jueves 25 de abril de 2024

LOCALES | 2 oct 2017

dirigencia agraria

El campo no despega: Más perdido que chacarero macrista

Los “brotes verdes” han de estar tapados por el agua y ya comienzan a verse los primeros signos de inquietud, como de quien se siente traicionado.


Por: OMAR MERAGLIA

El campo apostó todo a Cambiemos, la inoportuna posición opositora del kirchnerismo le granjeó graves problemas en su estructura económica, pero peor aún quienes les palmeaban la espalda lo están dejando solo.

Resulta llamativo que el gobernador de La Pampa, Carlos Verna, del Partido Justicialista, afirmara hace pocos días que “el campo da muy poco trabajo. La agricultura da muy poco trabajo. Que no me vengan a pintar que el campo es el gran generador de trabajo porque eso es una mentira. El generador de trabajo en el campo puede ser la ganadería, porque el tema de la cosecha, siempre un contratista, cosecha un segundo contratista y fumiga un tercer contratista”.

Lo dijo durante un discurso en su provincia y sin pelos en la lengua, durísimo para estos tiempos en que el sector agropecuario quiere posicionarse pero la industria manufacturera como siempre le gana espacio en la mesa de las decisiones.

Aunque lo de Verna puede tener diversas aristas para el debate, la conclusión es clara cuando se compara la generación de empleo del sector respecto a otros tiempos en que con un sistema más sustentable podía pensarse en más peonada.

Lo cierto es que la dirigencia agraria ya no debate, al menos parece estar agazapada hasta que pasen las elecciones de octubre como para seguir cumpliendo con lealtad el apoyo implícito al gobierno de turno.

UN GRITO DESDE ROSARIO

Mientras desarrollamos este artículo se lleva a cabo en Rosario el congreso de la Federación Agraria Argentina, cuyo presidente Omar Príncipe en su discurso inicial sostuvo  que “estamos convencidos de que el modelo productivista solo, sin políticas diferenciadas para pequeños y medianos productores, no garantiza el desarrollo. De hecho, se habla de millones de toneladas de materias primas producidas, pero hay cada vez menos productores agropecuarios”.

El brazo más díscolo de la dirigencia rural añadió que “insistimos con que si las políticas públicas se convierten en verdaderas oportunidades podemos ser competitivos frente a los grandes actores del sector agroindustrial, generar trabajo genuino, recibir precios justos y garantizarlos también al consumidor. Para esto, es necesario fomentar y promocionar a los pequeños productores, el asociativismo y el cooperativismo, que son las herramientas para que podamos agregar valor y acceder a los mercados, dando visibilidad a la gran representatividad de nuestra institución y al inmenso aporte a la economía, al ambiente y a la producción de alimentos que hacen nuestros asociados”.

Además, destacó que “no puede pasar otro año sin que nuestro país tenga una ley de Semillas”.

En esto de aportar “una de cal y otra de arena”, Príncipe reconoció al actual gobierno “las medidas iniciales para el sector, los ámbitos de diálogo que se abrieron como nunca, la predisposición de los funcionarios del Poder Ejecutivo. FAA aprovechó cada momento, pedimos diálogo y lo construimos en cada gestión y oportunidad. El diálogo no es solo una foto, no es solo un titular en un medio de comunicación. El diálogo es trabajo, es continuidad en las gestiones, es ser serios”.

Y añadió: “Necesitamos estar efectivamente en la agenda. Cursamos un año electoral pero no vimos en toda la campaña los temas que nos importan a los pequeños productores. Tampoco estuvimos en la agenda parlamentaria. Llamamos la atención a los legisladores que conocen al sector, los necesitamos más activos. Les hemos transmitido que cuenten con que podemos articular estrategias para alcanzar conquistas legislativas, pero otros mandatos parecen pesar más que apoyar los pedidos de los agricultores”.

