viernes 29 de marzo de 2024

LOCALES | 20 nov 2017

DINAMISMO COMERCIAL

Cuando “el centro” se expande a distintos barrios de la ciudad

De mayor proximidad y confianza que los lugares comerciales con mayúsculas –como Roque Sáenz Peña, Rivadavia y transversales-, varias calles juninenses vienen tomando una expansión extraordinaria, dinamizando de manera notable la actividad económica.


Por: ISMAEL CANAPARO

La ciudad es un poco como el agua que se echa desde una jarra: tiende a ir sobre los huecos. Si se tiene la paciencia y el tiempo disponible para recorrer los sectores aledaños, de norte a sur y de este a oeste, es sencillo notar la notable expansión de los barrios juninenses. Un fenómeno global, con acentos pronunciados en ciertas zonas.

Hay una frontera, en pleno radio urbano, que no es otra cosa que las treinta hectáreas que ocupa el predio ferroviario, hoy prácticamente inactivo, excluyendo el sector de la estación. Hace muchísimo tiempo, quizá demasiado, que todos esperan con ansiedad que el alambrado que separa los improductivos terrenos de los ex talleres (14 hectáreas en total, más 18 si contabilizamos todo el conjunto, hasta sobrepasar avenida República), caiga de una vez y para siempre. Quienes impulsan en silencio ese sueño de urbanización, aguardan el reciclaje de los viejos galpones abandonados, tras un proyecto común, compartido por la sociedad en su conjunto. El predio pertenece a la comunidad en general y no a un gobierno o a un municipio, transitoriamente en el poder. La meta sería derribar las barreras urbanísticas, evitando tanta concentración de tránsito y fomentando, de paso, planes de necesidad ciudadana, como sería, por ejemplo, un nuevo hospital.

A propósito de algunos placeres olvidados, es interesante recordar que la remodelación de Roque Sáenz Peña, el centro de Junín, tal cual la conocemos hoy, ya tiene más de doce años. Tuvo la intención de revalorizar, de manera concreta, después de mucho tiempo de decadencia, al vecino y a su necesidad casi nostálgica de volver a disfrutar de su ciudad. Es un placer vincular esto con la restitución de los derechos del caminante frente al sometimiento que padece ante el incontrolable e inexorable avance del automóvil. La intención primaria fue convertirla en peatonal, pero la idea no prosperó. Claro que hubiese sido lindo que la modernización del centro incluyera también a Rivadavia, su hermana menor, y las transversales, porque cuando se monta una escenografía urbana, las fealdades aparecen por otro lado. ¿No será el momento de darle otro maquillaje, más moderno y atractivo?

Sáenz Peña tiene una historia previa, cargada de adoquines, malvones, faroles, guitarra, fútbol, rumores de milonga y olor a café. Hasta Carlos Gardel le cantó dos veces, llenándola de brisas y de pétalos, las dos cosas con la profundidad que suelen aportar los elegidos. Como parte de la revitalización de esta calle tan entrañable para los juninenses, habría que confesarle cuánto y cómo la hemos querido. Sin embargo, los aires de cambios y la decoración, no podrán devolvernos todo aquello que se fue. Ni al Loco Acuña, ni a Pepina, tampoco a Montivero. Los recuerdos se van enganchando y por ahí aparece la estampa gardeliana de Rubén Negrelli, con su infaltable flor en el ojal. En el rastreo, habrá suspiros evocativos hacia Pancho Melatini, el filósofo callejero y silencioso de toda una época, ya pasada y perdida. Pero no olvidada.

Hoy el centro de Junín (Sáenz Peña, Rivadavia, Belgrano, General Paz y aledañas) sufre un claro deterioro en materia económica. Aquellos empresarios o pequeños comerciantes que tienen que arrendar, a duras penas pueden sostener el pago mensual de alquileres cada vez más elevados. Los grandes locales se han achicado, hasta el doble o triple de su edificación primaria. Así el mantenimiento de cualquier franja se hace prácticamente insostenible y la única manera de equilibrar los números  no es otra que incrementar los productos, servicios o indumentarias a la venta. Más gravoso todavía resulta el costo laboral que significa tener “en blanco” a uno, dos o más empleados. La tendencia actual de la gente es comprar lo más cerca posible de su casa y, fundamentalmente, buscar precios accesibles, aunque sea de “segundas” marcas. Esa es la realidad que impera hoy, sin entrar en análisis más profundos y sofisticados.

Así como en Buenos Aires la calle Florida dejó de ser el paseo tradicional de los porteños y extranjeros, y Lavalle la de los cines (de casi veinte salas en la época de mayor esplendor, hoy solamente sobreviven dos, el Monumental y el Electric), para anclar en otros barrios capitalinos, tales los casos de Belgrano, Palermo, etc., el centro de Junín se está expandiendo a distintos sitios de la ciudad.

