viernes 29 de marzo de 2024

OPINIÓN | 21 jun 2018

OPINION

El cuarto poder

En busca de sus quince minutos de fama, desfilan meretrices, delincuentes, facinerosos, ignorantes, incultos, todo aquel que tenga dinero suficiente para invertir y satisfacer un ego deprimido por otras circunstancias de la vida.


Por Andrés Rissolo, especial para Semanario 

Las palabras pueden sanar o lastimar. Sobre las palabras se construye la realidad o se limita la misma. Con las palabras construimos las posibilidades y las imposibilidades, edificamos nuestro presente y el futuro. Por eso hablar, hacer uso de las palabras, no es un hecho inocente. Hay que pensar antes de hablar. Hay que realizar una elección, una selección de palabras de las cuales somos responsables.

Esa responsabilidad es la que nos liga directamente en nuestro convivir diario, en nuestro accionar social que nos identifica junto a las acciones que realizamos. La comunicación es la esencia y base del tejido social y de la realización de una sociedad.

Quienes sustentan una actividad específica como es el manejo del flujo de las comunicaciones son los periodistas. Los comunicadores sociales son gestores populares que median entre la información, la noticia y el público.

Desde el sentido aristotélico de la arquitectura del poder, los periodistas son políticos en acción, el cuarto poder como diría Sir Edmund Burke en la Cámara de los Comunes de los ingleses, porque la información y el conocimiento son fuentes esenciales del poder político.

La deliberada distorsión de una comunicación, de una realidad, manipulando creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales, son actos reprensibles, ya que siempre tiene por objetivo infligir en la verdad de la información para desestabilizar a otros sectores.

Desde siempre los periodistas estuvieron expuestos a las presiones del poder, a la lógica del autoritarismo y fueron sentenciados con la discriminación, la indiferencia o la muerte, cuando no pudieron domesticarlos con la corrupción o acorralarlos con la pobreza.

En nuestro país, el primer Congreso Nacional de Periodistas realizado en la ciudad de Córdoba en 1938 estableció la fecha del 7 de Junio como día conmemorativo de la actividad realizado por los trabajadores de prensa. En memoria a “La Gazeta” de Buenos Ayres, obra del prócer  Mariano Moreno, quién en tapa del periódico ya proclamaba la brecha de 1810 al anunciar: “¿Por qué se ha de ocultar a las provincias las medidas tendientes a consolidar su unión, bajo un nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península (Ibérica)?"

Poco tiempo después, y por orden del general Cornelio Saavedra, Moreno fue ultimado a bordo de la goleta “Fame” que tenía por destino al Imperio Británico, lugar donde iba a llevar las noticias del nuevo estado argentino. Es que esto de transmitir noticias siempre es peligroso. Sin embargo, Mariano Moreno pasó a la Historia Argentina por su ideario, su legado periodístico y la palabra empeñada.

El 12 de abril de 1876 se conformó en la ciudad de Buenos Aires el “Círculo de Periodistas de La Prensa”, tercero en el orden mundial de creación y referente en Latino América y España. Luego llegó el Congreso Nacional de periodistas del 1938 y en 1943 surge el “Estatuto del Periodista Profesional” declarado en la  Ley 12. 908.

El profesionalismo demostrado por periodistas de aquella época en los diarios La Prensa, La Nación, La Vanguardia, Crítica, La Razón, El Mundo, Noticias Graficas, los mismos que compartían actividades en la modalidad periodística radial, en esa nueva propuesta informativa de la época que transmitían las noticias al país y al mundo entero bajo el sistema de transmisión en onda corta, junto con  los noticieros cinematográficos, dieron muestra del trabajo de esta profesión.

El compromiso periodístico es mucho más que transmitir noticias, porque no es un canal de publicidad o de relaciones públicas, la comunicación social genera opinión y promueve comportamientos. Con una actualidad basada en la vorágine, la rapidez, de apuros sin por qué, la comunicación social necesita del sosiego, de la escucha, del razonamiento, del entendimiento.

Hoy en día, en nuestro país, la profesión de periodista está seriamente herida en su credibilidad y profundamente bastardeada en su esencia. En un momento en que tecnológicamente estamos intercomunicados encontramos que la principal  dificultad comunicacional está en que a pesar de toda la información disponible cada vez es más difícil conocer qué es verdadero y qué es falso.

En éste modelo perverso de describir circunstancias en las cuales los hechos objetivos verificables son menos relevantes en la opinión pública que la apelación a las emociones o las creencias personales, una intención de crear falsedad con cierta intencionalidad táctica, es en su modo extremo, tratar de conseguir ventajas. Y esto, en nuestro país, no es nuevo.

El modelo antes descripto, de un tiempo a esta parte, se encuentra exacerbado a la enésima potencia y, para lograrlo se vale de todos los actores posibles. Cualquiera se cree con las virtudes y potestades de lograr micrófonos y cámaras, para integrar programas y paneles, para hablar de ellos mismos, de sus miserias, bajezas e irrealidades, pululando por los distintos canales de televisión y radios.

En busca de sus quince minutos de fama, desfilan meretrices, delincuentes, facinerosos, ignorantes, incultos, todo aquel que tenga dinero suficiente para invertir y satisfacer un ego deprimido por otras circunstancias de la vida.

A esto hay que agregarle una sindicatura laboral inútil, estéril, incapaz de proteger a los periodistas por estar alineada políticamente. Únicamente de los afamados periodistas, trabajadores de las grandes corporaciones, se entera el público de sus despidos. Así entonces, miles de trabajadores no reconocidos se quedan o pueden quedarse sin sus trabajos y las protecciones legales, porque los intereses funcionales sindicales - políticos necesitan de esas sangrías monumentales para sobrevivir.

El cierre del Círculo de La Prensa, entidad argentina decana del periodismo, con 142 años de historia mundial, pasó inadvertida para la mayoría y de ex profeso para otros, porque están convencidos de que la Argentina no tiene otros logros internacionales que la rediman.

El inefable Dante Panzeri decía que para algunos el periodismo “fue siempre escribir mucho de lo que no se sabe nada. Hay periodistas que se enorgullecen de ello y los hace feliz proclamarse caraduras. A mí me daba mucha vergüenza, aunque decían que así se hace periodismo”.  

A mí también me da mucha vergüenza de los caraduras que se proclaman periodistas, pero ellos no son ni así se hace periodismo.

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