jueves 25 de abril de 2024

CULTURA | 6 ene 2018

ENAMORABA A TRAVÉS DE SUS CANCIONES

Alberto Oviedo, una de las mejores voces del folclore

"Su voz arranca de lo más hondo de su increíble humildad para volverse torrente de magias capaz de hacer temblar los sentimientos más dormidos entre las personas que cantan, acércate a él sin miedo" (Horacio Guarany).


Por: ISMAEL CANAPARO

El 11 de febrero próximo se cumplirán cuatro años de su inesperado fallecimiento, producto de un accidente cerebro vascular (ACV). Alberto Oviedo, que había nacido en Junín en mayo de 1953, fue un brillante cantor folclórico, además de guitarrista, poeta y compositor, muy poco frecuentado por el público local, pero ampliamente respaldado a nivel nacional por los seguidores del género. Tenía 60 años.

“La necesidad de cantar estuvo siempre en mí, por eso es que busqué saber cómo hacerlo, no como perfeccionamiento, porque cuando uno es chico lo que busca es hacer… cantar simplemente todo lo que te pidan, cosa que te ayuda a sentar bases para definir luego técnica y estilo. Primero desde la vocación y luego como una herencia, me fui acercando a una rueda de amigos (donde nunca falta una guitarra), y en un segundo paso, llevando a cuestas mis pocos años y toda la necesidad de dar mi canto, me animé a pedirle al conductor de un evento que se desarrollaba en la ciudad de Mercedes, que me dejara subir, que quería cantar… No sé, me habrá visto con tanta decisión, que me dejó subir. Transformado –allí en el escenario- puse todo de mí: piel, voz, fuerza y ganas, muchísimas ganas de cantar”, solía explicar a un periodista cuando le preguntaba sobre sus raíces.

Oviedo se inició desde pequeño en el ámbito del que luego se lució nítidamente, a la par de otros grandes. Fue uno de los propulsores del llamado “folclore romántico de los 90”. Parnaso Record fue el sello que editó su primer trabajo, cuando tenía apenas 15 años. Luego se unió a Los Gauchos de Güemes, con quienes grabó tres LP en RCA Víctor, recorriendo la Argentina y países limítrofes. En 1988 llegó su gran éxito con el primer disco en solitario: “Alberto Oviedo: Folklorista”. La idea del sello editor, Music Hall, fue hacer de esta publicación una especie de carta de presentación (de allí el título), donde pudo reflejar con las canciones elegidas, su actitud de siempre de darle a sus raíces -el folclore- el aire renovador que surge como una necesidad; por esto, el acompañamiento de la Orquesta Juvenil del Teatro Colón, integrantes de la Camerata Bariloche y músicos de la talla de Daniel Vinelli y otros renombrados astros de jerarquía. Luego, apoyado por el público y el periodismo especializado, Music Hall, lanzó el siguiente CD: “Raíces y Alas”, que contiene, entre otras, la zamba “Jazmín de Luna”. Según el legendario periodista Julio Márbiz, histórico conductor del festival de Cosquín, “Raíces y Alas” marcó una etapa en el folclore,  sirviendo de proyección para el cancionero popular actual. Fueron muchos los artistas que eligieron, luego de este trabajo, temas para sus repertorios. Este disco, designado por el COMFER, participó en el rubro “El mejor entre los mejores” del IV Festival de Programas Musicales de Radio, que se realizó en la ciudad de Shangai, siendo el ganador del mismo, compitiendo entre 50 países de todo el mundo”. Posteriormente, grabó “Continental” (1993), registro que fue nominado para los Premios ACE en el rubro “Solista Folclórico”. En él quiso rescatar ritmos, sentires de todo el Continente, porque consideró que la música es unificadora desde el amor por las propias raíces. En 1995 Sony Music, editó “Corazón en Llamas”, que contó con los arreglos de Gabriel Senanes, reconocido periodista y compositor argentino. En “Camino al Amor” (1996), incluyó temas muy bellos de Daniel Toro. En agosto de 1997 realizó una gira por Australia, junto con Horacio Guarany y Eduardo Falú, en las ciudades de Canberra, Sydney y Melbourne. Esta tournée, que le dio grandes satisfacciones, generó varios proyectos posteriores. En la temporada 1998/99 grabó “Hachazos”, disco con arreglos de Juanjo Domínguez y la participación de Horacio Guarany. Esta nueva entrega tuvo gran repercusión no sólo en el país, sino sobre todo en Chile y en otros países latinoamericanos. Finalmente, su álbum póstumo, número doce, fue “Para que tú me quieras”. Pero entre marzo y mayo de 2006, alcanzó a grabar con el escritor Carlos Morris el CD “Pescadores de Perlas”, una hermosa serie de historias y canciones de amor.

“Oviedades en escala musical” se llamó un programa cultural que condujo para Radio Nacional, emitido en vivo desde los estudios Dimar, en Avda. Córdoba 1665, de la CABA. En él, Oviedo abarcó todos los géneros, orientado a difundir todas las vertientes del arte, con vinculación expresa de poetas, pintores, escritores, actores, músicos, cantantes, productores, invitados, protagonistas populares.

Compartió escenario con figuras de la talla de Mercedes Sosa, Argentino Luna, Horacio Guarany, Eduardo Falú, Luis Landriscina y Yamila Cafrune (hija del recordado Jorge Cafrune). También fue un gran amigo del humorista cordobés Carlos Álvarez. “La Negra”, que solía invitarlo a cantar en sus recitales, decía de él: “Alberto Oviedo tiene una de la voces más hermosas de este país, es de los cantantes de folclore que uno siente placer al escucharlo". También Luis Landriscina aportó lo suyo en su momento: “Me emociona profundamente. Espero que quienes lo escuchen disfruten como yo estos grandes valores que Alberto logra transmitir".

