viernes 29 de marzo de 2024

CULTURA | 8 jun 2017

SEMANARIO CULTURAL

Una sátira sobre la voracidad del arte

El artista contemporáneo es una figura singular, pero de una singularidad extravagante que se parece mucho a otras singularidades y, por lo tanto, se convierte casi en una tipología.


Por: Pablo Gianera

“El artista más grande del mundo”, la nueva novela de Juan José Becerra, podría confundirse por su título con el género "novela de artista", pero va en verdad en otra dirección: la de la sátira. La ilusión de vivir rodeado de arte parece haberse realizado como distopía.

Veamos algunos detalles. Quien cuenta en la novela es un escritor al que el dolor de espalda le impide sentarse a escribir y cuya única escritura posible consiste en dictarle a una máquina diseñada para registrar solamente su voz. El escritor hereda además una casa en Barrio Parque que quiere reciclar y entonces entra en escena Esteban Krause, el artista más grande del mundo.

Para darse una dimensión del poderío de Krause se puede mencionar que exigió a las autoridades del Guggenheim de Bilbao que desalojaran la Maman de Louise Bourgeois, emplazada en los jardines del museo, porque no correspondía "entrar en Krause a través de Bourgeois". Es una de las varias escenas desopilantes que terminan de construir una fisiognómica del artista contemporáneo como epítome de la mercadotecnia. Krause explica a su vez en un pasaje que lo primero que esculpió en su vida fue una agenda; es decir, los contactos constituyen una parte de la obra o son, sin más, una obra de por sí.

Los objetos de Krause resultan acaso más complejos que los caballos de bazar o las manos que emergen de los canales venecianos (edificios, cámaras anecoicas, formas gastronómicas firmadas en los bordes de los platos, dietas para producir un tipo particular de deyecciones), pero nada se nos dice sobre si son "buenas" o "malas", sencillamente porque, por un lado, la crítica no es para Krause más que un mercado de adulones y resentidos, y, por el otro, porque él, en cuanto "artista contemporáneo", está más allá del bien y del mal.

Nos dice Becerra que Krause "no se conformaba con producir una obra con algo que no la tuviera; también era capaz de sacar formas nuevas de una forma previamente definida". Cualquier acontecimiento del mundo podía imaginarse entonces como una obra de Krause.

El artista contemporáneo es una figura singular, pero de una singularidad extravagante que se parece mucho a otras singularidades y, por lo tanto, se convierte casi en una tipología. "Yo no tengo una memoria de obra. No soy escritor, ¿viste?", le confía Krause al narrador. La novela de Becerra -pariente lejana de El absoluto de Daniel Guebel- pone literalmente en escena la voracidad del arte contemporáneo, que sólo puede respirar en la atmósfera del presente, y, a la vez, se ofrece como punto de resistencia a ella. Después de todo, la literatura, cenicienta de las artes, puede darle una lección al arte contemporáneo: la memoria.

El autor

Juan José Becerra nació en Junín en 1965, es autor de los ensayos Grasa (2007), La vaca-Viaje a la pampa carnívora (2007) y Patriotas (2009); de los relatos de Dos cuentos vulgares (2012); y las novelas Santo (1994), Atlántida (2001), Miles de años (2004), Toda la verdad (2010), La interpretación de un libro (2012) y El espectáculo del tiempo (2015). Habitualmente escribe guiones y publica artículos de diversos géneros en medios de la Argentina y el extranjero.

 

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