miércoles 24 de abril de 2024

NACIONALES | 12 ene 2018

Semanagro

Chacareros: el presente los condena

La baja de las retenciones generó una inusitada crítica hacia el sector rural pero son pocos los que se favorecen y muchos más los que hacen el papel de villano sin serlo. Es la misma dirigencia, empujada por las bases, la que da señales claras de agotamiento al gobierno y le pide respuestas a sus permanentes reclamos.


Por: OMAR MERAGLIA

El gobierno anunció una nueva rebaja en los derechos de exportación de la soja y con ello reabrió la polémica acerca de las “dádivas” que la gestión Macri otorga a los productores agropecuarios.

Con los piedrazos y cacerolazos frescos, así como la represión frente al lugar más claro del debate democrático como lo es el Congreso de la Nación, era lógico que esta quita de impuestos al sector de producción granaria sirviera para cuestionar (una vez más) la polémica reforma jubilatoria.

Pero lo más preocupante es la condena social que reciben los productores cuando el beneficio que pueden percibir es mínimo o casi nulo y la verdadera “parte del león” se la llevan los exportadores, esos que casi nunca pierden.

Y mientras algunos medios de comunicación se preocupan en resaltar los “miles de millones” que el Presidente le “regala” al campo, las entidades agrarias no saben cómo contener la debacle que se avecina.

Hay que entender que estamos ante nuevos escenarios comerciales a nivel mundial y que Mauricio Macri apela casi obsesivamente al “pensamiento mágico” como forma de seguir sustentando una economía insustentable en una cotidianeidad de extrema decadencia.

Y en ese marco se visualiza un conflicto social en el que el enfrentamiento termina siendo entre pares.

Porque ocurre que si en la conversación de las grandes urbes aparecen mensajes contrarios al campo, la cuestión no pasa de allí.

Pero si en ciudades como la nuestra, donde confluyen diversas economías y entre ellas la rural, se acusa a un productor de quedarse con el dinero de los jubilados es, al menos temerario y lamentablemente, así ocurre.

Entonces, por ignorancia, quedamos inmersos en polémicas falaces donde miramos con recelo al chacarero que tenemos de vecino en la creencia de que se está quedando con dinerillos que debiera recibir algún abuelo y en verdad, nada hay más alejado que eso.

Pero, paradójicamente, es este gobierno que vino a “unir a los argentinos” el que deja cabos sueltos para ir acrecentando la brecha que ya venía acrecentada, valga la redundancia.

Y es este gobierno que, con el objetivo de dar un mensaje “positivo” al campo, lo hunde en sospechas del más bajo tenor.

Se trata casi de un cuadro kafkiano donde se pretende dar a entender que todos ganan, cuando en verdad casi todos pierden y son los de siempre (por lo general foráneos) quienes se llevan las palmas y las ganancias.

Hay una realidad: el productor agropecuario recién está saliendo del estado de hipnotismo en el que se sumergió durante el gobierno anterior.

Hipnotismo que lo paralizó y que pensó en superar en diciembre de 2015 y ya lleva dos años viviendo en “modo zombie” con un gobierno “amigo” que al mejor estilo porteño lo ha estado “chamuyando” durante casi 800 días.

Si realizáramos una encuesta entre diversos subsectores del agro, por caso avícolas, frutícolas y hortícolas, no dudarían en afirmar que “antes” les iba mejor.

ULTIMOS DIAS DE LA VICTIMA

Cuando decimos el “campo”  nos referimos a los productores y a toda esa maquinaria que mueve a partir de la generación de materia prima.

Enumerar cada eslabón de esa impresionante cadena resultaría tedioso, pero bien vale señalar que desde el vendedor de autos al gomero y desde el banquero al heladero, se llevan una parte de esa renta cuando, claro está, queda “en casa” y no cuando la manejan desde fuera del distrito.

Sin embargo, y aunque parezca una desmesura decirlo desde estas páginas, el campo aparece hoy en la Argentina en un estado preocupante sin horizontes claros, sin capacidad de reacción y sin nuevos proyectos.

Y aunque resulte fácil como lo hacen todos, achacar las secuelas al gobierno anterior, ocurre que el actual ya lleva dos años y no ha hecho más que acrecentar la agonía.

Es la misma dirigencia, empujada por las bases, la que da señales claras de agotamiento al gobierno y le pide respuestas a sus permanentes reclamos.

Y el gobierno responde con fantasiosos planteos dignos de un mundo perfecto o como pasó ahora con las retenciones otorga privilegios que terminan recayendo en otras manos y no en la de los chacareros.

En el medio de esta vorágine nadie entiende muy bien el tema y en la “discusión cafetera”, se mira de soslayo al ruralista que pasó con camioneta nueva, la cual es su herramienta imprescindible y que seguramente la sacó a crédito, y que no sabe cómo lo pagará y mira al cielo cada madrugada esperando una respuesta optimista de un clima que desde hace un tiempo se presenta hostil.

Pero tampoco se trata -en consecuencia- de si lloverá más o menos, se trata de un sistema agrícola extractivo que está poniendo en peligro su patrimonio, el de la aptitud de las tierras.

El debate habrá que darlo en esos ámbitos. Ya no alcanza con llevarlo siempre a los mismos terrenos tan agotados como los propios campos.

El agro hoy debe aprovechar la tecnología de modo sustentable y no como hasta ahora dejando que se transforme en una actividad extractiva y contaminante.

Bienvenida la vuelta de la ganadería, la rotación y nuevas formas de producción.

Al fin y al cabo este productor no tendrá responsabilidad frente al saqueo de las jubilaciones a cambio de retenciones, pero sí deberá explicar a hijos y nietos cuando lo interpelen sobre el saqueo de la naturaleza, a través del envenenamiento de la tierra, el agua y el aire, por el abuso de agroquímicos.

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