viernes 19 de abril de 2024

LOCALES | 11 feb 2018

Mamá Cultiva Argentina

Cannabis medicinal: objeciones y reclamos por una ley signada por la controversia

SEMANARIO consultó a Valeria Salech, presidenta de la Asociación Mamá Cultiva Argentina, quien brindó testimonio sobre la experiencia vivida con su hijo Emiliano.


Por: LUCIANA CAMARERO

El 29 de marzo del 2017, el Senado aprobó la ley 27.350 (reglamentada en octubre), que regula el uso de cannabis medicinal y pone en marcha el Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis, sus derivados y tratamientos no convencionales.

Aún así, si bien la legalización de la marihuana medicinal fue un avance y un logro en materia de concientización, porque muchos comenzaron a ver en la planta propiedades curativas, la ley es incompleta ya que no contempla el autocultivo, un punto fundamental para muchas familias. En muchos casos porque el aceite de Charlotte es el único habilitado en el mercado pero a un costo muy elevado. Por este motivo, muchas madres lograron, con sus propias manos, un aceite de calidad elaborado a partir de las plantas que crecen en sus hogares.

SEMANARIO se comunicó con Valeria Salech (FOTO), presidenta de la Asociación Mamá Cultiva Argentina, quien brindó testimonio sobre la experiencia vivida con su hijo Emiliano, a quien le diagnosticaron un autismo severo.

El cannabis llegó a sus vidas por intermedio de la revista THC, que publicó en uno de sus números casos de madres que cultivaban marihuana para sus hijos con epilepsia. A un año de dicha publicación, Valeria le dio por primera vez a su hijo aceite de cannabis.

En 2016 comenzó a militar en la causa, formando Mamá Cultiva Argentina con los objetivos de cultivar cannabis en forma individual y colectiva, promover leyes que permitan y faciliten el uso de marihuana medicinal, y luchar por la libre información respecto al tema y a la accesibilidad sin restricciones económicas a quienes necesiten de esta alternativa.

El compromiso con el cultivo no está relacionado a la venta, sino a una alternativa medicinal comunitaria proveniente de una planta por años criminalizada.

“Para ello hacemos talleres, seminarios y hemos podido poner en funcionamiento un Espacio de Contención y Orientación, donde brindamos acompañamiento psico-clínico, y de cultivo”, destacó Valeria.

-¿Cuáles son las demandas más visibles por las cuales muchas personas empiezan a ser conscientes del poder curativo del cannabis?

-Las personas que llegaron a Mamá Cultiva durante el año 2016 eran casi todas madres con encefalopatías muy severas donde la medicina tradicional no tiene respuestas, pero la realidad es que a mediados del 2017, cuando se aprobó la ley, empezamos a recibir mucha gente adulta con dolor crónico y con enfermedades para las que tampoco tiene respuesta la medicina tradicional.

-Si bien la legalización del cannabis medicinal fue un logro, ¿qué contradicciones encuentran en la ley?

-Cuando nos acercamos al Congreso fuimos a decir que somos personas que cultivamos cannabis con fines medicinales porque la ciencia, hoy en día, no tiene respuestas para un montón de patologías, entre ellas las encefalopatías severas que tiene muchos pacientes pediátricos y que llega un punto donde la medicina alopática no tiene más nada para darte y la calidad de vida de los chicos no es la mejor que pueden tener.
 Con esta planta descubrimos que uno puede mejorar sustancialmente la calidad de vida y no es que elegimos cannabis porque nos gusta más que otra cosa, simplemente no hay otra cosa que produzca o que mejore la calidad de vida al punto que la produce la planta de marihuana.

-Que no se legalice el autocultivo, ¿permite el enriquecimiento de las empresas farmacéuticas?

