Por: Redacción Semanario

Los trolls de Pablo Petrecca están al pie del cañón. Salen prontos y eficientes a cumplir con la premisa de blindar al jefe comunal en su imagen pública, aunque más no sea embarrando las partes contrarias, al menos en las redes sociales.

Poco saben del mundo exterior, el verdadero. Ese que se enfrentan, por ejemplo, los empleados municipales que se llevan 10 mil pesos mensuales a la casa, mientras los concejales no bajan de 25 mil para no hacer nada más que levantar la mano cuando el jefe lo ordene. Y además de continuar con sus trabajos particulares.

Al menos es una situación injusta. Un tipo que les escribió una carta allá tiempo y a lo lejos, en la campaña del 2015, prometiendo tantas cosas… en realidad, lo único que hizo fue medianamente ir actualizando sueldos (obvio), suscribir un convenio colectivo de trabajo (que obligaba la ley) y entregar sumas en negro para completar los sueldos de aquellos que no alcanzaban el mínimo, vital y móvil.

Por eso, cuesta entender esta reacción tan fervorosa de los obsecuentes más cercanos, de la mesa chica que lo (mal) asesora y de la propia soberbia que le fue creciendo en estos dos años y meses de gobierno… ¿Realmente alguno de ellos cree que la gente sigue a Gabriel Saudán? ¿O porque de golpe se transformó en un líder nato?

Bajen un poco al ring… si se animan, verán que no alcanza para vivir con 10 ó 12 mil pesos. Por eso los empleados municipales paran y van a las concentraciones, aunque llueva. Se trata de instinto de supervivencia.

Y los altera mucho ver al “soldado de Vidal” que se reúne con Macri y planea un viaje a Estados Unidos y sigue firme en la construcción de su lujosa mansión… porque al municipal no le alcanza para vivir dignamente, para pagar servicios que se fueron a las nubes, y ni hablar si debe alquilar. Por esto se indigna el municipal, porque cuando su jefe debe protegerlos y jugársela por ellos, elige el camino más fácil de alinearse políticamente para resguardar su propio futuro…

Y otra vez, en cada acto, en cada manifestación, en cada protesta, Petrecca prefiere ‘guardarse’ en su despacho y no dar la cara ante los cientos de obreros que día a día, pueden hacer que su gestión triunfe o fracase. Y manda a recibir las misivas del Sindicato al ¡secretario de Seguridad! o al ex Halcón de Mario, actual secretario Legal y Técnico. Sin contar con las decenas de policías que ¿custodian?

Mientras tanto, un ejército dedicado a las redes sociales insiste en agredir, difamar, responder, atacar y mentir a cualquier voz que pudiera interponerse entre Pablo Petrecca y una idea de gestión exitosa y eficaz. Capaz no saben, porque el gran cuñado les hizo creer en el nuevo Dios que serían estas redes, que la gente ya no cree en lo que lee, sino solamente en lo que vive.

La diferencia, Intendente, es que usted en campaña iba a la Municipalidad en bicicleta como parte de su opereta de marketing… y ellos, unos años después, siguen usando ese mismo medio de transporte porque no pudieron comprarse otra cosa y no hay ni siquiera los colectivos que prometió.

Por eso, apenas salió el tema del paro, poco sirvió que sus precarios ‘operadores’ se esmeraran en reenviar viejos audios, pretendiendo generar ‘indignación’ en la población por palabras injuriosas contra la figura intocable del jefe comunal. No desvíen el foco: nadie se asustó, nadie adhirió, nadie se tragó el sapo. Debieron mandar comunicados y más comunicados de ‘repudio’ para que saliera algo en algún medio periodístico alineado… el resto siguió con lo suyo.

Por ahí, Pablo, su conductor político es un tanto precario, no suele dejar frases memorables. Por eso, un consejo si mira para el lado de la historia: “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”. Aplíquelo y no sabe lo bien que le va a ir.