Finalmente, concluyó Príncipe: “Nuestra fuerza viene de lo que somos, de esa identidad que puso a producir esta tierra en el pasado pero que a la vez nos dio la libertad organizándonos como Federación Agraria Argentina. No tuvimos miedo entonces, no dudemos ahora, que mejor que nadie vamos a defendernos para que no sigan arrasándonos. En el modelo de incremento de la productividad y la competitividad, sin políticas diferenciadas, los que caemos somos los más vulnerables y con nosotros, los trabajadores rurales y los pueblos del interior”.

ÁNIMOS CANDENTES

En las redes sociales se puede advertir un estado de ánimo muy caldeado por parte de las bases del agro, la dirigencia sigue tratando de poner paños fríos pero la situación los desborda.

Muchos están queriendo desempolvar las banderas para volver a las rutas. Aquellas que arengaban los mellizos De Ángeli, paradójicamente hoy enrolados en las tropas PRO. El gobierno sabe que el campo no está para más bollos, pero se ha quedado paralizado por la ineptitud.

Una ineptitud que tiene varios ángulos, porque está claro que Cambiemos se trató de un experimento que por esas cuestiones que tienen que ver con lo azarosa y dinámica que resulta la política, de repente se hallaron con el poder en sus manos, pero sin un plan.

La respuesta del Presidente Mauricio Macri, que quedará para la posteridad, es aquella recordada “te la debo, no estoy en el tema”, cuando se le consultó por la muerte de una docente marplatense al conocer la cifra que le descontaban por los días de paro efectuados.

Hoy Cambiemos le “debe” al agro prácticamente todas las respuestas a todas las preguntas, que dan como resultado un parate fenomenal generado mayoritariamente por la falta de un plan e incrementado por las contingencias climáticas.

El “supermercado del mundo” sugerido por el primer mandatario y repetido por su secuaz a cargo del Ministerio de Agroindustria, Ricardo Buryaille, aún no abre sus puertas y por el contrario se nutre de productos importados afectando a las economías regionales, como el caso de los vinos o directamente a la ganadería con los porcinos de Estados Unidos o la (ahora anunciada) carne vacuna que se traerá desde Brasil.

Y mientras algunos aplauden que se abran mercados externos (porque seguramente estos aplaudidores dependen de venderle algo al mundo) la ruralidad se deteriora, adquieren fuerza las palabras del mandatario pampeano y el éxodo continúa, dejando sin sustento a la ruralidad.

Lo que no se hizo antes, tampoco se está haciendo ahora. El campo necesita un plan y no discursos tántricos.

Las inundaciones colmaron todos los males que se podían prever y a la falta de respuestas en lo económico productivo se sumó la carencia –además- de un plan proyectado a futuro en lo que hace a infraestructuras.

Con el agua al cuello, los intendentes construyen terraplenes para no mojarse los pies o aparece alguna motoniveladora para arreglar un camino que al próximo aguacero estará aún peor que al principio.

Se habla de récord de inversiones, pero el único récord es el de la desesperanza, esa desesperanza propia de quien confió en un proyecto al que ahora le ponen excusas diversas y tratan de que no se muera al menos antes del 22 de octubre. Después se verá con que nuevo relato nos encontramos.

Hasta ahora, como en el truco, hay mucha conversación y muchas mentiras, pero los porotos se mueven poco.

En tanto los productores, con el agua al cuello tanto por la naturaleza como por la economía, no saben cómo salir indemnes de esta situación, tratando de conservar lo único que tienen, un patrimonio valuado en millones de dólares que lamentablemente hoy no es capaz de proveerles una taza de leche diaria.

Se impone un acuerdo y un debate en serio sobre los temas diversos. Sin proyecto no habrá pujanza en el sector agropecuario y en ese “mar revuelto” siempre ganan los mismos, los que están esperando para aprovecharse de la rentabilidad agraria. Los privados pagando poco por la materia prima y los públicos metiendo más presión impositiva.

Una fotografía como la de los caranchos ante la presa muerta, tirando de la tripa para ver con qué pueden quedarse.

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