martes 16 de abril de 2024

CULTURA | 11 nov 2017

orquesta típica

Color Tango, dirigida por Roberto Alvarez, se presenta hoy en el Club Social

En un espectáculo organizado por la comisión de jubilados de la Asociación Empleados Fiscales e Ingresos Públicos (A.E.F.I.P.), la agrupación dirigida por Roberto Alvarez, ex primer fuelle de Pugliese, se presentará este sábado en el Club Social.


Por: ISMAEL CANAPARO

El tango de alto vuelo creativo, mágico y admirable, siempre regresa a Junín, cuna de talentosos músicos y cantores de excepción. Este sábado, a las 21.30, la orquesta “Color Tango” hará estremecer a la sala del Club Social, además de conmover a cientos de corazones sensibles, enamorados del dos por cuatro. Desde el bandoneón de su director, Roberto Alvarez, uno de los más inspirados renovadores, la orquesta típica se apresta a regalarnos un gran recital. El acontecimiento contará con la organización de la comisión de jubilados de la Asociación Empleados Fiscales e Ingresos Públicos (AEFIP).

El disfrute y el refinamiento melódico de la orquesta viene de lucirse en conciertos celebrados recientemente en la Milonga Parakultural (Salón Canning) Scalabrini Ortiz 1331; en la explanada del Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151; en La Viruta, Armenia 1366 (Palermo); en el Colegio de Escribanos de La Plata; en el Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444; en el Festival de Tango de Buenos Aires (Centro Cultural Julián Centeya), San Juan 3255 y en la Milonga Itinerante (Salón La Argentina), Bartolomé Mitre 1754. Luego de su visita a Junín, tendrá los siguientes compromisos: el 21 de noviembre y el 9 de diciembre en la Milonga Parakultural (Salón Canning), Scalabrini Ortiz 1331; y el 25 del mismo mes en Chacabuqueando Milonga (Confitería del Parque Chacabuco), avenida Eva Perón 1400.

En su esperada actuación en el Club Social, la orquesta, además de su voz estrella (Roberto Decarre), tendrá un invitado de lujo: Omar Decarre. Seguramente cantará las grandes creaciones que adora su público, como “Tiempos viejos” (Francisco Canaro-Manuel Romero”, “De barro” (Sebastián Piana-Homero Manzi) y “Naranjo en flor” (Virgilio y Homero Expósito).

Roberto Alvarez, que desde 1978 tuvo la honrosa distinción de ser el primer bandoneón de la orquesta de Osvaldo Pugliese, formó en 1989 junto a otros músicos la orquesta Color Tango. El debut de la misma se produjo en Holanda, con una gira de 26 conciertos. Ya en marzo de 1990 el grupo grabó su primer CD llamado Color Tango, que tuvo buena repercusión en diversos países de Europa y Japón.

Por otra parte, en la Argentina realizó ese año un intenso trabajo en Radio Nacional y como orquesta principal del canal estatal (ATC). También se presentó en diferentes teatros, como el Municipal General San Martín, el Centro Cultural Recoleta, la Casa del Tango y Café Homero, entre otros.

En 1992 participó en la Expo Sevilla (España), en una función de gala junto a otros notables artistas argentinos, como Julio Bocca, Eleonora Cassano y Alberto Cortés. Así continúo girando por diferentes países del mundo, y sobre todo de Europa, llevando la música argentina al resto del globo.

En 1995 llegó la grabación del segundo CD de Color Tango para la casa discográfica Forever Music, con sede en Miami, y para la colección "Timeless Tango". En marzo de 1996 el grupo realizó una nueva gira por Italia con la compañía Tangueros y estrenó un espectáculo basado en el cuento de Julio Cortázar, "Las puertas del cielo", llamado "Milonga Boulevard", al que llevaron a Nueva York al año siguiente.  En 1998 editó un nuevo CD,  llamado "Color Tango... con estilo para bailar".

En 2000 grabó otro CD, llamado "Con estilo para bailar,  vol. 2", en el que participó como invitado Leopoldo Federico. Durante los años siguientes, Color Tango recorrió gran cantidad de festivales de tango del mundo y en el 2003 presentó con gran repercusión su nuevo CD,  "Tango a Pugliese". Dos años más tarde, y luego de decenas de actuaciones, se lució con el CD "Pugliese inédito", basado en 10 composiciones de Osvaldo Pugliese, más algunas de integrantes de la orquesta. En el 2009 la banda festejó los 20 años de existencia con la edición del CD "20 años". Finalmente, en 2014 llegó el cuarto disco de “Con estilo para bailar”.

