viernes 19 de abril de 2024

CULTURA | 10 ago 2020

Literatura nacional

Enredados y en la ruina: Paz-Urretabizkaya

Escribe: Viviana Núñez Cabral.


María Martha Paz tuvo la gentileza de obsequiarme su libro, Sueños enredados, al poco tiempo de ser publicado, en marzo de 2019, por Ediciones De La Grieta. Este es un hábito bastante común entre estritorxs, que no suele observarse en otros lenguajes de la cultura. Difícilmente un/a flautista dé su flauta a su colega y a cambio reciba un piano, por ejemplo. Tampoco sucede en la danza, la pintura o el teatro; puede sí regalarse una entrada y quien se beneficie se llevará la maravilla de la emoción de lo intangible, pero no podrá volver a ella las veces que quiera.

El libro tiene una materialidad que lo hace único, comparable sí a la de un vinilo o un compacto, pero con la libertad de ser llevado, marcado, escrito, doblado, y puede accederse a él sin la intervención de ningún reproductor. Además, el goce de su inmaterialidad como acto íntimo –la lectura-, puede hacerse en cualquier lugar público: un café, una plaza, un tren. ¡Un aula! Su accesibilidad es mucho mayor que el de una escultura y ocupa mucho menos espacio que un cuadro. Y permite el retorno infinito.

QUIEN ESCRIBE

“Es una novelita; es para chicxs” –adelantó María Martha mientras se acercaba a mí con su libro. No me olvido de sus palabras porque sonaban a disculpa y pensé: “Entonces, ¿por qué me lo da?” En caso que estimara, que no me resultara interesante el género, ¿qué la llevaba a regalarme su libro? Más allá de cualquier gesto de gratitud, de gentileza, de afecto o de amistad, quien escribe quiere que se le lea. Este, que no es un dato menor, adelanta uno de los planos de la Cultura: la circulación y la comercialización de los bienes culturales.

Otra pregunta me rondó después, considerando que ciertamente yo no elegiría leer (hoy) una novela infantil o juvenil: ¿supondría la escritora que pudiera  percibir a una novela para chicxs como un género menor, en caso que la literatura los tuviera?  Pocas tareas son más difíciles que trabajar en la escritura de un texto (cuento, novela o poesía) para el público infantil o juvenil. El cálculo es sencillo, basta con hacer una lista de quienes se han destacado en este género y aún hoy siguen siendo íconos que trascienden generaciones. Y han escrito también para que les leyéramos.

Rafa, por su parte, en un intercambio de mensajes de amistad literaria, me convidó con un capítulo de En la ruina: “Piedras”. El libro completo –segunda edición- estaba en la imprenta siendo esperado por dos editoriales: Ediciones De la Grieta y Ediciones Vela al Viento. Y vio la luz en febrero de 2020, presagiando –quizá- los próximos días de la humanidad.

QUIEN LEE

Leí Sueños enredados. Intenté hacerlo despojada, como lectora; la docente, la escritora y la gestora cultural se sentaron enseguida sobre mi falda. La lectora quiso seguir la historia tratando de no confundirse en los nombres de personajes preadolescentes; la docente sacó un lápiz enseguida e hizo extemporáneas correcciones, la escritora reconoció el claro formato de una novela de su clase, pero la gestora cultural empezó a gestar.

Lo cual implica fijarse un objetivo, trazar un plan, tener en claro la elasticidad de los tiempos, constatar los recursos con que se cuenta, procurar aquellos con los que no, pero que serán necesarios. Investigar, registrar, organizar, registrar, corregir, registrar… y en algún momento comunicárselo –por cortesía- a la autora de la obra.

Piedras, el capítulo que adelantó Urretabizkaya, fue leído con voracidad y todas estuvimos de acuerdo que debía correr el mismo destino que el libro de Paz.

Ajena a la opinión de quien realiza el arte, la petición de Declaración de Interés Cultural de un bien, es atribución de cualquier ciudadanx, que lo valore como tal. Este fue el caso de la Declaración que recibió En la ruina; su autor, Rafael Urretabyzkaya, durante mucho tiempo no estuvo de acuerdo en que se destacara su libro “-¿Por qué el mío y otros no?” –Natural en él. María Martha Paz, sorprendida y feliz preguntó por qué a ella, por qué este libro. Y dijo gracias en veintisiete idiomas.

POR QUÉ SUEÑOS ENREDADOS Y EN LA RUINA

El primero es un libro objeto que invita a escribir sobre sus páginas a partir de preguntas que también deberán responder sus protagonistas a lo largo de la historia. Presentado dentro de una bolsa de lienzo, que reproduce el diseño que para la tapa creó Ana Paula Luberti, se acompaña además de un “Cuaderno para atrapar sueños” y un aro plástico con un cordón de lana de color que inicia el tejido de un atrapasueños. Cada bolsa, cada libro, cada juego de accesorios diseñados con la impecable estética de Sabina Nó.

Si todo lo expresado da cuenta de estar frente a un producto cultural polifacético y diferente, que convoca en cada detalle la participación activa de sus lectorxs, el dinamismo se advierte igualmente en la estructura interna de la novela infanto-juvenil, sita en un pueblo de la Patagonia andina: San Martín de los Andes.

No se trata de una toponimia antojadiza o aleatoria en la elección de María Martha Paz; la historia transcurre en las calles, las escuelas, los barrios, el lago Lacar y las cumbres de San Martín de los Andes. Pero también en las horas y los hábitos de sanmartinenses, en su modo montañés de hablar, de resolver situaciones, de confirmar los vínculos que están tejidos en la trama social de sus habitantes, aún del proceso de adaptación de “lxs recién llegadxs” en contraste con los “nacidxs y criadxs”.   E incluso en el insoslayable encuentro entre expresiones culturales citadino-pueblerinas y la de los pueblos originarios, transversales a todo tiempo en el cotidiano sanmartinense.