Tuvo una activa participación en los festivales más importantes del país, tales los casos de Cosquín, Baradero, Olavarría y Jesús María. En el '98 dejó la calidad interpretativa acostumbrada y cantó junto a "Chochi" Duré en el acordeón su antológica versión del carnaval cruceño, Amor Salvaje. Por otro lado, en 2012, formó parte del elenco del programa televisivo semanal "La Fama es puro Cuento" conducido por Juan Imperial y en el que participaban, entre otros,  Horacio Molina, Ricardo "Chiqui" Pereyra, Calígula, Gaby "la voz sensual del tango" y el bandoneonista Leopoldo Federico.

A un año exacto de su inesperada muerte, tuvo un épico espaldarazo en la quinta luna de Cosquín (enero de 2013) con el bellísimo tema de Jorge Milikota, “Jazmín de Luna”, una zamba que hizo temblar a toda la plaza Próspero Molina.  Esta versión de Milikota fue grabada por varios intérpretes, como Horacio Guarany, Los Tucu Tucu, Los Cantores del Alba, Chango Nieto y Los Quilla Huasi, entre otros, pero nadie la cantó con más dulzura, emoción y ternura que Alberto Oviedo. Basta con hacer un recorrido por YouTube y comprobarlo con un simple clic

El jueves 5 de diciembre de 2013 recibió otro significativo premio: fue galardonado por su trayectoria en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación. Se trató de una iniciativa del empresario y productor cultural José A. L. Valle, quien lo hizo en conjunto con el Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO), la diputada nacional Virginia Linares y la adhesión del presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez.

Entre sus grandes sucesos, cabe mencionar a las siguientes canciones: El Cristo de los villeros, Jazmín de luna, Cenizas, Tendrás un altar, A Don Horacio Guarany, Polvo en el viento, Grito verde, La sombra del reñidero, Pilmaiquen, Gusto a boliches, Alba Llalek, María de siempre, A Venezuela, La lluvia de la ciudad, Ángel de barro, Ritual mataco, Alfarera de la vida y Del corazón para afuera.

 

El adiós del “Negro” Alvarez a su amigo

El "Negro" Álvarez, al enterarse de la muerte de su gran amigo, no ocultó su enorme tristeza. "Me había llamado hace poco porque quería que cantáramos a dúo en un disco. La verdad es que era un tipo muy querido. El “Negro” manifestó que a Oviedo lo admiraba como cantante y que éste a su vez "era hincha" de su sobrino, Marcelo Álvarez. Siempre me decía que le hubiera gustado cantar lírico. Era un cantante y una persona excelente”.

“Cuando alguien se nos va de improviso, sin llegar a despedirse, nos queda el vacío de la angustia, la verdad inocente de los proyectos ahora truncos, los días pasados con toda la vida por delante, la eternidad de los encuentros que con cada día se vuelven más valiosos, más voraces en el recuerdo, más propios e indelebles. Si parece que recién hubiera terminado de grabar su último programa de televisión que aún no salió al aire. Si fue ayer, o la semana pasada, lo mismo da, que quedamos en vernos para diagramar próximas presentaciones. Cuando alguien se va sin despedirse la angustia trae una vorágine de recuerdos antes vagos que ahora se vuelven nítidos. Cuando el que se va es un cantante como Alberto Oviedo, la guitarra se vuelve lamento y su voz un signo permanente de Jazmín de luna, de Cenizas o simplemente de una evocación a Atahualpa Yupanqui cantándole a su guitarra estos versos del Adiós: "Aunque llores lo que llores sobre este corazón mío /aunque convierta mis manos en cuna de tus suspiro /,aunque se queden tus ojos, tras de mi huella prendidos /y yo camine en lo llano como bajando al abismo / cuando la última flor del cerezo haya caído / amiga yo estaré lejos, muy lejos por el camino".

 

JAZMIN DE LUNA

Por esas calles del amor llegaste a mí,

Era verano y tu piel estaba en flor

Jazmín de luna llevaba tu pelo,

Ardía en tus ojos la noche de enero

Y tu vida estalló en mi vida,

Corazón sediento, vacío de amor.

 

Y poco a poco fui perdiéndome en tu piel,

La serpentina de tu boca me atrapó.

Como un fantasma cruzaba los días

Dejándolo todo por sentirte mía.

Y en el claro perfil de tu nombre

Aprendió mi sangre a nombrar el amor.

 

Y te vi llorar,

Te oí gritar mi nombre enamorada

Y fue tu voz una caliente puñalada

Que me quemó en el adiós porque te amaba.

Y en tu boca de azúcar quemada

Se fue para siempre mi sueño de amor.

 

Celeste diosa del amor yo te creí

Con tu sonrisa y tu cara angelical

Pero es que el cielo también tiene espinas

Con fulgor de ángel, con temblor de niña.

Y tu vida estalló en mi vida

Corazón sediento, vacío de amor.

 

Nos prometimos luchar juntos hasta el fin

Y a tu egoísmo no pudiste resistir,

Al primer golpe abriste las alas

Y volaste lejos, más allá del alma.

Y tu vida se llevó mi vida

Trenzada en el vuelo de tu desamor.

 

Letra y música: Jorge Milikota

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