sábado 20 de abril de 2024

OPINIÓN | 16 oct 2017

COLUMNA DE EDUCACION

Operativo enseñar

Las pruebas Enseñar no son una evaluación sobre la que se viene trabajando desde hace mucho, ni han sido debatidas en lugares donde se sepa un poco sobre el tema: son un conejo sacado de la galera.


Por: MIGUEL MANCUSO

Dicen los medios y anuncia el gobierno: el 31 de octubre, 31.600 estudiantes del último año, el cuarto, de la carrera docente en todo el país (después dicen que no, que no es en todo el país, vio cómo son las noticias) darán la prueba Enseñar, organizada por el Ministerio de Educación Nacional y su Secretaría de Evaluación Educativa.

Estimado lector no docente: seguro que la noticia le ha gustado! Si tiene un rato, ¿me acompaña a analizarlo? Piense en su trabajo. La pregunta no es: ¿usted, qué trabajo tiene ahora?”, sino “¿usted, de qué trabaja?”

Pongamos que usted dice: docente, anestesista, escribano, soldado, conductor de remises, cartero, encargado de edificios o periodista.

Piense ahora si le parece bien que se evalúe a la gente que hace un trabajo antes de que lo haga. Yo estoy de acuerdo. Algunos trabajos son tan sensibles que quienes quieren realizarlos necesitan ser evaluados antes.

No es que uno entra al trabajo y aprende allí cómo se hace, sino que uno estudia para hacerlos y, si no se formó, no puede hacerlos. En verdad, eso existe: se llama estudios ligados a la habilitación profesional. La docencia es uno de esos trabajos.

Volvamos a la pregunta: “¿usted, de qué trabaja?”

Imagine que le piden a Ud. que arme una prueba para saber que alguien va a hacer bien un trabajo en el área en la que Ud. trabaja. Difícil, dirá Ud., pero no imposible, Ud. sabe de ese trabajo.

¿Saben quiénes están armando las evaluaciones que nos van a asegurar que los futuros docentes saben lo que tienen que saber? Yo conozco de ese trabajo, y no lo sé. 

Las pruebas “Enseñar” que anunció el Gobierno no son como se las imagina usted, armadas por gente que conoce el trabajo: son armadas por personas que no sabrían cómo alfabetizar, cómo plantear un proyecto multidisciplinario, cómo trabajar con un acompañante no docente, etc.

Las pruebas Enseñar no son una evaluación sobre la que se viene trabajando desde hace mucho, ni han sido debatidas en lugares donde se sepa un poco sobre el tema: son un conejo sacado de la galera.

Una galera que los de educación conocemos bien, sabemos los trucos que tiene: un Estado que no sabe cómo resolver problemas, disfraza su falta de políticas “evaluando” cómo lo resuelven (siempre mal, claro) otros.

¿Sabe quién controla los estudios que habilitan a los futuros docentes para trabajar? El Estado. En términos operativos, el gobierno.

Por ejemplo: en la Ciudad de Buenos Aires, que gobierna hace diez años esta gestión que hoy tenemos en el país, el gobierno nunca evaluó la “calidad” de sus docentes en los términos en que lo propone ahora.

Ahora el Estado (en términos operativos, el gobierno) dice que va a evaluar a quienes se reciban como docentes como no tuviera nada que ver con su formación. Como si tuviera que contratar (digamos) astronautas, y dijera: “Pero los voy a evaluar antes de habilitarlos”.

Ahora le pido que se imagine la complejidad, la variedad, de la tarea de enseñar. Y que me diga si le parece razonable que una prueba nos muestre mejor que treinta y pico de exámenes la “calidad” de la formación de los futuros docentes.

Algún periodista puede decir: “los docentes se oponen a la evaluación”. Disculpémoslo: al parecer, no tiene la obligación de saber de lo que habla.

En mi caso, soy docente, y digo (una vez más) que los problemas no están allí, y le pido que no se dejen engañar con soluciones fáciles para problemas muy difíciles. De todos modos, no va a servir de mucho.

En el gobierno tienen un problema: La educación es paupérrima (innegable, medido y denunciado por ellos mismos como oposición) pero ahora les toca arreglarlo y no saben cómo. Como no saben recurren a expertos y no expertos que no conocen los problemas del sistema, tocando de oído.

