sábado 20 de abril de 2024

LOCALES | 14 jul 2018

QUIEREN CERRAR EL HISTÓRICO TÚNEL

Defendamos la alcantarilla de calle Chile

La sociedad de fomento del barrio “El Molino” pretende el cierre del legendario paso, esgrimiendo cuestiones de seguridad. Sin embargo, existen otros métodos previos para solucionar los inconvenientes que subrayan los directivos del sector, sin dañar la geografía urbana.


Por: ISMAEL CANAPARO

Yo soy del barrio malevo y canyengue,

más apartado de nuestra ciudad,

que tiene historia de funyi y de lengue

y fuera nido de un criollo zorzal...

En este barrio las gauchas guitarras

cantan de noche su triste canción

en homenaje de aquellos muchachos

que nos legaron a Moreno, el campeón.

Con estos estribillos de tango, el poeta Francisco Saborido e intérpretes como Juan Matta, Maito Ceratto y Omar Decarre, además de los recitados de Luis Acebal, homenajearon a uno de los sectores más entrañables de la vida juninense, poseedor de una singular estructura, hoy olvidada como tantas otras cosas de nuestro hermoso pasado: la alcantarilla de calle Chile, a quien también “Mataco” recuerda en varias de sus obras.

En una reciente charla con el diario Democracia, José Correa, presidente de la Sociedad de Fomento del barrio El Molino, propuso clausurar un paso tradicional y muy sensible para la identidad juninense: la alcantarilla de calle Chile, un verdadero monumento histórico. “Hablé con algunos vecinos y estamos pensando si había alguna posibilidad de cerrar la alcantarilla, que es un paso por donde escapa la mayoría de los que cometen ilícitos”, dijo el titular de ese sector barrial, y agregó: “hablé con el intendente, quien se comprometió a estudiar el tema”.

El argumento es muy endeble. No solamente porque afecta el tránsito de vehículos y personas, sino porque fragmenta aún más una población dividida por las casi 40 hectáreas que ocupa el predio ferroviario. Tenemos patrulleros cada vez en mayor cantidad, un aumento considerable en planteles policiales, el cuerpo de policías de la ciudad, controles diarios en distintos sitios de la ciudad… ¿y necesitamos bloquear un paso vecinal, porque por allí “escapan los que cometen ilícitos”? Con ese criterio, habría que “cerrar”, por ejemplo, las centenares de calles que tienen salida a la avenida de Circunvalación, ya que también por ese lugar podrían huir con facilidad los eventuales delincuentes. Como se preguntaba Joan Manuel Serrat en una de sus canciones, “¿quién es el que quiere ponerle puertas al monte?”.

El Sr. Petrecca debería propender a la toma de conciencia acerca de la diversidad del patrimonio cultural, su vulnerabilidad y los esfuerzos que se requieren para su protección y conservación. Ya hemos tenido en Junín destrucciones de este tipo en otras épocas, en virtud de la cruel piqueta. ¿Un caso, apenas?: la casa donde vivió casi veinte años el célebre Atahualpa Yupanqui.

Los aires de cambios que alegraron a la barriada, sin embargo no llegaron a la alcantarilla, ya que es evidente el virtual abandono existente en el lugar. Algunos vecinos se quejan en silencio, casi en voz baja, reclamando por la mala iluminación, la poca seguridad y la falta de limpieza de los accesos, donde transitan centenares de vehículos diarios, además de las personas que pasan de un lado a otro del puente.

Barrio del Molino, barrio querido,

barrio sencillo donde nací...

En esta noche quiero evocarte,

quiero brindarte esta canción.

Para que sepas, Barrio del Molino,

que te has metido en mi corazón.

Existieron intentos atractivos. En su momento (hace más de diez años), el ex concejal y ex presidente del Concejo, Adrián Feldman, presentó un proyecto para intimar a la empresa brasileña América Latina Logística, concesionaria del ferrocarril residual, a realizar trabajos sobre el túnel de la calle Chile.

La conservación y la restauración de los monumentos edilicios (la alcantarilla lo es), tiene como fin salvaguardar tanto la obra de arte como el testimonio histórico. Además, impone un cuidado permanente de los mismos. La preservación de este bloque ferroviario beneficia a la sociedad, pero es deseable respetar el entorno tradicional, conservando su estructura, sin alterar las líneas. Este túnel es inseparable de la historia de la cual es testigo y también del medio en el cual está situado.

Algunos veteranos vecinos del lugar, sin participación en la sociedad de fomento, siguen soñando con la “decoración” del sector, buscando conservar los orígenes de la construcción. El interés por este lugar histórico debería ser estimulado por medio de acciones tendientes a revalorizar el patrimonio y a hacerlo conocer y apreciar. Hay quienes pretenden transformar los sectores aledaños en un centro cultural y en una feria de tango, para darle razón a los sueños de “Mataco” Saborido.

Nuestra ciudad es muy bella, pero su geografía ha sido dañada en los últimos años. A falta de un “proyecto global” para hacerla más atractiva, rescatando la artesanía de los viejos edificios y conservando los lugares tradicionales, a manera de un “lifting” imprescindible, se vino -por el contrario- la masiva aparición de badenes, feroces reductores y antipáticos lomos de burro, un verdadero asesinato a la estética urbana. Sin embargo, los especialistas en el arte de la arquitectura, la ingeniería y la construcción nada han dicho sobre este lamentable extravío callejero. ¿Acaso no hay nada para decir? La inmensa mayoría de las calles de Junín se transformaron en una verdadera pista de motociclismo, buscando esconder en ese trágico diseño la ineficacia en la observación de la legislación vigente en materia de tránsito. Se avanzó sobre la obligatoriedad del uso del casco, sin empezar por lo elemental: un nuevo diseño en la circulación, con mano única donde hoy es doble (por ejemplo, Rivadavia, desde Newbery hasta la ruta 188, la calle Italia, quizá Benito de Miguel), carriles especiales para las motos, avenidas rápidas para entrar y salir de la ciudad, semáforos en esquinas estratégicas y tantas otras posibilidades. El casco es lo mismo que comprarse un auto usado y empezar a ponerlo en condiciones arreglando el caño de escape.

Un bodegón que se fue para siempre,

una barriada que también se va.

Con el asfalto que trajo el progreso

pero que mata a mi viejo arrabal.

Allí está la avenida San Martín, uno de los sitios más hermosos de la población, con su arboleda que se manifiesta en todo su esplendor, después de haber adquirido una singular dimensión. Por suerte, en su recorrido desapareció la crueldad de los badenes, un disparador en contra de esa belleza, reflejada en sus esquinas, en su largo trayecto, en la frescura de su verde esmeralda. ¿Hay algo más cálido y más sublime a los ojos que enfrentar la avenida, partiendo desde la Plaza de los Niños hasta llegar al imponente y majestuoso Colegio Normal Nacional, una reliquia arquitectónica? Hasta ahora, esas pocas cuadras significan un verdadero deleite para el tránsito, libre de piquetas y ondulaciones. La voluntad de apropiación es un rasgo de nuestra cultura sin consulta previa. “Los hombres pasan y las instituciones quedan”, afirma un antiguo adagio. Muy por el contrario, fácilmente se puede demostrar que en la inmensa mayoría de los casos lo que queda de las instituciones es lo que dejan los funcionarios que pasan por ellas: quebrantos de todo tipo.

Volviendo a “El Molino”, un conmovedor barrio juninense, con olor a fútbol, tango, a violas y fueyes, serenatas, asados, cotorro, grela, berretín y gavión, tiene lugares que todavía recrean aquellos fantasmas, sucesos y personajes reconocibles de un pasado inolvidable. El imponente Molino Tassara, levantado a comienzos del siglo veinte, fue un signo característico para el sector, que después se ganó con creces la identidad propia. El fútbol, como era de suponer, materializó otra cultura, la del fanatismo por las grandes figuras que Mariano Moreno entregó para el consumo masivo de los exigentes. Desde Alberto Gnazzo y Juan Calderón, pasando por Atilio García, transitando por la dinastía de los Tablada, Fito Inglese, Orlando Giménez, otros Gnazzo (Tatá, especialmente), Nuncio Cadile, Alide Marchesse, hasta llegar a la saga de los Zamparollo, Abel Pardini, Alberto Guzmán, Néstor Caporaletti, Angel Tomeo, Héctor Rebecco, Reinaldo Caramelo y tantas luminarias repletas de fuego sagrado, sin olvidar a los que conquistaron el ascenso al Nacional de la AFA: López, Pondal, Romero, Valdivia, Cabrera y Susseret, entre muchos otros.

La alcantarilla será un monumento,

la quinta e’Gnazzo ya no existe más.

Que me perdone le pido a la barra:

¡tengo deseos locos de llorar!

Cada vez más juninenses están informados sobre lo que pasa en el país y el mundo, pero es probable que sean pocos los que se vean llamados a la necesidad de contemplar las imágenes de la ciudad, en un cuerpo a cuerpo visual, lejos de los floreos de discursos huecos, del espadeo de chicanas, de las pomposas promesas que se olvidan a los diez minutos, de los sueños pendientes y los fracasos cumplidos. No es cierto que los maceteros con geranios y malvones sean cosas del pasado y que las fuentes que adornaron nuestras principales plazas y que alguna vez sintieron correr agua, estén secas como corroídas por el paso del tiempo. Hay que luchar contra el aniquilamiento de las ilusiones.

EL TEXTO ORIGINAL FUE PUBLICADO EL SÁBADO 14 DE JULIO 2018 EN NUESTRA EDICIÓN IMPRESA  

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