martes 23 de abril de 2024

LOCALES | 9 sep 2017

circuito represivo

CausaJunín: quien calla otorga

Nombrado por testigos en la Causa Junín por su participación en el circuito represivo local, el ex suboficial jubilado del desaparecido Departamento de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), Héctor De Giulio, se sigue reciclando al amparo de la hipocresía de una parte de la sociedad juninense.


Por: LUCIANO CANAPARO

Nombrado por testigos en la Causa Junín por su participación en el circuito represivo local, el ex suboficial jubilado del desaparecido Departamento de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), Héctor De Giulio, se sigue reciclando al amparo de la hipocresía de una parte de la sociedad juninense.  Ex presidente de la Federación de Sociedades de Fomento y ex coordinador de la Escuela de Dirigentes (Comercio e Industria), hoy integra nuevamente la comisión directiva de la Sociedad de Fomento del barrio El Picaflor que lidera Jorge Libonatti, quien participó días pasados de la charla brindada por Norma Morandini sobre “Democracia y Derechos Humanos”.

“Quien calla otorga”, titulé el 24 de diciembre de 2016 en estas mismas páginas, haciendo referencia al ex suboficial jubilado del desaparecido Departamento de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), Héctor De Giulio, durante los años más oscuros de la historia reciente, y nombrado por varios testigos de la Causa Junín como integrante activo del circuito represivo local, hechos juzgados entre finales de 2014 y principios de 2015, y por los cuales recibieron condenas Angel Gómez Pola y Abel Oscar Bracken (cadena perpetua); Francisco Silvio Manzanares y Antonio Chiachietta (25 años de cárcel –fallecido-); Miguel Angel Almirón y Julio Angel Esterlich (18 años); y Edgardo Mastandrea (murió en la cárcel el 27 de julio 2016 donde cumplía una condena a 15 años de reclusión).

En aquella oportunidad, la aparición en los medios de comunicación de Héctor De Giulio estuvo relacionada a su función como coordinador de la Escuela de Dirigentes Sociales, y específicamente en la consagración  de Ana María Bauman como dirigente social del año pasado.   

DE GIULIO INVOLUCRADO

En el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Junín, desarrollado a fines de 2014, hubo que esperar hasta la última jornada de testimonios para escuchar la palabra de un ex policía que narró cómo se vivió la dictadura en el interior de las fuerzas de seguridad locales.

En 1977, Ángel Luis César era un policía joven que empezaba sus prácticas sumariales en la Comisaría Primera. Allí, según contó frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de La Plata, presenció las atrocidades que se cometieron dentro de la dependencia policial de Gandini y Quintana.

“El proceder de esta gente lo vi en forma directa, fui testigo de eso, a estos tipos no les importaba nada, ni la dignidad ni la vida”, aseguró en la séptima jornada del juicio que se realizó en el Salón de la Democracia Argentina de la UNNOBA.

César aseguró conocer a todos los imputados, hoy condenados: “Eran la patota del servicio de calle, los pistoleros de la policía, los que mataban y desaparecían gente”. Según dijo, con el tiempo se dio cuenta de que “estaba en un mundo de locos, con gente sin principios, sin valores, dispuestos a cualquier cosa”.

El testimonio de César también involucró a otras personas. Según dijo, el ex comisario “Juan Carlos Amengual era otro pistolero que se encargaba del traslado de los detenidos: era la persona que tabicaba, esposaba, encapuchaba y los trasladaba tanto a Mercedes como a San Nicolás”. El ex policía recordó que la casa del ex detenido Armando Álvarez “era continuamente vigilada por Camarro, un tal Bevilacqua, por Héctor De Giulio y Maisterra”.

En tanto, desde el Frente por la Memoria Colectiva de Junín, manifestaron que “los nombres de José Luis Camarro, Luciano Guazzaroni, Héctor De Giulio y Juan Carlos Amengual fueron surgiendo durante el proceso y son esas las personas señaladas por el juez para ser investigadas en una segunda etapa”.

En rigor, Oscar Farías, ex director municipal de Derechos Humanos, manifestó su satisfacción por la decisión de la Cámara Federal de localizar en Junín el proceso judicial contra los civiles locales que colaboraron con el plan de represión y terrorismo de estado que instauró la última dictadura militar en el país entre los años 1976 y 1983.

Héctor De Giulio, que de Cabo ascendió a Suboficial Mayor durante su carrera haciendo inteligencia en la sociedad juninense durante la última dictadura militar, fue denunciado ante el Poder Judicial de le Nación como uno de los represores que visitaba el Centro Clandestino de Torturas que funcionó en la Unidad Penitenciaria Nº 13, cuando estaba en construcción y allí llevaban a los secuestrados y le infligían terribles torturas.

