martes 23 de abril de 2024

LOCALES | 20 feb 2018

FALTA DE PREVENCION Y CONTROL

Fiestas privadas en Junín, un problema que crece y no pueden (quieren) frenar

Si bien existe una ordenanza que las regula, y el municipio prometió “tolerancia cero”, sus organizadores aprovechan la “zona liberada”. Se repiten en quintas, hasta donde llegan menores de edad, a través de las redes sociales, y donde circulan drogas y alcohol sin control. Las autoridades, bien gracias.


Por: Redacción Semanario

El descontrol es la palabra que define la situación. El gobierno de Petrecca, a un año de anunciar con bombos y platillos la sanción de la ordenanza (Nº 7061) de regulación de las fiestas privadas, no quiere ni puede evitar masivas concentraciones de jóvenes en propiedades particulares, sobre todo quintas.

Se conforman con una especie de ‘corredor de seguridad’ muy light que sólo incluye a los boliches ubicados sobre avenida de Circunvalación. El resto: bien, gracias.

De todos modos, ni hablar de realizar controles de alcoholemia a los alrededores. De hecho, se desarrolló un muy promocionado “Beer and Food Truck” en proximidades del Complejo Municipal: ahí la cerveza corrió como agua, pero los inspectores sólo se hicieron presentes para tratar de ordenar el tránsito.

Los atribulados funcionarios municipales ya no saben qué decirle a la gente: van a algunas reuniones que se realizan en barrios, pero ante los planteos tartamudean, prometen, buscan atajos y no cambian nada.

Es que casi sin personal en el área de Inspección General -que estaba a cargo de Walter Ledesma, el fiel que pecó y debió ser separado-, con deficiencias de todos colores en una cuasi desaparecida Agencia Municipal de Seguridad Vial y la multiplicación constante de los focos de conflicto, se hace muy difícil para los actuales jefes Mario Olmedo (Inspección General) y Martín Oca (AMSV) fijar un rumbo.

No hay personal, no disponen de movilidad, no se hacen cursos de capacitación, no se entregan los elementos de seguridad y vestimenta necesarios a los empleados, los sueldos son bajos… son demasiados factores como para pensar en revertir una situación que lleva décadas y se agrava cada vez más los fines de semana.

Y por más que lluevan recursos para el “soldado de Vidal” y el presupuesto 2018 se prevea en la escalofriante cifra de 1.300 millones de pesos, no parece emerger una mano firme desde el municipio dispuesta a cambiar las cosas.

LAS FIESTAS

“Esta ordenanza viene a regular y suplir el vacío legal existente, es una herramienta más para que el municipio pueda utilizar su poder de policía respecto al control, prevención y sanción de este tipo de eventos excepcionales de diversión organizados en inmuebles privados, tal como se los menciona en el texto de la ordenanza”.

Así se presentaba en sociedad a fines del 2016 la flamante ordenanza que venía a curar todos los males de la clandestinidad y sus efectos secundarios. Lo que no se sabía entonces es que después no se contaría con los medios necesarios para ponerla en práctica. Ni con la decisión política de hacerlo, Lía Castratovich (impulsora del reglamento) mediante.

Este verano se multiplicaron las fiestas clandestinas en distintas partes de la ciudad y, aprovechando las altas temperaturas, sobre todo se organizaron en casaquintas.

Los funcionarios municipales, en una reunión con vecinos de los barrios Real, Moya y Jardín que tuvo lugar la semana pasada, fueron especialmente ‘atacados’ por las fiestas que se suceden en una propiedad ubicada sobre calle Las Acacias, una quinta emblemática que se alquila y acumula infracciones, pero que jamás fue desalojada.

A lo largo y ancho del Camino al Balneario, durante todo el verano, se sucedieron los encuentros juveniles, convocados a través de mensajes y cadenas de whatsapp y las redes sociales.

En muchos predios, las fiestas tienen lugar en forma habitual, para horror de vecinos que ven transformadas sus tranquilas calles en pistas de carreras y no pueden conciliar el sueño por la música alta y el desfile constante de gente.

Y los chicos se enteran siempre dónde está el lugar de concentración de turno. Pero las autoridades municipales son como el cornudo de la película, allá van al final del carro y llegan para los postres -si llegan-.

Por eso, este verano la vedette fue el descontrol. Vía libre para el alcohol, los peligros, las concentraciones no autorizadas, las molestias a vecinos y el descanso de las normativas vigentes, que quedaron bien guardadas en un libro gordo del Concejo Deliberante o flotando en las letras de un documento de word.

Acá en Junín, como en la selva, vale todo.

SIN TRABAJO PREVIO

La ordenanza que regula las fiestas privadas hace hincapié en la tarea de prevención. O sea: evitar que lleguen a concretarse.

Pero el pobre Mario Olmedo, en realidad policía retirado y coordinador de la Secretaría de Seguridad ¿ad honorem?, debió hacerse cargo de Inspección General tras el incendio de Ledesma, pero no quiere permanecer allí. No sabe, no le interesa, no está cómodo… encima, le falta personal y los reclamos diarios se le multiplican.

En cualquier otra comuna que funcione, desde esta área debería hacerse un “trabajo de inteligencia” los viernes y sábados por la tarde, sobre todo. Esto implica un par de inspectores motorizados recorriendo las zonas ya definidas, atentos al desembarco de alcohol en grandes cantidades o equipos de música o cualquier otro elemento que pudiera hacer pensar en una utilización nocturna.

También existe la posibilidad de efectuar una minuciosa búsqueda por las redes sociales: siempre hay un dato que se filtra al público: entradas a la venta, convocatorias, mensajes… pero parece que no hay nadie en el municipio que pueda cumplir esta tarea de pesquisa.

NO SE PUEDE

En esa reunión realizada los últimos días entre autoridades municipales y vecinos del Camino a la Laguna, el sucesor del bombero loco en la AMSV, Martín Oca, fue el encargado del ‘sincericidio’ de la semana.

“Hay personal pedido desde el año pasado”, pero todavía no pasa nada…” dicen que dijo cuando le exigieron más rondines y controles, sobre todo cuando cae el sol.

Por la falta de móviles y personal, y la incertidumbre respecto a sus propios pedidos hacia el Departamento Ejecutivo, Oca prefirió no comprometerse a prometer un servicio más eficiente. O sea, fue, escuchó los reclamos con gentileza y… nada más. El juego de la Oca ya empezó...

En Inspección, en Seguridad Vial, en Seguridad… el municipio está haciendo agua. No dan pie con bola, a dos años de gobierno, pero al menos tienen suerte: no hay un muerto por día.

NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL SÁBADO 17 DE FEBRERO 2018 

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