El año pasado la Academia Nacional del Tango realizó un homenaje a Roberto Alvarez y a Color Tango, en honor a su trayectoria artística. El mismo año la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, declaró a Alvarez "Personalidad Destacada de la Cultura de la Provincia de Buenos Aires".

 

Aquel recital de alto vuelo melódico

La última vez que la orquesta Color Tango se presentó en Junín fue el 30 de julio de 2013, en el marco de un concierto gratuito organizado por la delegación Junín del Colegio de Escribanos. He aquí el repaso de lo que nos dejó aquella noche inolvidable, de neta pasión por la música ciudadana:

Los ritos chamánicos, como el sueño, necesitan una cuota de impostura. Para poder dormirse, primero hay que hacerse el dormido, llamar al sueño. Los brujos, de la misma manera, antes de ser poseídos por los espíritus, deben fingirse poseídos. Tal vez lo más parecido a un chamán en las sociedades urbanas de los últimos años sea un cantante popular, un conjunto grupal y quizá por eso la emoción, la alegría e incluso el paroxismo deben aparecer desde el primer segundo en el escenario, para propiciar los sentimientos auténticos que a veces acuden y a veces no.

La orquesta Color Tango y sus ocho integrantes son, en ese sentido, los oficiantes de un rito colectivo, y ver de qué manera cada uno de ellos invoca los espíritus es revelador. Roberto Alvarez, profesional  íntegro y sin aspavientos, deja que las canciones hagan su trabajo y se permite el lujo de que el clima se genere de a poco. Desde su bandoneón, el ex Pugliese se adelantó con un tango de Eduardo Rovira, “A Evaristo Carriego”, que fue un derroche energético de la verdadera raíz del género. La platea, primero silenciosa, después vibró en miles de aplausos con los compases finales. ¿Cuánto hacía que los oídos juninenses no eran acariciados por un grupo tan talentoso, musicalmente brillante? De inmediato, Roberto Decarre, que no por nada jugaba de local, asume el gesto canchero, con modestia y sin estridencias de quien sabe que los espíritus están allí desde antes de que él llegue. Entonces, ataca con un viejo y bellísimo tema de Maruja Pacheco Huergo y Virgilio San Clemente, “El adiós”. Pero retrocedamos un poquito: cuando apareció en escena Robertito (un cantor bien nuestro que nos negamos ver crecer, quizá porque lo estamos frecuentando de niño), la ovación de la mayoría paralizó los corazones de los más renuentes a emociones violentas.

La pasión del tango es exactamente la que cultivan estos siete jóvenes (Hernán Bartolozzi, Fernando Rodríguez, Ernesto Gómez, Gustavo Hunt, Mariana Diez, Manuel Gómez y Roberto Decarre)  y el veterano director (Roberto Alvarez), de la más pura cepa pugliesiana. Pasión como sinónimo de entusiasmo, ímpetu, frenesí, arrebato. Bastó con escuchar sobre el final, a modo de bis reclamado, “La yumba”, de Osvaldo Pugliese, para que uno se diera cuenta que más que el tango en sí mismo, era una profesión de fe de la orquesta.

Con el mismo fuego, se sucedieron antes varios temas instrumentales, repletos de belleza melódica, con acentos enfáticos que no desdeñaron elasticidades en los dos bandoneones, lirismo en los violines y vuelo en el conjunto: “Chacabuqueando”, “Chiqué”, “Arrabal”, “Recuerdo”, “Vida mía” y “La mariposa”.

La voz de Roberto Decarre resultó un eslabón imprescindible en la orquesta, que entregó el transitado, aunque sencillamente ineludible “Barro” y después,  “Pasional”,  “Enamorado estoy”, “Bailemos”, “De barro” y “El abrojito”.  El pibe demostró un buen oído al trazar con fidelidad las melodías y los semitonos (una rareza en cantantes de tango), y al comprender y transmitir el espíritu y sentido de los versos, pese a su inclinación por exhibir su buen registro de barítono.

Si uno le reclamara a la orquesta más sutilezas (que siempre son un regalo musical) o un mayor refinamiento, sobre todo en el ensamble general, ¿no estaría pretendiendo acaso apagar su fuego interior y su exaltación? Quién pudiera adivinarlo…  Lo cierto es que ellos, músicos talentosos, han elegido esta estética bien Pugliese. No necesitan demostrar virtuosismos. Basta comprobar sus profundas afinidades con el tango de todas las épocas.

