sábado 20 de abril de 2024

CULTURA | 24 feb 2018

ELIGIÓ TOCAR PARA LA NEGRADA

Miguel Angel Estrella, brillante y eterno

“Nunca más vas a tocar el piano. Vos no sos guerrillero, pero sos algo peor: con tu piano y tu sonrisa te metés a la negrada en el bolsillo y les hacés creer a los negros de mierda que pueden escuchar a Beethoven”, le decía un coronel uruguayo, durante su cautiverio en Montevideo en 1977, cuando imperaba el Plan Cóndor.


Por: ISMAEL CANAPARO

Miguel Ángel Estrella, el genial pianista argentino, nació el 4 de julio de 1940 en San Miguel de Tucumán, pero se crío en Vinará, una pequeña localidad de 700 habitantes, ubicada en el Departamento Río Hondo de la provincia de Santiago del Estero, a 14 kilómetros de las Termas. Hijo de una santiagueña y de un poeta libanés, tuvo la revelación con ese instrumento a los 12 años al descubrir a Chopin, cuando su padre lo llevó a un concierto de la Orquesta Sinfónica de esa ciudad. Además de ser un músico talentoso, Estrella, es, a sus jóvenes 77 años, un ferviente militante por la paz. Para este artista la música enriquece la forma de ver, de entender y de vivir el mundo. Desde los testimonios y sus actividades, es posible descubrir su encuentro con el piano y, sobre todo, su capacidad de concebir esa música como una herramienta de cambio.

Llamarse Estrella fue una premonición que arrojó muchos significados. Su apellido en árabe es Najem (o Nayem, en la pronunciación española). Cuando sus abuelos inmigrantes llegaron a estas tierras, el funcionario de Migraciones les preguntó su nombre y el abuelo se limitó a señalar el cielo varias veces, sin decir una palabra. El funcionario vaciló unos segundos y luego ordenó: “Pónganle Estrella a estos turcos de mierda”. Había acertado: nayem significa estrella en árabe.

A los diez años conoció a Eva Perón, y esto marcó a fuego su carácter de peronista visceral. "Soy cristiano y peronista", suele remarcar con orgullo el pianista, que tiene entre sus compositores clásicos favoritos a Mozart, Bach y Chopin. A los 18 años ingresó en el Conservatorio Nacional de Buenos Aires. Luego regresó a Tucumán, donde fue delegado de la Federación Indígena Tucumana y asesor del gremio azucarero. Tuvo que dejar el país en 1974, amenazado por la Triple A, y fue detenido por los militares uruguayos tres años más tarde, cuando intentaba encontrarse con sus hijos.

Tuvo maestros de su provincia y se perfeccionó en Buenos Aires con artistas relevantes, entre los que figuró Erwin Leuchter y en París con Nadia Boulanger y Marguerite Long .De gran prestigio en el mundo musical, actuó en las más importantes salas de América y Europa. Motivado por su preocupación por la justicia social y la difusión de la cultura argentina, en Francia fundó en 1981 "Música Esperanza", un movimiento que mediante conciertos y subsidios recolectaron fondos para los niños que se invirtieron en el dictado de clases especiales y en el desarrollo de carreras de nivel universitario.

