Por: Andrés Rissolo

A más de cinco años del cierre de la pista de aterrizaje del Aeroparque Junín, debido al deterioro de la capa asfáltica y por ende del riesgo para las aeronaves en su uso, hoy nos encontramos ante el cambio de prioridades propuesto por el propio intendente Pablo Petrecca a la gobernadora María Eugenia Vidal, y a la desidia del Aero Club Junín quienes sustentan una retrograda propuesta de realizar una pista más corta y de tierra.

Desde hace mucho tiempo que ronda en la mente de algunos juninenses la pregunta ¿a quién le conviene un Junín subdesarrollado? Y la hipótesis tiene sustento aún si se enfoca desde varios aspectos, de los cuales obviamente se destaca el económico. El caso del Aeroparque Junín es parte de ese botón de muestra que marca la realidad.

A partir de los pedidos nunca escuchados del por entonces intendente municipal Abel Miguel a la gobernación, meses antes de su despedida después de veinte años de gobierno, la llegada del Mario Meoni pudo haber cambiado la historia de la pista de aterrizaje cuando era ladero del ex presidente Néstor Kirchner y éste le decía “pedime lo que quieras”.

Kirchner vino dos veces hasta nuestra ciudad con el avión presidencial TC 02, la segunda de ellas acompañado por su esposa Cristina Fernández y una nutrida comitiva integrada, entre otros, por un destacado arquitecto juninense, muy allegado a la pareja presidencial, que en momentos de espera de la aeronave escuchó el lamento autóctono de “qué lástima la pista”,  a lo que el arquitecto preguntó “¿qué tiene la pista?”. La respuesta, aunque tibia, no se hizo esperar: “está deteriorado el asfalto, partido en algunas partes”; el experto espetó: “por qué no me lo dijeron antes”.

Luego llegó la famosa resolución 125 y el salto gatopardista de Mario Meoni, del oficialismo de Kirchner al vicepresidencialismo de Cobos, y de allí al ducto a todas las esperanzas de reparar por vía rápida y gubernamental la pista de Junín.

En adelante y bajo el estigma “golpeá que te van abrir”, todas las demás gestiones fueron ingentes pero además, estriles e impotentes. Andando por un camino de años, de puerta en puerta, oficinas, ministerios, secretarias, subsecretarias y hasta algunas porterías, buscando, vanamente alguien que pudiera al menos, al fin, hacer algo.

En 2014, la gobernación realizó obras con un presupuesto de 4,7 millones de pesos, en el marco de la modernización de todo el sistema aeronáutico de la Provincia que incluyó trabajos en el aeropuerto de La Plata y la reconstrucción del aeródromo de Trenque Lauquen y obras por un valor 5,6 millones de pesos y la reconstrucción del aeródromo de General Villegas. ¿Y Junín? Mal, gracias.

A un lado del aeroparque se encuentra el Aero Club, cuya entrada está ubicada en el km 155,5 de la Ruta Nacional 188. El Aeródromo de Junín tuvo algunas experiencias en vuelos regulares de pasajeros hacia Buenos Aires, durante las décadas de 1980 y1990, pero no tuvieron continuidad.

También fue centro de distintas operaciones de entrenamiento de paracaidismo, transporte, y logística militar, en la que participaron aviones de las características del Hércules C 130, los Fokker F 27 y 28, el IA 58 Pucará, Boeing 727, Lear jet, etc. Entre ésta operatividad se encontró también la recepción de aviones birreactores y helicópteros pertenecientes a diferentes ejecutivos empresarios y el del presidente de un banco internacional español, que en sus vacaciones se escapaba hasta una estancia cercana a Junín para desarrollar su hobby de la caza.

Quizás la voz del banquero gallego haya sido la única de peso que se haya escuchado por el cierre de un aeroparque allende de los mares, con real sentimiento, mucho más que las afonías locales de los intendentes, del Concejo Deliberante, siempre autista, ausente, en la resolución de hechos importantes de la ciudad que quedan bajo la tutela del mandamás de turno del ejecutivo.