El retorno del que nunca se fue

Volvió por sorpresa el amigo entrañable de los juninenses. El que después de casi sesenta años de amor indisoluble con la música (debutó el 3 de marzo de 1956 con la orquesta de Osvaldo López, en el Círculo Sirio) aún es capaz de tomar por asalto a las emociones y hacerlas vibrar con un tono de voz impecable, tierna y consciente. Omar Decarre había dejado de cantar hace dos años, por propia voluntad,  unilateralmente, sin permiso de nadie. Pero el público, con su aplauso tan espontaneo como estruendoso, le dijo que no puede irse sin su consentimiento. “¿Cómo decirle no a esta orquesta?”, se preguntó en el escenario, antes de entonar “Naranjo en flor”, esa bella poesía callejera de Homero y Virgilio Expósito. Con un impecable color de voz y el manejo de los espacios para que Alvarez y sus muchachos se lucieran, Omar se entregó de lleno a satisfacer a la feligresía tanguera, que murió en el intento de atrapar esos tres minutos de gloria. El postre, de inequívoca impronta,  vino sobre el cierre del concierto, cuando padre e hijo se entregaron a dúo a los brazos de “Caminito”, ese tango tan emblemático y rutero del mundo, escrito por Gabino Coria Peñaloza y música de Juan de Dios Filiberto.  La platea volvió a morir.

Confesiones de Roberto Alvarez

“La orquesta se fundó en 1989. Yo fui el fundador, por supuesto, y en esa época estaba el bandoneonista Víctor Lavallén, éramos los dos arregladores y había un tecladista uruguayo que desgraciadamente falleció muy joven, Juan Carlos Zunini, que también era arreglador. Éramos los tres que hacíamos los arreglos. El violinista era Carlos Piccione, que fue primer violín de Troilo. Después teníamos de pianista a Roberto Cicaré, que fue pianista de Caló, de grandes orquestas. O sea que cuando nace Color Tango en el 89 era una selección. Hasta el día de hoy seguimos con el esquema de cooperativa que impuso Pugliese”.

En cuanto a la otra orquesta Color Tango de Amílcar Tolosa, lo explicó así: “Tolosa también fue contrabajista de Pugliese y cuando se formó Color Tango nos fuimos tres músicos: Fernando Rodríguez (que actualmente todavía está con Color Tango, es el primer violín), Amílcar Tolosa (contrabajista) y yo, que en ese momento me desempeñaba como primer bandoneón. Entonces Color Tango era una sola, sigue siendo una sola. Pero en un momento dado, por desacuerdos, él se sale de la orquesta. Cada uno de los dos tenía el 50% del nombre Color Tango, entonces no había solución. Teníamos que cambiar el nombre y no usarlo ninguno de los dos. Por medio de abogados quedamos en que los dos podíamos usarlo, pero como Color Tango de Roberto Álvarez y Color Tango de Amílcar Tolosa. Pero él no pudo seguir adelante porque no era ni director, ni arreglador y tenía que depender de otros músicos. La formó con otros músicos que se habían ido de Color Tango y que ya se conocían el repertorio, estaban ensayados por mí, algunos trabajos hicieron, pero después, por su propio peso dejaron de trabajar”.

Juninenses de rompe y raja

Además de la cercanía con el chacabuquense Alvarez, los juninenses pueden enorgullecerse con otras dos figuras nacidas en nuestro suelo, que integran Color Tango, como Fernando Rodríguez y Roberto Decarre (FOTO). Rodríguez fue primer violín de Osvaldo Pugliese durante varios años y junto al propio Alvarez y otros músicos se separaron de El Maestro y fundaron la agrupación. Decarre, en tanto, es una de las más celebradas apariciones de los últimos tiempos en el mundo del tango y desde 2006 le pone voz a la orquesta, con el cultivo de una alta musicalidad y un timbre refinado, melódico y armónico, no exento de una sutil dosis de garra y convicción.

La orquesta, en su conjunto,  se encuentra integrada de la siguiente manera: Roberto Alvarez (director, compositor, arreglador y primer bandoneón); Fernando Rodríguez (violín), Ernesto Gómez (violín), Gustavo Hunt (teclados), Mariana Diez (piano), Manuel Gómez (contrabajo) y Roberto Decarre (voz).

 

 

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