viernes 19 de abril de 2024

LOCALES | 5 sep 2020

Editorial

¡Es la salud pública, estúpido!

Aparece tácitamente como frase de campaña –ahora- en nuestra ciudad a través de una mesa como la presentada en la mañana de ayer viernes que contó con profesionales de la sanidad de áreas municipales y provinciales.


☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝ En voz alta ☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝☝


Cuando Junín transita un período de velocidad de contagios que preocupa a los profesionales, recordamos la popular frase de campaña -“¡Es la economía, estúpido!”- que le sirvió a Bill Clinton para ganar su reelección en los ‘90 por la presidencia de los Estados Unidos.

¡Es la salud pública, estúpido!, aparece tácitamente como frase de campaña –ahora- en nuestra ciudad a través de una mesa como la presentada en la mañana de ayer viernes que contó con profesionales de la sanidad de áreas municipales y  provinciales.

No estuvo el intendente Pablo Petrecca quien, cuando las cosas salen mal, se aparta de las fotos. Tampoco los del área de seguridad, que durante cuatro meses no hicieron más que rellenar de tierra y de hartazgo a los vecinos. Siquiera estuvieron los representantes de las clínicas privadas.

Y más allá de que no represente ningún mérito “hacer leña del árbol caído”, las excusas esgrimidas por el secretario de Salud municipal, Carlos Lombardi, respecto a la puesta en marcha del centro de asilamiento Pioneer  o las esgrimidas por la mesa para explicar la “demora transitoria” en el resultado de los testeos, no hacen más que caer en la cuenta de que todo el mecanismo “funcionó de maravillas” mientras no hubo más que dos o tres casos, y que el desborde de contagios en una semana dejó fuera de combate cualquier teoría.

Y que seguramente ahora habrá que unir con alambre los trozos que quedaron, por el hecho de haber puesto la política por encima de la salud.

Con más de 200 casos activos, quedó en evidencia que lo que debe importar es la salud y que la que trabaja para todos es la “salud pública”, por más que el jefe comunal se queje de tener que vivir en una cuarentena eterna.

Y  la salud es prevención y nada tiene que ver con los castigos y las irresponsabilidades ya que bien sabe el jefe comunal por su formación que: “saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”.

Lejos ahora de las barricadas y el maltrato policial, olvidando las chicanas paupérrimas de la clase política local y dejando de lado el oportunismo de la oposición nacional y oficialismo local, que trató por todos los medios de boicotear una estrategia presidencial que buscó evitar la mayor cantidad de muertos.

Cabe entonces en nuestro distrito arremangarse y ponerse a trabajar en serio y no en simulacros para prevenir mayores contagios de una enfermedad desconocida y que por eso deja a su paso más interrogantes que certezas, principalmente en lo que hace a secuelas como a reinfección.

¿De qué sirve la ansiedad de impulsar a los trabajadores a volver a sus tareas, cuando hay al menos un paliativo estatal y la reincorporación apurada a la normalidad económica, puede traer aparejado cierres futuros y más enfermos tal como terminó ocurriendo?

Lo mejor que ha podido hacer el intendente en este caso donde hace falta profesionalismo es correrse y dejar a la salud pública actuar y llevar adelante las tareas para contrarrestar los problemas surgidos que, seguramente, con las medidas adecuadas, la comunicación acorde y la responsabilidad de todos será exitosa, aunque tengamos que lamentar las víctimas y pasar por situaciones de angustia.

Queda entender, de una vez por todas, la importancia del Estado en estos temas y la necesidad de contar con funcionarios que entiendan su rol a favor únicamente de sus representados y no de otros intereses que no sean los del pueblo.

Que la líder de la oposición nacional, Patricia Bullrich, haya batallado contra la cuarentena y terminara contagiada es un símbolo claro de desprecio por el otro y por uno mismo.

Justamente el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Roberto Salvarezza, cuestionó las marchas que se llevaron adelante considerando que “desafiar la salud pública no tiene ningún mérito”, algo que en Junín  parece haber quedado más que claro.

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