Los conocidos “monitos sabios” de la educación que nunca tuvieron olor a tiza en las manos y que por si esto fuera poco incorporaron materias pedagógicas en exceso vaciando de contenidos disciplinares a la formación docente.

Vamos a ver algunas causas, en las que se amparan para realizar esta evaluación:

  1. 1. Los docentes faltan mucho = los chicos no tienen clase: Este es un problema sectario y específico. No hay una generalidad y si miras los libros de temas vas a encontrar que existen docentes que no faltan nunca. Luego, cuanto más estresante y deplorables las condiciones más se estresa, enferma y falta el docente. Ciertas escuelas notorias por los problemas de disciplina acusan mayores índices de inasistencia docente.
  2. 2. Los docentes no saben = no pueden enseñar: Igual que se bajó el nivel de la secundaria, se redujeron contenidos técnicos en los profesorados. Así y todo... Las condiciones en la docencia son tan malas y se paga tan mal, que incluso flexibilizando el acceso a cargos les cuesta conseguir la cantidad de docentes para acceder a los cargos. Por eso existen los ítem B y los listados de emergencia.
  3. Los problemas reales: Los problemas reales no se solucionan ni evaluando docentes ni alumnos, sino con claras políticas:
  4. Eliminar la pobreza que obliga a alumnos a estudiar sin las necesidades mínimas cubiertas
  5. Mejorar el sueldo docente para que un docente viva sin preocupaciones con un sólo cargo frente a alumnos y el resto pagad9 como horas institucionales y para actualización profesional.
  6. Cambiar el código de disciplina permitiendo la expulsión a la vez que dar la opción de secundarias de oficio para los alumnos que no gustan de los contenidos académicos.
  7. Confianza en los docentes que les permita actuar sin tener miedo porque cada pequeña decisión es criticada y analizada y contestada.
  8. Una vez que la docencia se pague bien, en serio, y no haya problemas disciplinarios en el aula baja el ausentismo y más gente puja por entrar al sistema pudiendo priorizarse una formación mejor. En Finlandia, 80% de los ingresantes a la carrera docente (que es un postítulo luego de un título de grado universitario ) son rechazados.

Por último, hay periodistas que operan a favor de la evaluación a los docentes por ignorancia. Claramente, hay un sector que buscar echar la culpa de toda la deficiencia educativa a su eslabón más bajo, el docente.

Por favor tengan en cuenta que hay:

  1. Alumnos que vienen sin comer, sin abrigo, o no vienen;
  2. En condiciones de vulnerabilidad en el hogar, rara vez reciben apoyo del Estado;
  3. No existe efectivos control sobre inasistencias de alumnos. Las trayectorias son discontinuas; 
    4. Hay alumnos que trabajan y cuidan hermanos y por eso no asisten regularmente;
    5. Las escuelas están faltas de recursos y en malas condiciones;
    6. Los docentes están sobre exigidos y mal pagos;
    7. Las horas de los profesores no están centralizadas, por ende hay colegios donde están sólo 2 horas a la semana;
    8. No existe pago de horas institucionales para que el docente corrija, cite padres, organice proyectos;
    9. El diseño no da lugar a discresionalidad y nada puede elegir el docente a cargo del aula en cuanto a contenidos; 
    10. El docente debe trabajar 2 turnos, que son como 10 horas fuera de casa (porque no hay centralización) para vivir, llegando a tener 500 alumnos semanalmente. No existe, por ende, tiempo material de hacer un seguimiento personalizado;
    11. Los docentes cobran la mitad que cualquier profesional con estudios superiores;
    12. Los profesorados recortan contenidos específicos de la carrera en pos de sumar más... "materias pedagógicas";
    13. Los problemas de disciplina y acoso escolar en muchas escuelas no permiten dar clase;
    14. La bajada de línea es que todos los alumnos aprueben, independientemente de sus conocimientos.

Yo le diría al Gobierno que se ahorre el gasto. Ya sabemos lo que van a encontrar. Le van a contar a la ciudadanía en unos meses qué malos que son los futuros docentes. Porque de esto se trata: los que estudian para ser docentes o trabajan como docentes están (estamos) bajo sospecha.

Nuevamente  el gobierno quiere evaluar para cargar las tintas de la mala calidad educativa en los docentes. Porque siempre los culpables son los mismos. El eslabón más débil.

Les dejo mi última impresión: Creo sin temor a equivocarme que vienen por los Institutos de Formación Docente. Ojala me equivoque.

(*) Docente.

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