Después de 14 años de gestiones, en setiembre de 2002, Estrella cumplió un sueño: debutó en París la Orquesta para la Paz en Medio Oriente, un proyecto de “Música Esperanza” (ME). “Ya desde de la primera vez que se juntaron, un mes antes, los ví en el escenario del teatro donde pasaron tres semanas ensayando. Se me ponían los pelos de punta al ver ese símbolo, porque los 40 chicos no se conocían. Empezaron a mirarse, se guiñaban el ojo. Uno hacía una frase de Brahms en el violín y otro le contestaba en el violonchelo. Una cosa maravillosa de vivir. Hay una complicidad afectiva y musical notable entre ellos. Se nota la fiebre de tocar juntos. “Nosotros somos la paz, somos una familia”, le dijo al público un violinista argelino. Además de los conciertos convencionales para transmitirle al público que la paz es posible, que depende de los grandes, de la voluntad política de los que tienen el poder en el mundo, la orquesta tiene otros objetivos. Uno de los conciertos se hizo en Ville Juif, un barrio de París, y coincidió con la víspera del Rosh Hashaná. Y entre árabes e israelíes, después del concierto, armaron una fiesta para todo el público con un ritual judío viejísimo para desear el Feliz Año Nuevo al hermano, que consiste en regalar una rodaja de manzana con un poco de miel. Lo que era eso, ver a los chicos árabes ofreciéndoles manzanas a los chicos israelíes... Desde hace un año y medio estamos realizando tareas musicales de apoyo a los conservatorios de Palestina. La idea de la orquesta surgió en mayo de 1988. Yo andaba haciendo una gira por Medio Oriente que terminaba en Israel y era organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia. Tenía ganas de conocer el Israel profundo; no sólo tocar en Tel Aviv. Entonces, cuando terminó la gira me anoté como voluntario para ir a tocar a pequeñas aldeas israelíes y en algunos kibbutz. Y me encontré con cosas fantásticas, con pequeñas aldeas donde palestinos, islámicos o palestinos cristianos habían decidido con los israelíes, de común acuerdo, vivir juntos y en paz. No era el cielo ni el paraíso, pero el no discriminarse era norma. Me pareció algo extraordinario y pensé en ese momento: “la música es lo mejor para unir a estos pueblos”. Fue entonces cuando pensé en un grupo palestino-judía. Esa fue la primera idea. Hubo un sector de la prensa que quiso enfrentarnos con Daniel Barenboim, a raíz de la orquesta que armó él. Pero no veo por qué debemos rivalizar. Ojalá que haya 100 orquestas para la paz. Así estaremos más cerca de lograrla”, expresó en su momento el talentoso pianista tucumano.

Mucho antes, en 1977, le ocurrió algo dramático: fue uno más de los detenidos-desaparecidos por la dictadura militar uruguaya. Tuvo la suerte de ser “blanqueado” por las autoridades del vecino país y recluido en la cárcel de Libertad, a 60 kilómetros de Montevideo. En el medio de las sesiones de tortura, Estrella recuerda una y otra vez cómo el hecho de concentrarse en una obra de Bach que solía tocar fue, primero, su amarra para no caer en el vacío de la locura y, luego, para empezar a soñar con una organización que tuviera la música como herramienta contra el dolor y el desamparo. “Sos un Beethoven al revés”, cuenta Estrella que le dijo un soldado en el penal, al enterarse que pasaba horas tocando una música que nadie podía oír. Para sus carceleros, como para sus compañeros, el pianista era un personaje famoso, que a veces recibía visitas importantes por su condición de concertista clásico. Le decían el “preso musical”. A comienzos de 1979 su estado de ánimo  sufrió un rápido deterioro, por la prolongación indefinida de su detención y el duelo en que lo sumieron las muertes de su madre y de Nadie Boulanger. Gracias a la presión internacional que ejerció el mundo musical e intelectual, Estrella recuperó la libertad, tras casi tres años de injusta agonía.

Luego de ese tiempo angustioso de cárcel, se radicó en Canadá y después, en 1982, pudo crear la Fundación Música Esperanza, que en la actualidad cuenta con 55 filiales en América, Europa, Medio Oriente y Africa, y que financia sus labores con un subsidio de la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Educación y la Cultura. También se suman los ingresos de la mitad de los casi cien conciertos anuales que Miguel Angel Estrella ofrece como pianista.

Miguel Angel Estrella, humanista, defensor de causas populares y promotor de la ''música social", ocupó el cargo de embajador de la Argentina ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que ejerció entre 2007 y 2015, hoy en manos de Rodolfo Terragno, luego de haber sido desde 1998 “embajador de Buena Voluntad”. Para impulsar aún más sus iniciativas, dijo al aceptar la designación: ''Estoy seguro de que servirá tener algo de poder. ¿Sabés lo que es tener una bomba de cobalto (instrumento para combatir el cáncer)  parada en la aduana 15 meses? Ahora será más fácil", reconoció en una entrevista al diario “La Gaceta” de Tucumán, medio que apuntó un detalle muy interesante: “A  finales de los años 60 y principios de los 70, Miguel cargaba su piano en un camión del gremio azucarero y entre vidalas, bagualas, chacareras y valsecitos, los valles calchaquíes trepidaban con la música de Bach, Scarlatti, Chopin, jazz y tangos que los indios y campesinos oían con deleite y atención.

