jueves 28 de marzo de 2024

LOCALES | 29 ago 2020

Cómo ordenar el tránsito

Estacionamiento medido: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

La empresa contratada por la gestión Meoni se fue de Junín y dejó un “vacío difícil de llenar” si es que se busca verdaderamente cumplir el objetivo de “ordenar el tránsito” y no una mera forma de recaudar y complicarle la vida a quienes sólo necesitan hacer trámites y comprar en el centro de la ciudad. Es de esperar entonces que se busque la mejor opción para favorecer a la comunidad y no el mejor negocio para el municipio.


Por: Redacción Semanario

Después de la retirada intempestiva de la empresa Pague por Celular, que implementó la gestión de Mario Meoni -y criticó en su momento y después continuó Pablo Petrecca-, quedó un vacío difícil de llenar pero que por ahora alegra a los automovilistas que no deben padecer el mal servicio y la siempre posible multa producto muchas veces de la inexperiencia o desconocimiento.

Fue Abel Miguel el que basado en la premisa de “ordenar el tránsito” encontró que el mecanismo de pagar por estacionar en la vía pública podía servir a los fines recaudatorios.

Puso a cobrar a los jubilados una boletita de papel donde se marcaba día y hora, demostrando por parte de los funcionarios de entonces escasa sensibilidad por el sector pasivo que, en lugar de recoger el fruto de sus aportes añosos, debía morirse de frío o calor, persiguiendo a los automovilistas que se le iban sin comprar la hora de permiso.

La grúa municipal recorría las calles céntricas y al que no ponía el talón en el vehículo se le colocaba el trabarruedas y se cobraba la multa que se debía pagar en el municipio “en el acto”.

La imposición de tal medida, que en verdad siempre persiguió un fin recaudatorio porque no se llegó a un orden en el tránsito, también generó innumerables críticas, pero los concejales de entonces aprobaron la llegada de la “modernidad”. Esa que siempre termina metiendo mano en el bolsillo del vecino.

Para Meoni esta posibilidad fue mucho más interesante, y luego de algunos cabildeos le dio todavía más “modernidad” al asunto y terminó poniendo todo en manos de una empresa foránea, con la que repartieron ganancias, mientras el vecino poco afecto a la tecnología puteaba por doquier cuando necesitaba llegar con el auto e ir a hacer un trámite urgente y los “vendedores de tiempo” brillaban por su ausencia.

El caso de los vecinos de otras localidades que debían llegar para realizar algún trámite a Junín, casi seguro que se iban con alguna multa en su haber ya que no tenían ni idea que se cobraba estacionamiento en la calle y menos que eso corría igual a varias cuadras del centro y era indicado por unos  cartelitos chiquitos, muchas veces escondidos por el ramerío de un fresno juguetón.

Todas maniobras distractivas implementadas por la anterior gestión con el fin de joderle la vida a la gente.

El único que por aquellos tiempos sabía de esta situación era el joven concejal Pablo Petrecca, que andaba en bici (y casco), desconocía las bondades de los autos de alta gama y prometía que cuando fuera Intendente eliminaría el sistema. Pero en medio de tantas promesas incumplidas,  a la hora de ocupar el sillón de la calle Rivadavia prefirió seguir con las complicaciones al vecino, tanto en este, como en otros menesteres.

Pero la pandemia puso las cosas en su lugar. La empresa que estaba a cargo del sistema de cobro adujo problemas estructurales debido al atraso tarifario, armó una pequeña valija y partió con rumbo incierto, dejando el estacionamiento huérfano.

Su infraestructura era mínima, el personal municipal se ocupaba de controlar el cumplimiento, los comercios se ocupaban de vender horas de estacionamiento y sólo tenían un punto fijo ubicado en la esquina de la terminal, local también  propiedad del municipio.

Así y todo, se mandaron a mudar.

Ahora el futuro pasa por quién se animará a ponerle el cascabel al gato.

Y en una gestión plena de desprolijidades y poca transparencia hay que prepararse para que lo que venga no favorezca a un empresario, sino que esté en consonancia con las necesidades de la comunidad y que este sistema deje de ser una trampa “cazabobos” para quienes deben llegar al centro de Junín y “lamentablemente” tienen vehículo.

Las veleidades de los funcionarios de gobierno que buscan imponer sistemas propios de ciudades que tienen poca similitud con la juninense, termina generando una mayor problemática a la que se intenta mejorar, pero con una diferencia: la recaudación que va a la caja chica para los gastos corrientes les resulta muy seductora.

