jueves 28 de marzo de 2024

OPINIÓN | 7 oct 2017

COLUMNA DE EDUCACION

Educación y miseria

Somos muchos los educadores que luchamos para intentar un cambio, pero esto no es suficiente si no contamos con decisiones políticas que lo propicie.


Por: MIGUEL MANCUSO

Hoy me puse a pensar si alguna vez, alguno de nuestros “eruditos craneotecas” de turno, se pusieron a pensar preguntas básicas que se deberían hacer quienes están al frente de la educación de un país.

¿Qué queremos de la educación? ¿Qué le pedimos a nuestra educación? ¿Qué deberíamos pedirle? ¿Qué tipo de hombre necesitamos para nuestro país? ¿Qué puntos básicos podríamos intentar consensuar entre todas las líneas políticas que sean inamovibles se encuentre quien se encuentre en el gobierno?  ¿Valoramos el trabajo de los docentes? ¿Comprendemos su alcance y significado?

A lo largo de estos años de trabajo como docente he tenido la oportunidad de confrontar y enriquecer mis puntos de vista con los de otros colegas, padres y profesionales relacionados con el quehacer educativo.

En este espacio intento transmitirles e intercambiar concepciones acerca del proceso de enseñanza aprendizaje y las circunstancias que lo rodean,  en principio señaladas por autores con los cuales concuerdo plenamente de acuerdo a mi experiencia, organizando la secuencia de temas y problemáticas según mi modo de entender la realidad educativa en la Argentina.

También y fundamentalmente deseo rescatar lo que significa el valor de educar relacionado con la transmisión de lo que alude específicamente al hombre como ser persona.

Hoy, en la Argentina, hay demasiada miseria, y esta situación nos duele y nos revela.

Uno de los ingredientes más perversos de la miseria es la ignorancia, el desconocimiento de los principios básicos de las ciencias, crecer sin capacidad de escribir o leer, carecer de un vocabulario que exprese anhelos, disconformidades, verse privado de la capacidad de aprender por uno mismo, lo cual ayuda a todo hombre a resolver sus problemas, éste es el verdadero comienzo del reino de la miseria y de la verdadera falta de libertad, y esto es lo que ninguno de nosotros desea que siga ocurriendo en nuestro querido país.

La democracia tiene que ocuparse de enseñar a cada ciudadano lo imprescindible para llegar a serlo de hecho, por eso una buena educación debe ser una obligación que el Estado debería garantizar a todos, si no desea contar con “ciudadanos de segunda”.

La enseñanza no puede ser un bien más de los que se ofrecen en el mercado, esto reproduce en forma crítica las desigualdades sociales existentes, pero ésta es una consecuencia de las políticas liberales aunque se prefiera callar y disimular este hecho con la tan mencionada contención de la escuela que en esta situación actual hace más alusión a un Estado que no desea tener más adolescentes en la calle, víctimas de situaciones que pueden ser irrecuperables, pero que sólo ofrece un sistema educativo que de este modo termina de convertirse en ineficiente a causa de las pretensiones de que cumpla con tareas que no son las específicas de su mandato.

Somos muchos los educadores que luchamos para intentar un cambio, pero esto no es suficiente si no contamos con decisiones políticas que lo propicie.

Ojalá este espacio que me brinda Semanario de Junín pueda ser una humilde base para la reflexión y el debate en pos de lo que es el deseo de muchos ciudadanos argentinos: que la educación tenga el lugar que se merece.

(*) Docente.

 

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