Es evidente que el actual modelo económico no ha podido dar respuesta hasta el momento a esta situación. En el marco del ajuste, la inflación, la recesión, la falta de trabajo y la crisis de los combustibles (gas y energía eléctrica, con tarifas prohibitivas), los problemas sociales se están agudizando poco a poco. La democracia heredó de 1976 un tejido social roto, el que todavía no se ha podido suturar, pese al largo tiempo transcurrido. Por el contrario, se agravó en los últimos doce años. Los trabajadores, en todo caso, son los que están pagando el costo de una recomposición que tarda en llegar.

En la memoria colectiva de los juninenses quedó grabada a fuego una frase que tiró hace más de treinta años el recordado Jorge Gallardo (cantor, fotógrafo y buena gente) que encabezaba un programa radial llamado “Primera Junta tiene de todo”, obviamente dedicado a exaltar las virtudes comerciales de esa importante arteria. Sin exagerar, esa premisa se quintuplicó. Hoy, desde Arias a avenida Libertad, existen ofertas en los más variados ítems, de los más pequeños hasta los más importantes, con una multitudinaria circulación de peatones, ciclistas, motociclistas y automóviles.   

Y si hablamos de “todo”, ahí está la tumultuosa Benito de Miguel. Parte del propio centro y le hace una prolongada raya a la ciudad, metiéndose en sus entrañas, hasta llegar a la ruta 7. Incluso va más allá, tocándose con el camino a la guarnición militar. Una manera de medir el impacto masivo del fenómeno que esa arteria genera, sería recorrerla despaciosamente de este a oeste y viceversa, en sus más de treinta cuadras. La evolución urbana de la ciudad ha sido bastante particular y se nota especialmente en el trazado de esta calle, repleta de comercios y oportunidades a granel. Desde un pequeño local de golosinas hasta automóviles cero kilómetro, pasando por estaciones de servicios, ferreterías, pinturerías, repuestos mecánicos de las más diversas marcas, verdulerías, fruterías, forrajeras, farmacias, zapaterías, heladerías, kioscos, librerías, múltiples ofertas de motos y sus derivados, bancos, panaderías, diarios y revistas, proveedurías, despensas y cientos de variedades, dentro de una concentración masiva.

Vale la pena acercarse a avenida República, el verdadero boom de los últimos años. Separada del resto de la urbe juninense por los meandros del ferrocarril y algunos galpones hoy convertidos en santuarios de cultos, se transformó en la calle de “moda” especialmente los fines de semana, a raíz de las atracciones que ofrece en materia de precios. Lo curioso es que sin contar con atractivos particulares, no deja de tener cierto encanto. A Jorge Luis Borges le gustaba caminar por las veredas desparejas porque decía que eran rincones que iban a ser corregidos tarde o temprano, y él no quería perder esa experiencia. Lo cierto es que muchísima gente la recorre, a ambos lados de esa avenida de más de veinte cuadras, desde San Martín hasta la ruta nacional 188. Un pequeño ejemplo de su visión comercial lo dio hace varios años atrás la Librería Rucci. Anclada desde tiempo inmemorial en Sáenz Peña, apostó por la instalación de una sucursal en el barrio, liderando un proyecto que ya tiene algunos imitadores.

Otros “centros” se desparraman aquí y allá, motorizando las necesidades de los barrios, que a falta de transporte urbano y medios de movilidad, recurren a lo más sencillo y a lo más ventajoso: comprar en la cuadra, pagar servicios en un Rapi o en un Pronto de la cuadra, ganando tiempo y, de paso, ahorrando. La calle Intendente de la Sota, desde Rivadavia hasta la superposición de las rutas 7 y 65 también ha sufrido una gran penetración comercial, lo mismo que otros circuitos, encolumnados, por ejemplo, en las siguientes arterias: Ramón Hernández, Javier Muñiz, Libertad y sigue la lista.

Claro, cabría preguntarse qué se entiende por “nuevos centros”. Probablemente no sea otra cosa, para los sufridos consumidores, más que la capacidad de ejercer una estrategia distinta, más cómoda, al alcance del castigado bolsillo. Y para el comerciante, la necesidad de buscar otros mercados, abaratando costos y, en especial, seguir subsistiendo y dando trabajo. Es decir, el poder de los dos lugares del mostrador, que tal vez consista en la capacidad de tirar de esos hilos hasta un punto de tensión que favorezca a un modo diferente de servir y de ser servido.

NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL SÁBADO 11 DE NOVIEMBRE 2017   

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