Más allá de aquella dádiva que Miguel intentó darle a los jubilados, no hubo otra iniciativa que considerara la posibilidad de que a partir del estacionamiento medido fuera posible dotar de recursos a alguna área específica de gobierno o alguna organización intermedia.

Acaso hoy podría estructurarse un sistema de pago por estacionamiento en la zona céntrica que sea manejado por una comisión de lucha contra la violencia de género y cuya recaudación sirva para sostener las políticas en ese sentido y que de existir alguna posibilidad laboral, sean precisamente otorgadas a integrantes de la comunidad de mujeres y LGBTIQ+ de Junín.

De ese modo, también podría cumplirse con el cupo trans que el municipio viene “pateando” con diferentes excusas sin dar respuestas a los miembros del colectivo y sin cumplir con la ley (ver páginas 10, 11 y 12).

Lo que queda claro es que en nuestro medio existen sectores que requieren de ayuda urgente y no se disponen recursos del Estado para paliar esas necesidades, por lo que sería un contrasentido que la recaudación por estacionamiento medido sea dilapidada hacia bolsillos fuera del distrito, cuando esos recursos propios debieran ir a mejoras comunitarias.

Será cuestión que los concejales dejen de desempolvar los viejos proyectos, ideando otras iniciativas inclusivas teniendo en cuenta las circunstancias de que habrá que transitar un mundo nuevo, donde lo propio adquiere un valor imprescindible para propender al desarrollo y que nadie quede afuera.

CASOS Y COSAS

Las experiencias a nivel país por parte de los municipios en torno al estacionamiento medido tienen un punto en común y es que ha fracasado en la mayoría de los lugares donde se implementó, además de generar menudas sospechas de negociados, maltrato al usuario y dejar sin resolver el tema central para el cual fueron implementados. Sí, ese mismo tránsito caótico de Junín, acrecentado a través de su incremento del parque automotor y que sólo la pandemia ha podido frenar un poco, máxime porque los chicos no concurren a clases y se evitan los atolladeros tempraneros, los del mediodía y los de alrededor de las 5 de la tarde.

Habría que esperar la normalización para saber cuánto aporta el transporte público a este “orden” ya que no hubo tiempo de analizarlo.

El Centro de Superior para el procesamiento de la Información (Cespi) de la Universidad de La Plata, viene ofreciendo el SEM (solución de Estacionamiento Medido) que según la información de su página web propone “una solución confiable, flexible, de bajo costo y de fácil implementación que permite a los conductores la autogestión del estacionamiento medido. Posibilita en tiempo real a los inspectores controlar a través de dispositivos móviles el área de estacionamiento. Ofrece importantes beneficios a las partes interesadas, incluyendo autoridades municipales, puntos de venta y conductores”.

Sin embargo, haciendo una recorrida por los lugares donde se implementó afloran las quejas por parte de quienes aún no tienen aceitado el acceso a la tecnología y se les complica operar estos sistemas y, por esa impericia, terminan pagando una multa cuando no era precisamente lo que se buscaba.

Desde el SEM aseguran que entre sus beneficios se caracterizan “por ser una solución limpia y ecológica, ya que para implementarlo, no requiere ningún tipo de delimitación de plazas ni demarcado en las calles donde se aplica.”

El sistema, al fin y al cabo, es bastante similar al que hasta hace poco corría en nuestro medio.

“Existe un estricto control on-line de los vehículos estacionados a través de inspectores quienes, a su vez, son supervisados desde el centro de monitoreo. Por otro lado, el municipio que implementa esta solución, cuenta con información en tiempo real de lo que está sucediendo con el estacionamiento. Del mismo modo los automovilistas reciben en su celular la información del sistema, su actividad individual y notificaciones de interés general para el ciudadano”.

Según dicen “la solución es flexible y se adapta según las distintas necesidades de cada municipio en cuanto a tarifas, horarios, distintas modalidades de facturación, liquidación, fraccionamiento del estacionamiento y/o exención a discapacitados o frentistas, permitiendo además, no sólo la venta del estacionamiento, sino también el cobro de infracciones por pago voluntario y asimismo la transferencia de la información de manera digitalizada o impresa a los entes de Justicia de Faltas correspondientes”.

Alternativas existen, aunque no se asegura el objetivo final. Lo importante es que este tema se resuelva de modo tal que no termine siendo una nueva tasa que deberán pagar algunos y tampoco un dolor de cabeza para quienes se acercan al centro.

Los intereses deben estar puestos en el desarrollo de Junín y no en los negocios municipales.


Hacé click en el enlace y bajate la versión digital https://issuu.com/semanariodejunin9/docs/20200829002532_edicion_217Semana del 29 de agosto.


 

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