con disimulo, su autora te mete en su mundo y cuesta salir. Pasan los días y seguís con su susurro despertándote sonrisas y angustiándote por igual.

-MIRARSE DE FRENTE, DE VIVIAN GORNICK.

-LA EDAD DEL DESCONSUELO, DE JANE SMILEY (Sexto Piso). Otra autoficción de mujer madura en crisis. Pero es muy buena.

-MAÑANA TENDREMOS OTROS NOMBRES, DE PATRICIO PRON (premio Alfaguara). El rulo loco e inverso del amor tal como lo plantea. Los algoritmos, las guarangadas, lo conmovedor.

-LOS ÁRBOLES CAÍDOS TAMBIÉN SON EL BOSQUE, DE ALEJANDRA KAMIYA (Bajo la luna). Es el viaje de una identidad dividida o doble, que hace pie en distintas tradiciones, entre Japón y Argentina, que además de países, son formas de narrar (salvo en el caso de Murakami).

-VOLVER A COMER DEL ÁRBOL DE LA CIENCIA, JUAN CÁRDENAS (Tusquets). Ese árbol es el soporte de Cárdenas para irse por las ramas del ensayo, del cuento, de la autoficción. Una mezcla de géneros deforme y bella.

-OPUS GELBER, LEILA GUERRIERO (Anagrama). Combo con el libro anterior de Guerriero, Una historia sencilla, el paso de registro entre uno y otro, la ausencia y presencia de ella.

-INSOMNIO, DE MARINA BENJAMIN (Chai). Autobiografía plagada de citas y recorridos literarios. Asociaciones libres similares a las operaciones mentales que se activan cuando te pasaste de rosca y el canto de los pájaros está cada vez más cerca.

-DE DÓNDE VIENE LA COSTUMBRE, DE MARIE GOURIC (Literatura Random House).