miércoles 24 de abril de 2024

OPINIÓN | 28 nov 2017

editorial

El valor de no hacer periodismo publicitario

Simples ganapanes aplaudidores dejan en modo avión los razonamientos y leen con fruición las gacetillas que les llegan de parte de funcionarios generosos.


Por: OMAR MERAGLIA

Desde hace ya mucho tiempo hemos perdido casi todo atisbo de solidaridad y compasión hacia los demás.

Hay frases que nos marcan como sociedad y viene a la mente aquella de “hacer leña del árbol caído”.

No se trata de un quiebre local, ni provincial, ni nacional, es un inconveniente global que singularmente lleva al suicidio colectivo.

A aquel que pende de un hilo no le tendemos la mano, sino que le ponemos piedras en los bolsillos para aligerar su caída.

Alguien nos dice desde el otro lado qué es exitoso y qué es un fracaso. Ni siquiera tenemos la entereza de darnos cuenta por nosotros mismos.

Como si fuéramos pequeños polluelos tragamos sin más el alimento regurgitado por los más grandes, sin digerirlo, sólo por instinto.

Nos dicen qué comer, qué beber, qué hacer con el tiempo libre y con nuestro dinero.

Repetimos con voz de locutor lo que escuchamos que decía alguien por ahí y esperamos la cariñosa palmada en la espalda.

Opinamos en redes sociales lo que ya opinaron otros. Copiamos y pegamos dejando sin libre albedrío a millones de neuronas que se aburren de hacer sinapsis para calcar ideas.

Entonces, un informe conocido esta semana da cuenta de que en Argentina lideramos el consumo de alcohol en Latinoamérica y desde la Sedronar señalan a su vez que en todos los tramos etarios, tanto hombres como mujeres consumieron durante 2017 unas 12 veces más alcohol que en años anteriores. En consecuencia, el organismo destaca que el porcentaje de nuevos bebedores pasó de 9,7 por ciento en 2010 a 37,1 por ciento en 2017.

Y vaya casualidad la secretaría que se ocupa de prevenir las adicciones destaca –textualmente- que  “las causas de este crecimiento radican, en principio, en el hecho de que las bebidas alcohólicas se han convertido en el primer paso hacia la búsqueda del descontrol, que suele ser promovido por el marketing”. Pero no nos preguntamos porque buscamos esa “salida” de sumergir nuestra vida en alcohol.

Mientras intentamos desde el periodismo prevenir los males, desde el negocio los promueven. Y cuando el periodismo no aplaude, pero critica, se lo castiga y calumnia.

Y hay todavía algo peor y es precisamente un “periodismo publicitario”, ese que sostienen económicamente muchos empresarios y también muchos  gobernantes con el objetivo de promover el consumo de productos o personas determinados queriendo hacer pasar una “propaganda” como si fuera una “información”.

Mientras tanto reconocidos periodistas publicitarios por un momento se sacan el cartel sándwich de encima y corren a recibir el premio a su trayectoria.

Simples ganapanes aplaudidores dejan en modo avión los razonamientos y leen con fruición las gacetillas que les llegan de parte de funcionarios generosos.

Se trata entonces de desentrañar cuándo se trata de periodismo y cuándo de periodismo publicitario, cuándo se persigue un fin meramente económico y cuando uno ligado estrictamente al servicio de la comunidad.

Como pasa con los gobiernos que cuando son del mismo color político logran ayuda, los periodistas publicitarios también se quedan esperando su “partida”.

Pero así como ha de ser reconfortante para un político gobernante gestionar con los recursos propios, ser sostenible, elegir qué obras hacer en función de las verdaderas necesidades de la gente a la que representa, saberse reconocido por sus pares debido su capacidad y no por su obsecuencia y por sobre todo tener la libertad de enfrentarse a los poderosos sólo por el hecho de no pisotear sus principios ni los de sus vecinos, eso, eso no tiene precio a la hora de hacer periodismo.

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL SÁBADO 18 DE NOVIEMBRE 2017   

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias