jueves 25 de abril de 2024

OPINIÓN | 5 jul 2018

MIRADA EXTREMA

Sin miedo a la muerte

Los libertarios logran liberar lo prohibido, se abrió la caja de pandora y las mil y una calamidades consiguen la emancipación para consolidarse en una onírica sociedad nueva y libre.


Escribe Andrés Rissolo, especial para Semanario

La reciente votación realizada en la Cámara de Diputados de la Nación sobre el aborto puso en claro hasta qué punto hay una división en nuestro país, los operadores que se benefician de ella, y los idiotas útiles que bajo el antiguo manto de la protección recíproca hoy obran y honran la individualidad. De éste modo, los libertarios logran liberar lo prohibido, se abrió la caja de pandora y las mil y una calamidades consiguen la emancipación para consolidarse en una onírica sociedad nueva y libre.

En tal sentido, bien cabe la expresión ‘Vae Victis’, pronunciada por el general galo Breno cuando luego de un largo sitio logró vencer y conquistar Roma. La frase sobrevive hasta nuestros días, y se usa para hacer notar la impotencia del vencido ante el vencedor, sobre todo en las negociaciones entre ambos, donde los pobres, los débiles, imposibilitados e indefensos, son irremediablemente abatidos por el accionar de los triunfadores. Tal parece ser el caso que se escribe en estos momentos de la historia.

Esta falta de miedo a la muerte y su proclamación en distintos aspectos sociales, pero en éste en particular, es la capitulación de cualquiera de las aspiraciones de jubilados, pobres o desamparados. La falta de empatía con los inocentes propuesta como ley, es el anhelo más codiciado por los sectores económicos internacionales, que descorcharon el rubio champagne ante la medida tomada. Con ella, mucho se ahorran en formalizar los escuadrones esterilizadores que utilizaron con las aborígenes de la amazona peruana, por parte de las internacionales ONG.

Es que la resolución de un problema basado en doctrinas individualistas o religiosas dejó de lado la realidad política de un país deshabitado. Hubo, como siempre, poco y nada de la política de desarrollo y mucha, pero mucha presión social de los medios masivos de comunicación que pugnaron por la gota de sangre que produce rating.

Juan Bautista Alberdi, el segundo padre de la patria o el padre de la Constitución Nacional, en su libro Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, en el capítulo XXXI (“En América gobernar es poblar”) afirmó: “¿Qué nombre daréis, qué nombre merece un país compuesto de doscientas mil leguas de territorio y de una población de ochocientos mil habitantes? Un desierto. ¿Qué nombre daréis a la constitución de ese país? La constitución de un desierto. Pues bien, ese país es la República Argentina; y cualquiera que sea su constitución, no será otra cosa por muchos años que la constitución de un desierto.

Pero, ¿cuál es la constitución que mejor conviene al desierto? La que sirve para hacerlo desaparecer; la que sirve para hacer que el desierto deje de serlo en el menor tiempo posible, y se convierta en país poblado. Éste debe ser el fin político y no puede ser otro, de la constitución argentina y en general de todas las constituciones de Sud-América. Las constituciones de países despoblados no pueden tener otro fin serio y racional, por ahora y por muchos años, que dar al solitario y abandonado territorio la población de que necesita, como instrumento fundamental de su desarrollo y progreso.”

Para agregar luego: “La población en todas las partes, y esencialmente en América, forma la sustancia en torno de la cual se realizan y desenvuelven todos los fenómenos de la economía social. Por ella y para ella es que todo se agita y realiza en el mundo de los hechos económicos. Principalmente instrumento de la producción, cede en su beneficio la distribución de la riqueza nacional. La población es el fin y es el medio al mismo tiempo. En este sentido, la ciencia de la población; por lo menos ella, constituye su principio y fin.”

Para concluir,  Alberdi sentenció: “Sin población y sin mejor población que la que tenemos para la práctica de la república representativa, todos los propósitos quedarán ilusorios y sin resultado. Haréis constituciones brillantes que satisfagan completamente las ilusiones del país, pero el desengaño no tardará en pediros cuenta del valor de las promesas; y entonces se verá que hacéis papel de charlatanes cuando no de niños, víctimas de vuestras propias ilusiones.”

Está claro, es Alberdi. Un estadista que superó su coyuntura para trasladar su visión hasta el día de la fecha, donde la crisis de dirigentes mueve y conmueve a nuestro país al proclamar la muerte como pilar de una sociedad.  Pero claro, ya nadie lee libros y menos libros viejos. Es más simpático estar integrado a las redes sociales y ser parte  de los lineamientos televisivos.

Se presagia que en el futuro las mujeres estarán más infundidas en la política. Con la expectativa de poder estar equivocado, si ésta nueva era que se inicia comienza con la muerte de los propios hijos, queda mucho de esperanza, ya que la esperanza es una de las calamidades que escapó de la caja de Pandora.         

 

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