En ésta oportunidad, el profeta de María Eugenia Vidal, Pablo Petrecca, pactó en forma silenciosa la postergación de las obras del aeroparque por otra más del tipo político. Seguimos como la patria en 1810 y los juninenses queremos saber de qué se trata lo hablado a escondidas, aunque al Concejo de Deliberante no le importe.

El flujo aéreo despreciado por Junín es bienvenido por Pergamino, que en su permanente afán de por denostar a Junín y coronarse como centro del noroeste bonaerense, no ceja en su puja por sacar rédito de las ineptitudes políticas de los juninenses, que le regalan oportunidades increíbles.

Por caso, nada más, como muestra, la bomba de cobalto que estaba en el Hospital Interzonal General de Agudos “Abraham Félix Pinyero” no podía, ni debía, reparase porque era vieja, cara, imposible, etc. Meses más tarde, nos desayunamos que en la vecina ciudad se hizo un centro oncológico modelo con una bomba de cobalto de última generación obtenida con aporte provincial. No sería raro pensar que en momentos en que circula a nivel regional de un hospital municipal para Junín, el HIGA pudiera ser trasladado a Pergamino. Como bien dice el dicho popular “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

La autopista Nº 8, los trenes a Retiro y la pista asfaltada e iluminada que posee Pergamino, hace que su parque industrial se mejor posicione dentro de las apetencias de empresarios, que en primer término tienen varias opciones de acceso a esa ciudad, y de última en menos de 45 minutos pueden acceder desde Capital Federal vía aérea.

En Junín, la construcción de la Autovía 7, lograda por los descomunales esfuerzos de los vecinos de Chacabuco, más que algún mérito local, el aún descontinuado acceso a Capital Federal, vía ferroviaria, y el desértico panorama del aeroparque, bien comulga con una idea de parque industrial más a fin al galpón del abuelo.

Más que un parque es un gran depósito, el área industrial de Junín presentada en la casa de la Provincia de Buenos Aires en la CABA por el entonces intendente de la ciudad Roberto Antonio Sahaspé. Para su buen funcionamiento  hoy carece de cosas esenciales, como el asfalto para transitar, suministro industrial de gas y energía eléctrica, el tratamiento de las aguas industriales, tratamiento de  desechos químicos, de un cuerpo de bombero estable, in situ, para no permitir que el principio de incendio se propague y si lo hace atacar al fuego hasta la llegada de los refuerzos del cuartel; la de una sala médica con quirófano de primera atención, para atender casos graves en primera instancia y luego si derivarlos al hospital... son imágenes que se mantienen en el tiempo junto a la filosofía retrograda que representa. Las potencialidades de la ciudad no les interesan a los políticos ni a sus ciudadanos.

En éste sentido bien podríamos incluir al Aero Club que, a diferencia de otrora, cuando contaba con una flota de más de 11 aviones, ahora la entidad tiene en su haber un solo avión de instrucción, pero no se privan de una piscina y hermosas instalaciones sociales que lo perfilan más a un club country privado dedicado al “aquadance” que a un club de aviones. La retrograda propuesta del Aero Club de hacer un pista “más corta y de tierra” no sólo refleja la falta de identificación con la actividad aeronáutica sino que muestra a las claras porqué sólo hubo afónicas expresiones en defensa de la pista.

Únicamente es válida la quijotesca empresa encarada por el piloto Luis Casartelli, aventurado contra los molinos de vientos de la burocracia estatal y el desdén de sus colegas. También se escuchan los lamentos de la diputada provincial Laura Ricchini que, entre sollozos, nos trata de explicar cuáles son los motivos de su desmaña.

No importan los trasplantes, ni tampoco la ciudad, la más profunda de las obediencias debidas a la línea política demarcada desde la punta de la pirámide debe ser observada, lo cual  hace desdeñar las más sutiles posibilidades de cambio de una ciudad.