miércoles 2 de julio de 2025

LOCALES | 29 jul. 2020

Bionegocios

La culpa no es del chancho

China tantea a empresarios y políticos argentinos para que nuestro país se convierta en productor de la carne de cerdo que consumen por millones de toneladas. El acuerdo, de concretarse, implicaría una inversión de 27.000 millones de dólares a lo largo de 8 años.


Por: Semanario

La polémica desatada respecto a si será beneficioso o no para el sector y el país en general que la Argentina de por cerrado el modelo agrícola obsoleto y se aboque a la producción de carne, abre un debate que no debiera ser dirigido a través de las redes sociales, sino que hace falta ponerse a desempolvar viejos estudios, generar nuevos, agregar infinidad de actores interesados y poner por delante la nefasta experiencia RR para que la ruralidad crezca en diversidad biológica y poblacional.

Ya en enero de este año, y en virtud de la gripe porcina africana que se desató en China, los asiáticos comenzaron a tantear a los empresarios y políticos argentinos para que nuestro país se convierta en productor de la carne de cerdo que consumen por millones de toneladas.

Esta posibilidad, fuera de todo lo que ocurrió posteriormente con la aparición del Covid 19, aparecía como una alternativa beneficiosa desde distintos ángulos.

La producción de cerdos en nuestro país ha mejorado notoriamente en cuanto calidad y ello se ha notado además en el creciente mercado interno, pero no ha dejado de ser irregular la venta al exterior.

De esta manera, el sector agroindustrial dejaría de enviar el cereal a China para alimentar a los animales y lo haría acá para enviar directamente la carne.

La producción de cerdos requiere de mayor infraestructura, organización y su cadena podría resultar mucho más amplia a la hora de generar negocios en distintas áreas, además de la generación de mayor mano de obra y participación de economías regionales, que lo que ha significado el monocultivo para los distritos como el de Junín.

Al mismo tiempo, teniendo en cuenta el brutal impacto negativo que significó el abuso de agroquímicos en la matriz productiva actual, bien podrían implementarse salvaguardas de antemano por parte del Estado y las organizaciones ya sean productivas como ambientales, algo que no ocurrió con la llegada de la tecnología Monsanto en los ’90.

Precisamente, el ex secretario de Agricultura, Miguel Campos, acaba de publicar un libro al que tituló “Nonsacto”, donde no sólo plantea las vicisitudes que se generaron en torno al agronegocio y las ventajas que intentó el gigante agrícola estadounidense, sino que además Campos plantea una serie de nuevos negocios a  partir de la biotecnología y la necesidad de incorporar a ellos a los jóvenes y el objetivo territorial como forma de promover el arraigo.

De hecho, se pudo saber que a nivel local y en breve la UNNOBA iniciará un posgrado destinado a la difusión de los “Bionegocios” y en ese marco tal vez pueda debatirse en Junín la posibilidad cierta de buscar nuevas alternativas a lo que los especialistas como Campos consideran “la obsolescencia del sistema agrícola”, no enfocado necesariamente a los cerdos chinos sino a una amplitud de posibilidades -particularmente en materia ganadera- lo cual podría incluso aportar a la recuperación de los suelos que debido a los monocultivos han perdido gran parte de su fertilidad.

LA CHANCHADA

Mientras algunos ven en la producción porcina la oportunidad pospandemia de un despegue similar a lo ocurrido tras la depresión económica del 2001, otros entienden que se pone en riesgo la soberanía alimentaria.

Las posiciones son encontradas y vale la pena destacar algunas de las características de cada posición.

La historia se inicia cuando, a partir de que por la crisis de la Peste Porcina Africana (PPA) en China, las empresas del país asiático estarían interesadas en invertir en Argentina en asociación con productores locales.

El objetivo es desarrollar la industria porcina y abastecer al mercado chino teniendo en cuenta que la erradicación de la enfermedad les podría demandar más de 10 años.

Luego de la firma de un memorando de entendimiento entre la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) y la Asociación China para la Promoción y el Desarrollo Industrial de China (CAPID, por sus siglas en inglés) se avanza en un proyecto que podría impulsar inversiones por USD 27.000 mil millones en los próximos 4 a 8 años y generar USD 20.000 millones anuales en exportaciones de carne de cerdo y sus derivados, convirtiendo a Argentina en uno de los principales productores a nivel mundial.

