martes 23 de abril de 2024

NACIONALES | 21 jun 2018

SemanAgro

El último que apague la luz

La incertidumbre económica quita cada vez más capacidad de manejo a los productores agropecuarios, mientras se desgajan las estructuras gremiales.


Por: Semanario

Decir que no nos sorprende demasiado esta situación puede resultar vanidoso, pero para quienes han seguido de cerca esta sección de SEMANARIO desde hace algo más de dos años, saben que siempre marcamos los desaguisados que se venían cometiendo, sin una política agropecuaria, con discursos rimbombantes vacíos de contenido y con una dirigencia hipnotizada por los globos amarillos.

Lo que ha quedado del sector agropecuario, de modo directo o indirecto, está mayormente en manos de grandes empresas por lo general foráneas.

Productores medianos o pequeños han perdido el timón de sus empresas, lo cual ha quedado a cargo de un sistema de producción a gusto de los proveedores de insumos y de un Estado que quiere mostrarse benefactor, pero termina siendo saqueador.

Asimismo, muchos medios de comunicación, entusiasmados por la pauta publicitaria, han servido a los fines de quienes los contrataron y no al servicio de la verdad.

Y la verdad, como decía el General Perón (disculpen los alérgicos al ex Presidente), es la realidad y la realidad es la que se ve en el ámbito rural, tomando mates bajo la planta o abrazado a la salamandra.

La verdad no está en los burócratas de escritorio que han ensayado onerosamente multitud de diagnósticos para terminar haciendo nada, pero diciendo mucho (para nada).

La verdad tampoco está en los opinadores seriales dedicados a producir de modo extractivista sin tener en cuenta la mutilateralidad rural ya que no se trata de hombres de campo, sino de hombres con campo. Y en esa diferenciación radica su preocupación. Unos van por el interés rural (infraestructura en salud, seguridad, educación, servicios) y los otros por el interés comercial (infraestructura para ganar dinero).

El golpe de suerte del sector y sus satélites económicos, acontecido a partir de 2003 debido a una multiplicidad de factores intrínsecos y extrínsecos no vuelve más, del mismo modo que al unísono se repite ese reclamo para lo que se denomina “la década perdida”, pero para ello habría que cerciorarse y preguntar a los responsables dedicados a las economías regionales, a avicultores, hueveros, algunos sectores ganaderos e incluso a los “nuevos sojeros” que aún con el 35% de retenciones se animaban a achicar los tambos y tener más ganancias con los granos.

Tambos que hoy desaparecen por ineptitud oficial y privada por no encontrar la salida para darles sustentabilidad y recuperarlos.

Década perdida donde fue trasladada la hacienda hacia el norte del país, con la finalidad de que la zona centro fuera exclusivamente agrícola.

Zona hoy surcada por inundaciones, sequías, contaminaciones varias y otras circunstancias que la dotaron de “vulnerabilidad” quitándole el orgulloso mote de “aptitud”.

La sucesión de errores terminó acorralándolos a todos y hoy ni siquiera quedan fuerzas para protestar. ¿Protestar por qué? ¿Protestar cómo?

El gremialismo agropecuario, que dejó la comunicación en manos de las empresas y nunca se preocupó por comunicar la verdadera necesidad y el sentir de los productores rurales, hoy no sabe qué decir ni hacer, enmarañado en un laberinto de opiniones discordantes, intereses multipropósito e identidades perdidas.

Tal vez fue el presidente de la Federación Agraria Argentina, Omar Príncipe, unos de los primeros en advertir la debacle. Incluso, hace un par de meses cuando visitó Junín, dejó trascender en voz baja que la reunión mantenida entre la Mesa de Enlace Agropecuaria, que nuclea a las cuatro entidades, con el Ministerio de Agroindustria, había estado teñida de las ideas más descabelladas.

Desde ese momento a ahora, el ministro Luis Etchevehere, que llegó al sitial por ego y amistad con Macri, y no por capacidad política, no ha hecho más que perder poder de decisión y convertirse en un cuadro para la foto alegre y marketinera de circunstancias ceremoniales sin demasiada importancia para el presente y futuro del amplio sector que conforma el agro y no sólo de la zona núcleo de la pampa húmeda.