-Cuando fuimos a hablar con cada uno de los Diputados y Senadores y participamos de tantísimas reuniones de bloque, de asesores, de comisión. La verdad es que nos llevo todo el 2016 militar esta ley, si bien la mayoría entendía y estaba comprometida con lograr lo que nosotras pedíamos que era que se nos blanquee, la realidad es que los diputados y senadores oficialistas que responden a este gobierno nos dijeron que ellos no podían avanzar en materia de autocultivo, que podían ayudarnos con la ley de cannabis medicinal que promoviera la investigación, la producción nacional pero que de ninguna manera podían aceptar con el autocultivo porque era una bajada de línea del gobierno y que desde el Ministerio de Seguridad nunca iban a aprobar que haya una ley como la que nosotros pedíamos.

Después, cuáles son los intereses que tiene el gobierno como para priorizar la importación de productos ante la producción nacional, o cuáles son los intereses que tengan con respecto a favorecer a la industria farmacéutica por encima del interés general de la población, hay que preguntárselo al gobierno.

-Apenas se aprobó la ley, se abrió un registro de pacientes para que se anoten con fines de investigación y así recibir el aceite de cannabis. ¿Funciona?

-El Estado te puede proveer de aceite medicinal si vos formas parte de un protocolo de investigación y por supuesto este programa fracasó porque nadie se anota para ser conejillo de india de nadie, y por otro lado, el único aceite que se está importando hoy es el de Charlotte que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica -ATMAT- sólo permite importarlo para epilepsia refractaria, con lo cual hay entre nueve y diez personas registradas en ese programa y no creo que haya muchas más porque los usuarios, y las familias de usuarios, no necesitamos que se nos trate como conejillos de indias, ni que se pruebe en nosotros distintos productos elaborados en el exterior, sino que lo que necesitamos es poder cultivar nuestra propia medicina.

-Teniendo en cuenta que cada patología merece un tratamiento especial y que, por ende, las variables de aceite de cannabis son muchas, que exista un aceite elaborado por bioquímicos, ¿en qué favorece y en qué no?

-Siempre que haya una producción nacional de aceites es una buena noticia, yo creo que no se contrapone con el autocultivo. Todas las variables son válidas y desde Mamá Cultiva vamos a apoyar cada una de las gestiones y de los avances que se hagan en materia de investigación y también en materia de producción nacional. No es que es una cosa o la otra, creo que todo suma y todo tendrá su público. Hay personas que preferirán productos elaborados por la industria farmacéutica nacional, otras un producto importado y también estamos las que preferiremos seguir cultivando lo que sabemos que a nuestros seres queridos les hace bien.

-¿Cómo ven a la ciencia, la medicina y el sistema de salud?

-No estamos en veredas opuestas, creo que tenemos que ir todos por el mismo camino. Como madres o usuarios, con mucha experiencia en el tema, hoy que tenemos un espacio de contención donde nos escuchamos todo el tiempo y lo hacemos desde la premisa de ser horizontales, nos damos cuenta que el problema no es ni la ciencia, ni la investigación, ni el usuario, sino que es un problema de políticas públicas. Como está planteado el sistema de salud y la mirada que tiene  hoy sobre la vida de las personas como seres biológicos que padecen una enfermedad contra la que tienen que luchar, este tipo de terapia no cuadran.
La terapia con cannabis es un tratamiento en donde el médico y el usuario comparten una decisión, una visión, estudian cada caso. Es una terapia que necesita un seguimiento exhaustivo, probar distintas variedades. El usuario quizás  pase por varias plantas antes de encontrar la suya propia, y en el sistema de salud hegemónico en donde estamos viviendo, este tipo de terapia no cuadran.
Lo que nosotros necesitamos es interpelar el sistema de salud y proponer construir una salud comunitaria y humanitaria donde el médico no tenga sólo 15 minutos para atendernos y dónde no tengamos que esperar el turno durante seis meses, sino que sea un medico que acompañe, que aprenda del paciente y el paciente del médico. Que a su vez haya psicología como parte de un programa de salud porque las personas somos seres sociales, en un contexto social y la salud no es la falta o no de enfermedad sino todo un equilibrio biofísico mental en un contexto social. Yo creo que lo que la planta nos viene a proponer es interpelar este sistema de salud donde uno tiene una enfermedad y entonces necesita acceder a la salud. Y esto no es así, uno a veces no tiene salud aún no teniendo ninguna enfermedad y viceversa.
La medicina debe ser humanitaria, sino es industria farmacéutica.