El proyecto para el desarrollo de la producción porcina en Argentina y la exportación a China y otros países de Asia es producto de un trabajo conjunto entre varios eslabones de la cadena de valor, uno de ellos es el de la Asociación Argentina de Productores de Porcinos y Biogénesis Bagó.

“Frente a la crítica situación que está viviendo China y la cercanía de Biogénesis Bagó con los principales productores de cerdo de ese país, surgió la posibilidad de acercar a las partes para trabajar en una asociación binacional para pasar de una producción de 6 a 100 millones de cerdos en un período de 5 a 8 años”, destacó Esteban Turic, CEO de esta empresa y, quien lideró durante 4 años la filial de la compañía en Asia con base en Shanghai.

Esta iniciativa, que además ya cuenta con el apoyo del sector público –Cancillería, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, Ministerio de Producción y gobiernos provinciales, “podría convertirse en un proyecto estratégico que permita generar más de 100 mil puestos de trabajo en forma directa y un dinamismo en la economía desde el mismo momento en que se comience a construir la primera unidad de producción integrada, destinada a la cría, engorde y faena de los cerdos que serán demandados por el mercado chino”, sostienen desde la empresa.

Tanto el sector productivo chino como los organismos de financiación de proyectos internacionales de ese país están dispuestos a financiar la construcción de las unidades productivas de escala intermedia a grande en diferentes provincias las cuales requieren montos de inversión de entre 100 y 150 millones de dólares cada una.

Y lo más importante es que estas granjas nuevas o ampliaciones de granjas existentes se realizarían en asociación con productores locales, facilitando un desarrollo industrial que permitiría agregar valor a los millones de toneladas de cereal que hoy producimos y exportamos para transformarlo en carne de cerdo que es un producto de mayor valor (alimento para las personas y no alimento para los animales).

Desde la Asociación Argentina de Productores de Porcinos, su presidente Lisando Culasso resaltó: “Es una gran oportunidad para el país. Argentina es uno de los mejores lugares del mundo para producir cerdos por el status sanitario que tenemos y por la disponibilidad de maíz, soja y agua. Aquí se puede llegar a producir 4.000 kgs de cerdo por madre por año. Los sistemas de producción moderna logran sus mejores resultados en granjas productoras de lechones de gran escala y engorde de baja escala. Estos esquemas productivos promueven la radicación de familias rurales en el campo, en todas las provincias argentinas.”

El proyecto con China tiene proyección federal, ya que puede desarrollarse en cualquier provincia que tenga acceso a maíz y soja, que son los principales insumos para la producción de cerdos.

Pero, el ímpetu con que comenzó esta historia en enero 2020, se vio empañado por la pandemia que justo llegó de China y hoy, hablar de pestes, es casi una causal de “terrorismo”.

En las antípodas se encuentra una convocatoria a través de firmas y ya hubo miles de adhesiones.

“No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China, ni en una fábrica de nuevas pandemias”, afirman artistas, activistas, periodistas y una red de abogados ambientalistas.

Lo que busca el documento es frenar el acuerdo.

La periodista Soledad Barruti advierte que “aún estamos a tiempo de dejar de entregarnos a un agronegocio suicida”, que ella compara con el Programa Pura Soja de 1996, "donde a raíz de un acuerdo de Felipe Solá, 'nos convertimos en los grandes alimentadores de cerdos de China a raíz del monocultivo de soja''.  

Según Barrutti, “los cerdos al ser hacinados en cubículos, luchan por escaparse mordiendo y golpeando los barrotes metálicos, lesionándose y provocándoles problemas mentales y físicos. Por eso se les arrancan los colmillos y la cola que por el estrés es lo primero que se lesionan. Su sufrimiento es constante y muchos padecerán problemas respiratorios”.

CÓRDOBA, A PRUEBA

A partir de una iniciativa privada que contó con el apoyo estratégico de la Provincia, Córdoba comenzará a exportar cerdos a China. El plan busca descomprimir la oferta de cerdos que hoy tiene el mercado interno y que ha impactado en los precios en pie de este ganado.

El frigorífico La Piamontesa, ubicado en Brinkmann, será el encargado de llevar a cabo la faena de la producción que se almacenará en las instalaciones de frío de la empresa Refrigerados Centro, en Malvinas Argentinas, hasta su envío al país asiático.

La faena comenzó la semana pasada a un ritmo de 240 animales por día, con lo que se espera contar con una oferta exportable de alrededor de 4.000 capones por mes, según indicaron a la prensa participantes en el acuerdo.

 

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