HAY VIDA DESPUÉS DEL CENTRO

Se ha perdido demasiado tiempo y en ese tiempo los inconvenientes se hicieron más complejos y por ese motivo más difíciles de solucionar.

El gobierno anterior descuidó mercados internacionales con la excusa de “cuidar la mesa de los argentinos”, mientras dejaba que la soja inundara millones de hectáreas de tierra productiva devastando con los ya escasos empleos rurales, marginando trabajadores rurales hacia asentamientos en los suburbios de las ciudades. Fue así que la ambición desmedida para correr tras la “fiebre de la soja” trastocó cadenas de producción que de modo equilibrado sostenían a diversas economías regionales.

Todo fue granos y a través de su comercialización se montó la consabida “concentración”, generando una dependencia en los productores, tanto sea en lo productivo haciéndolos drogadependientes de agroquímicos y en lo comercial mirando las pizarras extranjeras, mientras su propio pueblo desaparecía.

La actual gestión llegó con un discurso poco innovador, palmeando las espaldas, pero haciéndoles creer que el mundo estaba ávido de alimentos como a principios del 2000 y considerando que la Argentina era el único supermercado abierto y que el mundo todo haría cola para adquirir nuestros productos.

El cuento terminó siendo precisamente al revés. Nos cuesta vender y competir y como si con eso no alcanzara, los economistas de la alianza Cambiemos abrieron importaciones de productos que el campo genera, hundiendo mucho más los precios tranqueras para afuera al tiempo que incrementaba los costos tranquera para adentro, merced a tarifazos, devaluación y recarga impositiva. Cóctel mortal.

Chancheros preocupados

Esta semana un nutrido grupo de productores y cámaras del sector de producción de porcinos se presentaron en el Senado de la Nación para plantear su preocupación en el negocio respecto del cambio en el IVA a la comercialización de la carne de cerdo sancionada en diciembre pasado y también de la inequidad de las importaciones de la misma carne.

Los productores plantearon los efectos regresivos en el IVA (bajó del 21 al 10,5%) para la venta de carne de cerdo y capón, dado que acumulan crédito fiscal incobrable que se traduce en pérdida. Ello debido a que por sus costos mayoritariamente pagan un IVA del 21%.

También plantearon la necesidad de ordenar la importación de carne de cerdo que, si bien no es significativa, se hace de manera inequitativa. Lo que pidieron lo productores a los senadores fue “no prohibir las importaciones” sino poder competir con ellas de manera equitativa.

También solicitaron ampliar su representación en la Mesa Nacional de Carnes dado que la misma está mayoritariamente integrada por productores de carne vacuna. Se trata de una actividad distinta que amerita otro tipo de tratamiento por parte del gobierno, señalaron.

 

Salvavidas de plomo

La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) lamentó la situación por la que atraviesa el sector de la lechería y, aunque reconoció que “la provincia de Buenos Aires ofrece analizar líneas de financiamiento mediante el Banco Provincia”, señaló que “las tasas son imposibles de pagar”.

En un comunicado emitido por la entidad rural, junto con la Sociedad Rural Argentina, la Asociación Productores de Leche (APL), la Unión de Productores de Leche de Mar y Sierras (UPL), Una Sola Voz Cuenca Abasto (USV) y la Cámara de productores de Leche del Oeste Bonaerense (Caprolecoba) manifestaron que “la industria no se hace responsable, mira para otro lado y no da respuestas”.

“La vaca come en dólares y vende leche en pesos: nuestros insumos aumentaron el 40% y la leche solo el 10% en lo que va del año”, expresó el comunicado de Carbap.

“La Nación sólo muestra datos, y no presenta soluciones concretas. Así las cosas, el cierre de tambos se acentúa día a día y la producción sigue en caída libre. Industria, supermercados y Estado cobran pero dejan solo migajas al productor”, resaltó el comunicado.

Los dirigentes ruralistas indicaron que “los productores lecheros manifestamos descontento, desconcierto y preocupación luego de haber participado el pasado miércoles 6 de junio pasado de la Mesa Provincial de Lechería. Ninguno de los otros eslabones mostró intenciones inmediatas de recomponer la situación de la producción láctea”.

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