viernes 29 de marzo de 2024

OPINIÓN | 8 oct 2017

ESTADO MUNICIPAL

Engorde

Todos criticaron al kirchnerismo pero bien que se aprovecharon del relanzamiento del estado que encabezó. Convenía. Y por varios motivos.


Por: Redacción Semanario

El gobierno local será muy Cambiemos, pero en la práctica y más allá de los discursos, su comportamiento a la hora de gerenciar tiene demasiados puntos de contacto con el kirchnerismo: sutilezas imposibles de medir. Pero hay algo que resulta incuestionable: el crecimiento desmesurado del estado.

Todos criticaron al kirchnerismo pero bien que se aprovecharon del relanzamiento del estado que encabezó. Convenía. Y por varios motivos.

Si en los 90 se destruyó el aparato estatal, a partir de la llegada del matrimonio Kirchner al poder comenzó un proceso de recuperación que fue calcado por todo el arco político nacional, con la excusa de brindar más y mejores servicios. El problema es que los ciudadanos comunes sienten que viven peor, y a todas luces los espacios vitales se ven feos y descuidados. Obvio que, como en el caso del Gran Bonete, la culpa siempre es del otro que está lejos o inhallable. Pero si el crecimiento poblacional entre un mandato (Meoni) y el actual fue mínimo, y Junín está teniendo serios problemas que van desde las calles hasta la inseguridad creciente, ¿qué punto del proceso falló y por qué?

En contextos de bonanza económica, el “engorde” estatal pasa desapercibido. Ahora que las cosas ya no vienen tan bien y todo el esfuerzo municipal se concentra en el pago de sueldos, la cabeza de la mayoría de los intendentes, Petrecca incluido, se limita a pensar cómo llegar a fin de mes sin morir en el intento. Encorsetados de semejante manera, resulta imposible que piensen en otras cosas; por ejemplo, el progreso de la ciudad y su crecimiento legítimo.

El estado debía ser recuperado después de una década donde se lo redujo a la nada. Claro que tomar gente a destajo también ayuda a mantenerse en el poder por más tiempo. No hay duda de que la eternización de los gobernantes en sus sillas obedece en parte a la utilización del aparato estatal como “salida laboral” rápida y relativamente sencilla.

Por otra parte, el amiguismo es una suerte de mal endémico que, igual que las infecciones hospitalarias, se hace cada día más fuerte y difícil de combatir con antibióticos.

En Formosa, Chaco o Misiones no queda otra alternativa que trabajar para el estado ya que es eso o la nada, acá hay una buena porción de funcionarios que viven a lo “gerente”, y lo hace frente a las narices de aquellos que pagan sus sueldos con subas constantes de impuestos. Porque quienes más sufren son los empleados que menos ganan, y cuyas vidas están sujetas a una terrible precarización. Sus jefes no parecen pasarla nada mal en este nuevo paraíso.

El drama es que, si se sigue tirando de la cuerda, otra vez vamos a entrar en uno de esos períodos binarios tan cercanos a nuestra idiosincrasia, donde el estado volverá a ser demonizado. Una pena. Porque cuando los dejaron sin control, los privados se aprovecharon de la situación mal.

Un estado con más gente puede ser promesa de una ciudad mejor, o el síntoma de una enfermedad difícil de curar. La diferencia entre una y otra cosa es el plan estratégico y, más allá de pagar los sueldos, en Junín no parece haber ninguno disponible ni que resulte atractivo.

NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL SÁBADO 30 DE SEPTIEMBRE 2017   

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