-Quienes fabrican sus aceites en “forma clandestina” (la ley no contempla el autocultivo) concuerdan con que el aceite que han conseguido elaborar con sus propias manos no es el mismo que los elaborados en laboratorios…

-Sí, uno de los pilares por la lucha del autocultivo es que es una planta con mucha riqueza individual. Cada planta tiene sus beneficios y todas las plantas son distintas, depende también mucho en dónde se cultive, en qué momento se corte, cómo se prepares los aceites, con más o menos temperatura. Hay mucho para recorrer todavía y nos damos cuenta que eso, para la industria farmacéutica, es una contra porque no pueden estandarizar y es un punto a favor del autocultivo porque nosotras sabemos que con distintos métodos se pueden obtener distintos resultados. Es una de las razones por las cuales luchamos por el autocultivo.

-¿Por qué hay médicos, especializados en cannabis, que están a favor del autocultivo y otros no?

-Hay médicos conservadores y tienen una mirada del paciente como un ser biológico que tiene un defecto, o un problema biológico. Y están los médicos más humanitarios que ven en el paciente un individuo íntegro, en un contexto social, con una determinada actitud hacia la vida y entienden que las terapias con cannabis necesitan de médicos que tengan tiempo, que puedan aprender de sus pacientes y que tengan en su cabeza la salud como una construcción comunitaria de la sociedad en la que vivimos. Es una construcción social la salud, no es tener o no tener enfermedad.

-A partir de la sanción de la ley, mucha gente comenzó a ver en la planta de marihuana “poderes curativos”. De todas maneras, una gran porción de la población ve en la liberación del autocultivo la posibilidad de utilizar la planta solo como estupefaciente. ¿Cómo analizan ese aspecto?

-Cuando en marzo empezamos a militar la ley de cannabis medicinal, repartíamos panfletos por las calles y mucha gente hacía la vista al costado. Cuando terminaba el año la gente se agolpaba para recibir información.
Creo que fue un trabajo colectivo entre los trabajadores de los medios, los relatos de las valientes personas que salieron a hablar en público de los efectos del cannabis, de los actores y actrices que participaron en distintas campañas de difusión, de los valientes que generaron espacios para el debate en facultades donde todavía era un tema tabú y sigue siendo para siempre una construcción colectiva. Que la gente pueda cambiar la mirada y empezar a ver a la planta como lo que es, con propiedades medicinales, depende pura y exclusivamente del compromiso que nosotros, como sociedad, asumamos para con la verdad.
No estamos apurados, sabemos que los cambios de paradigma llevan tiempo y estamos atravesando ese proceso, no solamente en Argentina sino en el mundo. En Israel hace 20 años que se estudia y se investiga sobre cannabis y mucha gente aún hoy está en contra.
Todo se construye colectivamente, nada pasa de un momento para el otro porque sí.
Apostamos a la construcción colectiva, horizontal y con líderes femeninos a la cabeza de todo cambio de paradigma. Creo que estamos acertadas porque sabemos que la lucha es feminista y esto es así porque tenemos la salud expropiada, así lo sentimos y así lo vivimos. Queremos por fin tener soberanía sobre nuestra salud, tomar nuestras propias decisiones y decidir qué hacer con nuestro cuerpo, y en nuestro caso, con el de nuestros hijos para tener una mejor calidad de vida y en esa decisión  no se puede meter nadie. Creemos que es una decisión totalmente individual y sentimos que tenemos el derecho a elegir que tratamiento queremos para mejorar nuestra salud.

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