Durante meses hubo el trabajo ya descripto en lo que concierne a la tarea de la gestión cultural; el documento que fundamenta el pedido de Declaración de Interés de Sueños enredados, tiene dieciséis páginas que da cuenta de la trayectoria realizada por el libro, las biografías de su autora, diseñadora e ilustradora y constancias como la del VII Simposio de Literatura Infanto Juvenil del Mercosur, fechada en diciembre de 2019, donde la Comisión Coordinadora invita a Paz y Sabina No a participar exponiendo la experiencia, evento que iba a celebrarse en la ciudad de Bariloche en este invierno de 2020.

En cuanto al segundo, debo decir que respeté la negativa del autor, porque estaba claro que no mirábamos a su libro de la misma manera. Ah, pero quiso el destino que se traspapelara de alguna manera el fundamento y llegara a la Comisión de Cultura del Concejo Deliberante de San Martín de los Andes.

Hay toda una cuestión de identidad de lo que se llama “el interior” neuquino: en las formas de hacer las cosas, en la forma de hablar. Rafa me preguntó, asombrado al enterarse de la Declaración de Interés Cultural de En la ruina, casi respondiéndose, que yo no leí todo su libro. Y no. Yo estoy acá, su libro allá; la cuarentena en el medio. Pero sí leí “Piedras” que trata de unos changos que andan caminando a la vera de un río y bueno… tiene todo. Todo lo que implica la ruralidad de la provincia, los modos de la vida.

Creo que es muy importante destacar algunas cosas respecto de algunos libros y de quienes trabajan detrás de ellos. Amén que hay mucho trabajo también, hay mucha mirada, mucha observación; mimetizarse de alguna manera y ponerse en el lugar del otro también. Entonces esas formas, esas empatías no son fáciles de lograr y menos son fáciles de narrar. Para un entrerriano como él (a mí nadie me convence de lo contrario), meterse en una realidad tan diferente,  allanarse al lugar, en el término de “acá la cosa es así” y bueno: “vamos a respetar esto y aprender estas formas de vínculos” es una posición ante la vida. Y Rafael Urretabizkaya en su obra la tiene, la recontra tiene. También lo digo desde mí, criada en barrios de Buenos Aires, y venida, habiendo trabajado en la Línea Sur de Río Negro, entre otras ruralidades he visto, he estado en esos lugares y Rafael, narrando “Piedras”, me llevó otra vez allí. Yo pisé la orilla de ese río. Este escritor tiene además: la medida justa del silencio.

LOS PLANOS DE LA CULTURA

En Neuquén se sufre lo que pasa con Buenos Aires Capital: todo el interior gira en torno a un punto que es ese puerto que mira hacia afuera. En Neuquén, en su interior, pasa exactamente lo mismo; hace unos años atrás cuando se estaba trabajando con foros en todo el país para crear el Ministerio de Culturas de Nación (2014), participé, con dos estudiantes de Gestión Cultural, en la sede neuquina que se dio cita en la UNCO. La gente de Neuquén Capital, hablaba sobre la falta de comunicación e interés de la Ciudad de Buenos Aires, sobre lo que ellos hacían. Pero resultó que había mucha representación de toda la provincia expresando que a ellos les pasaba lo mismo respecto de la relación con la capital neuquina: miraban hacia afuera, no hacia adentro de la provincia. (Ver nota de La Fiesta del Horno de Barro en Sauzal Bonito: https://www.patagoniaculturas.com/es/perdidos/203-sauzal-bonito-fiesta-del-horno-de-barro.html ).

En su obra, en cambio, Rafael Urretabizkaya tiene esa mirada. Lo mismo pasa con el libro de María Martha Paz; ella, que hace poco que vive en el Sur, logró captar eso. Y esto no pasa con todos los libros. Uno de mis libros habla de tango, por ejemplo; el otro, de la barbarie que se vivió los últimos cuatro años. Fueron escritos acá, en la Patagonia y tienen rasgos y hechos sucedidos en la Patagonia, pero no hablan desde ella.

Lo que un artista hace, le guste o no, es un producto cultural. Hay que pensarlo al libro en esos términos también, porque de eso vive la librería, por ejemplo. La librería da trabajo. Creo fundamental instalar que la cultura  da trabajo, en sus dos acepciones: porque cuesta mucho elaborar un producto cultural, y genera trabajo en el sentido que además genera ingresos. Entonces resulta importantísimo valorar eso. La mirada está –en estos casos- valorando el lugar desde dónde se hace la cosa como una entidad viva y es una de las muchas competencias que puede esperarse de una gestora cultural.

Estas dos obras hablan desde la identidad, la neuquinidad y la Patagonia y sucedió que me encontré con ellas. El Concejo Deliberante, por su parte podrá crear otras declaraciones según otros criterios y claro está: fundamentarlos. Y si ambas declaraciones sirven para dar inicio a un camino de reconocimiento del trabajo de quienes se involucran con la cultura de su lugar: ¡bienvenido sea el efecto colateral!

Una declaración de interés es una distinción para la obra y para quien la realiza. En general no acredita otro rédito. Pero es un precedente si se quiere instalar una política cultural que marque claramente que se valora, se pondera y se estimula la comercialización de las obras de autoras y autores neuquinos. ¿Por qué? Porque fortalece la identidad, promueve la propia cultura, cohesiona a su comunidad, pero además también porque LA CULTURA DA TRABAJO. Y es un circuito virtuoso.

Si los Estados lo comprendieran y pusieran políticas públicas aplicadas al fomento de las culturas, generarían fuentes de trabajo no contaminante y un fuerte arraigo identitario de sus habitantes.

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