sábado 20 de abril de 2024

CULTURA | 11 sep 2017

CAMINANTE NO HAY CAMINO…

Daniel Yeber, obrero de los escenarios

A sus 59 años, sigue siendo un eterno aprendiz que, entre baldes de cal y arena, ladrillos, cemento, cuchara y pastón, sigue “construyendo” una carrera ligada a la cultura y el espectáculo.


Por: LUCIANA CAMARERO

Daniel Alberto Yeber nació hace 59 años en la localidad de América, cabecera del Partido de Rivadavia, a los doce años se radicó en Junín junto a su familia, y al poco tiempo comenzó a sentir sus primeras pasiones y una corazonada: un largo camino bajo la compañía del micrófono.

Sus manuales fueron el radioteatro y el Martín Fierro, aquellos que de alguna manera hicieron que su inclinación por la actuación se fuera construyendo paso a paso.

Con solo 16 años, Daniel comenzó a trabajar como animador en el recordado circo “Papelito”, obra de Carlos Alberto Brighenti, uno de los grandes cómicos circenses. Allí se inició interpretando un personaje en la obra El galleguito de la cara sucia. “Así nace, de manera sorpresiva, cuando Carlos Brighenti me presenta una noche en el circo como maestro de ceremonia, y yo dije ¿por qué no? Conocía el circo, era amigo, iba todas las noches, convivía con ellos. De alguna manera, con ese empujón que me dio él y mi desfachatez me fui haciendo”, aseguró Daniel.

Mientras se iniciaba y aprendía, porque así fue su formación, práctica constante, lo descubre Omar Abue, entonces director de radioteatro argentino y lo lleva contratado a LT 36 de Chacabuco a realizar los capítulos del mediodía de la obra radial “Achicoria, el mendigo millonario”.

La obra de teatro se estrenaba treinta días más tarde y a pesar de que Daniel le aclaró al director que no tenía estudios orientados en actuación, éste igual confió en él. “Un día antes de estrenar la obra –recuerda en diálogo con Semanario- no me había salido el personaje y ya estaban vendidas las dos funciones, tarde y noche, con tres mil butacas cada una. Yo iba a actuar por primera vez en mi vida para 6 mil personas en el mismo día. Pero sentía que me hacía falta el público, y así fue, un éxito; nunca me olvidé la letra”.

Gracias a esta misma compañía de radioteatro fue recomendado para realizar una comedia musical en el Teatro General San Martín de la ciudad de Buenos Aires, con el director Jorge Aimetta, pero por cuestiones de elección personal, Daniel decidió no participar.

Con el paso del tiempo se fue dando cuenta que no se trataba de estudiar una carrera. Mientras a uno lo movilizara la pasión y la motivación por el arte, tenía que bastar, pensaba Yeber. Y no se equivocó. Esa adrenalina que Daniel sentía y siente cada vez que sube al escenario le dice algo. “Cualquier persona que se sube arriba de un escenario es artista, sea el género que sea. Cuarenta años después me sigue pasando que siento una especie de cosquilla en el estómago, hasta que rompo el hielo una vez que hablo delante del público”, señala Daniel.

Después de unos años volvió a Junín a trabajar en FM “Emisora del lago”, bajo la dirección de Oscar “Cacho” Carone, conduciendo un programa de interés general y musical llamado “Hola juventud, hola gente”, con la compañía de su hija menor, Valeria Marisol, quien a los 9 años ya hacía locución comercial, y su hermano Marcelo, quien se encargaba de los comentarios deportivos.

El 12 de mayo de 1996 nace, producto del impulso de un grupo de amigos, la peña “El fogón”, de la cual Daniel Yeber era director y animador. En ese espacio, difundido por radio y televisión, se crea una compañía artística folclórica que recorre el país mostrando parte de los grandes valores juninenses: Teresa Budiño, Alberto “Beto” Bustamante, Grupo Canay, Vanesa Guillotti, Ballet Piuquén, Carlos Andrade, César “Chango” Silva, Mirta Rivarola y muchos más.

En 1999 llega a Cosquín mostrando y produciendo artistas de nuestra ciudad y montando una peña de día a orillas del río. “Llego a Cosquín y me encuentro que de día nos aburríamos. Salgo a caminar y veo una carpa armada vacía, montada para artesanos, pero que quedaba sin uso. Ubiqué al dueño, se la pedí prestada y accedió. Contraté sonido y monté una peña que funcionaba desde las diez y media de la mañana hasta las cinco de la tarde, durante todo el día con comida y música”, cuenta Daniel.
Esa peña de día, al aire libre y totalmente gratuita, resultaba ser toda una novedad en Cosquín, ya que se presentaba como una forma de consumir folklore de manera independiente.

Ese mismo año Daniel, junto a “La barra de Pancho”, fundó en Junín el festival “El folklorazo”, en el balneario municipal Laguna de Gómez, por donde pasaron artistas locales, regionales, nacionales e internacionales del mundo del folklore.

Esos eventos forjaron el surgimiento de otros proyectos, tales como “El fogón va a la escuela”, agrupación de artistas que trabajaban a beneficio de los distintos establecimientos educativos, o el programa “El fogón le canta a mamá”, que homenajeaba a todas las madres en su día.

“En la época del intendente Abel Paulino Miguel se apoyaban estas propuestas. Nos daban el sonido, la luz y empleados para montar los escenarios. Al dinero lo recolectábamos nosotros a través de auspiciantes y de lo que se recolectaba con La Barra de Pancho”, afirmó Daniel

“Pero todo esto se terminó cuando cambió el gobierno, y el director de Cultura y Turismo Luis Bortolato, en la intendencia de Mario Meoni, nos empezó a poner trabas. Actualmente este señor sigue estando a cargo de la Dirección de Cultura…”.

Todo el reportorio de Daniel sigue abierto y vigente, y a pesar de ese trago amargo, hace veinte años que anima la Fiesta Provincial del Cosechero de Morse que, sin lugar a dudas, es una de las más importantes de la región.

En ese escenario, Daniel Yeber ha tenido el honor de presentar artistas de la talla de Cacho Castaña, Tamara Castro, Miguel Ángel Robles, Alcides, Daniel Toro, Gerardo López, César “Banana” Pueyrredón, Daniel Altamirano, Los Cuatro de Córdoba, Carlos Torres Vila, Aldo Monges, Los del Suquía, entre tantos otros.

A sus 59 años, Daniel sigue siendo un eterno aprendiz que, entre baldes de cal y arena, ladrillos, cemento, cuchara y pastón, sigue “construyendo” una carrera ligada a la cultura y el espectáculo que aquella corazonada del principio inició.

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