“…Por su parte, entre el personal policial citado por la víctima en su testimonio brindado -a fs 1844/53 -he de señalar a Almirón de quien dijo: que los policías se dedicaban a la custodia –de hecho, Almirón estaba presente en todo, desde llevarme y traerme hasta tal vez participar de la sesión de tormentos-, y supongo que también había civiles, como médicos, que presenciaban las sesiones de torturas”. También mencionó haber visto allí a Héctor De Giullio (sic), conocido del declarante, quien trabajaba en el momento de los hechos en la DIPBA...” (Hoja 94).

Normando Federico Di Sábato (65), otra víctima del llamado “grupo de los catorce”, un nucleamiento cultural de artistas, fotógrafos y cantantes, fue detenido el 24 de enero de 1977 y mantenido en cautiverio en la cárcel en construcción (UP 13) y en la Comisaría 1ª de Junín, refirió lo siguiente sobre el operativo a través del cual se llevó a cabo su detención: “[p]osteriormente ingresaron dos personas, uno de civil, que después en la Comisaría y por comentarios de mis compañeros, me entero que era Almirón –una persona robusta, de estatura mediana, de ojos muy claros y muy duros, una mirada muy intimidante, rubio-“ –fs. 1844/53-.

“Luego de ser detenido, Di Sábato fue trasladado a la Comisaría 1ª de Junín, lugar en el que recibió la visita de Héctor Di Giullio (sic), quien era entonces su cuñado y se desempeñaba en el ámbito de la DIPBA, según refiriera la víctima en estos términos: ‘me quedo sólo, y aparece nuevamente el militar que había entrado antes con Almirón y me preguntó si conocía a Héctor De Giullio (sic), a lo que respondí que era mi cuñado, hermano de mi mujer en ese entonces, y lo hizo pasar, dejándome un rato a solas con él. Héctor me preguntó cómo estaba, le dije que más tranquilo, pero le vi cara de preocupado, como sabiendo lo que me iba a pasar. Quiero aclarar que mi ex cuñado pertenecía a la DIPBA, cultivaba un perfil bajo, decía que sólo realizaba tareas administrativas, pero yo supongo que realizaba tareas de inteligencia en Junín y en otros lados, porque varias veces salía en comisión. De hecho, cuando se presentó me dijo que él no estaba al tanto de la situación porque no había estado en Junín, sino que lo habían mandado a otro lado. Fueron unos minutos que se quedó en la celda, no me dijo nada y se fue’ –fs. 1844/53-.

Asimismo, Di Sábato refirió: “Después de la visita de mi ex cuñado, otra vez entró un militar, vestido de fajina, no recuerdo si el mismo que antes, con otro grupo de militares –alrededor de dos- y me sacaron de la celda. Ahí me hicieron caminar por varios lados, yo alcancé a ver que en un lugar estaba montada una ametralladora pesada, había mucho terreno sinuoso porque el lugar estaba en construcción, había escombros, lomas de tierra. Me sacaron a lo que sería un descampado, lleno de malezas, y ahí había más soldados, militares, aproximadamente 6. Estos me rodearon con fusiles, me entregaron una pala y el jefe me dijo ‘bueno, cavate tu tumba’, o sea que me tuve que poner a hacer eso. [...] cuando llegué a cavar un pozo de aproximadamente 1,80 x 60 o 70 centímetros y una profundidad cercana al medio metro, lo que creí que era la medida de una fosa, paré porque estaba cansado, nos miramos con el hombre que digo que era el jefe y me preguntó si yo entraba ahí. Le contesté que creía que sí. Entonces él y otros más me llevaron de nuevo a la celda sin darme ningún tipo de explicaciones. Yo pensé que me mataban ahí” (fs. 1844/53).

QUIEN CALLA OTORGA

De Giulio fue durante aquellos años la mano derecha de Francisco Silvio Manzanares, y ha sido denunciado por organismos de derechos humanos de Junín, mediante publicaciones y libros, como partícipe necesario del aparato represivo dictatorial mediante su accionar en el espionaje.

Quizá algunos vecinos, dirigentes, funcionarios o políticos conozcan esta situación, que tomó impulso durante las jornadas del juicio oral celebrado en Junín, pero lo que hoy llama la atención –como cuando fue nombrado Presidente de la Federación de Sociedades de Fomento o coordinador de la Escuela de Dirigentes- es que desconozcan estos antecedentes.

NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL SÁBADO 2 DE SEPTIEMBRE 2017    

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