jueves 28 de marzo de 2024

LOCALES | 12 abr 2018

editorial

Gestión PP: una visión pequeña para un potencial gigantesco


Por: Redacción Semanario

Una vez más, el intendente de Junín, Pablo Petrecca, planteó políticas destinadas a una pequeña localidad, olvidando que gestiona un distrito ubicado entre los 10 más importantes de la provincia de Buenos Aires y donde casi 100 mil almas esperan que el Estado sea algo más que una simple oficina de recaudación tributaria, además de ocuparse del mantenimiento (lógico y mínimo) que requiere cualquier población.

En su tercera apertura de sesiones del Concejo Deliberante local, el jefe comunal planteó por momentos un relato poco creíble dando por ciertos hechos que nunca ocurrieron, mientras que en otros pasajes intentó dar muestras de “superioridad moral” cuando afirmó, por ejemplo, que los “valores perdidos se han recuperado y me siento feliz de que juntos seamos la generación que le devuelve a la política y a los ciudadanos, las ganas y el creer que con la verdad y haciendo más que diciendo, nuestra ciudad está cambiando”.

En cualquier actividad humana que alguien se sienta moralmente superior a los otros es un peligro y éste se acrecienta en dos tipos de espacios: el religioso y el político.

A la manera de un profeta bíblico, señala los defectos, los males y con ellos a los responsables de los mismos. En esa acción se crea y legitima. Esa es su misión delante de los suyos y de la historia, de “su” historia.

Y si bien por momentos se mostraba abierto y conciliador en las palabras, cada vez que mencionaba las obras realizadas (y prometidas) en su gestión no dejaba pasar por alto aquello que “los demás no hicieron”, como si importara o no se supiera.

Sin embargo, en su discurso –egocéntrico y leído- no construyó nada nuevo, al menos a la altura del Junín que cada vecino sueña sin egoísmos, en la búsqueda del bien común a través de lo público.

Elaborar propuestas es complejo y compromete, y por lo mismo acota el espacio de acción del moralmente superior, por eso la evade siempre.

Entonces cree no estar obligado a presentar verdaderos planes, consistentes, apuntados al imprescindible conocimiento del “desarrollo territorial”, una materia pendiente que a pesar de haber sido advertido sigue negando.

Por eso se refirió a cuestiones menores, que bien podrían importar en alguna población pequeña, pero que resultan con sabor a poco cuando se trata de uno de los distritos más grandes de una provincia privilegiada e inserta en una geografía donde lo productivo debiera desbordar, pero sin embargo seguimos perdiendo empleos de calidad.

Y sigue repitiendo promesas de campaña y creyendo que el pueblo lo ama porque a la hora de votar sólo eligió al menos malo, en momentos en que –al menos lo reconoció en el discurso- los políticos están en el ojo de la tormenta (y él lo sabe más que muchos).

Y sigue creyendo que la gestión significa ponerle cemento a lo que está en el piso y bolsas con tierra alrededor del agua.

Y mientras cree que está haciendo cosas “históricas” lo que en verdad ocurre es que se pierden “oportunidades” históricas,  desaprovechando que por única vez desde el regreso de la democracia, Junín cuente con intendente, gobernador y presidente del mismo color político.

Y agradece a sus “superiores” por escuchar sus demandas, pero sigue reiterando promesas de intendente, ya olvidando otras que hizo como candidato y prefiere esconder por inviables.

Y menciona unas pocas ordenanzas como la tasa social, la pirotecnia cero o la de fiestas privadas, como logros del “equipo”, ese que parece jugar de modo amateur en una cancha profesional y con un público que espera mucho más.

Y cuenta nuevas aulas en lugar de contar nuevas escuelas.

Y pone en la sumatoria una mejor atención en las “salitas” de salud, mientras se hacen marchas para saber por qué el hospital no mejora y se silencia cuando hay muertes dudosas.

Y dice haber ordenado “las cuentas” pero es a costa de miserear sueldos y horas extras de los empleados municipales, tener las calles mugrientas y los peores caminos rurales de la provincia.

Se envalentona inventándose enemigos “inescrupulosos” que “promueven el caos”, pero cuando la gente reclama apoyo frente a las injusticias, desaparece por semanas y pide la protección policial de cuatro patrulleros en su futura casa que aún no habita.

Pero nuestro intendente sigue leyendo el diario que le escriben, tal como ocurrió frente a los concejales, demostrando un escaso conocimiento de la historia reciente de Junín y  mostrándose impotente para recuperar ese valor agregado del distrito.

No sirve agradecer genuflexo al Presidente de la Nación la obra de la autovía de la ruta 7, sino que por el contrario ya debiera haber mostrado un plan estratégico concreto para aprovechar esas ventajas que logísticamente son revolucionarias para la ciudad.

Ni turismo, ni salud, ni agroindustria, ni ferrocarril, ni aeropuerto, ni nada que implique un golpe de timón favorecido por el nuevo posicionamiento que brindará la autovía, están en la agenda de un intendente que pone todas las fichas al colectivo cuando debiera estar corriendo en un Fórmula E.

Se contenta con exagerar hechos, pensando que de esa forma impresionará a la gente cuando lo que está demostrando es que el distrito le ha quedado grande para su pequeña gestión semiparalizada y que ni siquiera sus socios políticos le están ayudando a mejorar.

 

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