Sobre esa etapa, Estrella agregó: “En enero de 1974, luego de cinco meses y 700 actos culturales, las cosas cambiaron. El público nos acompañaba cada vez más en los ingenios y esto era visto con desagrado y reticencia por alguna gente del gobierno local y central. La explicación que se me dio fue que nuestra tarea era hermosa,  pero irritaba profundamente a la oligarquía. Un decreto de las autoridades prohibió sacar el piano de Tucumán". La historia que siguió fue de cárcel y tormentos, pero también de solidaridad, valor que Estrella conoce y auspicia como músico y ahora como embajador de la música de la esperanza.

En marzo de 2013 recibió una distinción por parte del Senado de la Nación, consistente en mención de honor “Senador Domingo Faustino Sarmiento”, por su vasta trayectoria artística y su aporte a la cultura. Además, el brillante músico lució otros galardones internacionales, entre los que se destaca el Premio “Fridtjof Nansen ”, otorgado en 2000 por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), bautizado con el nombre de ese gran humanista y explorador noruego, que recibió el Nobel de la Paz en 1922, por su trabajo en favor de las víctimas de la Primera Guerra Mundial.

"Mi guerra es estudiar cinco horas por día"

En una entrevista que concedió al diario La Capital de Rosario, Miguel Angel Estrella tuvo varias definiciones que pintan de cuerpo entero. Veamos:

-"Mi madre me decía ‘no acumules herrumbre en el alma, porque no te dejará vivir ni ser feliz’. Es una cosa fantástica. Mirá, Arthur Rubinstein, un gran pianista del siglo XX, nos decía que hay que estudiar todos los días, porque cuando uno no estudia y tiene que tocar a la noche se siente que la mano no es la misma de ayer".

-Amante del fútbol, su ejemplo sigue con su pasión por la redonda: "Porque Maradona se entrenaba todos los días, Messi también lo hace todos los días, y nosotros también. Cuando uno da su concierto y no estudió, siente que no dio lo mejor porque no tenía la maquinaria bien aceitada. Al primer día se dan cuenta los colegas, al segundo los críticos y al tercero el público, y eso es el fin. Hay que buscar el sonido, y eso es un placer. Me encanta estudiar de la mejor forma posible, por eso mi guerra cotidiana es estudiar cinco horas por día, porque, como decía mi madre, lo hago para no acumular herrumbre en el alma".

-“Una vez estábamos cantando un negro spirituals, ‘Crucifixión’, una maravillosa canción, y la gente decía ‘están rezando’. De ahí en más, en cada fiesta, nos pedían que vayamos con Marta (su mujer, cantante, fallecida en 1976), y a lo largo de 35 años de casados nos pedían que cantemos eso. Porque la nostalgia es una cosa... Un día en que teníamos los dedos morados de la violencia con la que tocábamos en el exilio, dije: ‘paremos muchachos, voy a tocar algo refinado, sensual’, y toqué la ‘Habanera’ de Ravel y el que tocaba el bandoneón dijo que eso era tanguero, así que arrancamos con ‘El choclo’ y los quince que estábamos ahí empezamos a tocar tango”.

-"Yo era un tipo exótico, jugaba al fútbol, tocaba en el Colón, en Europa y en las villas miseria. Cuando adquirí un nombre en el mundo, hubo una época en la que junto a mi mujer nos querían vender como la pareja ideal y nos querían invitar a los almuerzos televisivos. Pero como me gustaba el fútbol, querían que hablara de fútbol y no de Brahms o de Bach. Me decían ‘es parte del perfil que tenemos que hacer de vos, un tipo exótico, un tipo sofisticado’. Y los mandé a la puta que los parió. Con mi mujer, a los 25 años, nos quedamos toda una noche tomando mate, porque podíamos ser riquísimos y vivíamos al día, pero nos prometimos nunca vendernos a un empresario".

-“¿Si me gusta el rock o me parece un género menor? No, menor no, yo valoro el rock porque valoro todas las cosas que vienen del alma, lo único que no valoro es la música comercial, esa que se hace sólo para vender, sin alma”.

 

 

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