HUMOR POLÍTICO | 2 ago 2018
PÁGINA AMARILLA
El Reino de Alexia (XVI)
Por: Semanario
Alexia está exultante. Como perro con dos colas. Está tapado de kilombos pero todo le resbala. Parece que los dioses del Olimpo vinieron a visitarlo. Larretus Griegus, del reino madre le trajo regalos de Grecia. Aunque el Barón Pierre de Coubertin ya no viva, a Alexia que haya existido lo hace bailar en una pata. Porque no importa que el reino esté deshilachado o que la fiesta sea para los sialexistas y los de las afueras la vean de afuera. Importa que a su reino lo hayan incluido. No es poca cosa. Poquitos reinos tienen el privilegio de contar con el visto bueno de Amarillo I. Bueno, al menos en esto. Porque Amarillo I también está tapado de despelotes, cada vez más. Tantos que ni la soberana Mariú I parece podrá ayudarlo. Porque ella también cayó en desgracia. Según cuentan para llegar a reyes, los amarillos habrían inventado unos aportes para llegar a sus tronos. El tema es que nadie sabe quién puso tantos acres de oro. Los de las afueras sospechan de algunos, pero es tanto el descalabro que no pueden detenerse a pensar en eso. Apenas si pueden pensar en sus pesares que son un poco más terrenales, más mundanos. Cosas como vestirse, qué comer, o qué darle de comer a los caballos. Cosas por el estilo.
Y no la tienen fácil. Los del Reino Amarillo. No dan pie con bola y ellos, los de las afueras tienen las bolas por el piso. Al menos algo así le gritan a Alexia que es del palo. Pero está visto que para cada Rey, sus problemas no pasan por ahí. Ellos ajustan, y ajustan y ajustan, y parecen no tener fin. Prometen que será el último y empoman uno más. Así van y así es como les aumenta la calentura a los de las afueras. Cada sacudón, una calentura. Y cada vez mayor. Los aumentos, y las calenturas.
Por eso, para salir del mundanal ruido, Alexia, imbuido del olimpismo griego, inventó un feriado en su reino para que todos sus súbditos puedan festejar con ellos la llegada de la antorcha. Todos juntos, en un gesto de hermandad y confraternidad. Los sialexistas y los retratadores están a full. No paran de contar las bondades del reino a diestra y siniestra. Los de las afueras ni mu. ‘Siniestros son ellos’ gritó uno, que nos tiene cagados de hambre y frío, tapado con una frazada.
Así las cosas, no hay llama que los llame al candor que pide Alexia. ‘Están así porque se les acabó la fiesta’, dijo un sialexista por lo bajo en el Palacio, mientras Alexia disfrutaba un rico y calentito café, en su despacho oficial.
Para levantar los ánimos, Alexia mandó instalar un cartelito en la plaza vecina al palacio, para que todos sepan que su reino es un reino olímpico. La cosa es que Larretus Griegus le hizo el favor, cansado de los reclamos y lamentos de Alexia. Tantos que hasta el mismo Rey Amarillo I debió intervenir. Es que parece que las ideas se acabaron. ‘No, lo que se les acabó fueron los acres’ comentó uno de las afueras. ‘O sea, tuvieron ideas mientras le mandaron ideas, porque acá, en este reino, ideas, lo que se dice ideas, jamás hubo’ comentó otro, asomado por la ventana, mientras la seguridad del palacio lo sacaba a escobazos.
Porque así son las cosas, todos pueden criticar, con la más absoluta libertad. Pero lejos del Palacio, y si puede ser lejos del reino, para Alexia mucho mejor. El asunto es que esta semana, que es igual de peor que otras en el reino, donde el piojo aumenta y el frío no se va, Alexia encontró un caminito de felicidad. Una especie de oasis en el desierto.
Es que Alexia se conforma con poco. Con lo que decide Amarillo I o Mariu I. El problema lo tiene con los de las afueras. Ésos son de su reino, el mismo donde él se crió. Y no se conforman con lo mismo que Alexia.
Parece que, aunque Larretus mandó la llama, Alexia no logró iluminarse, mientras cada vez hay más de las afueras en las sombras, o algo así.
PetrEgo
Semana complicada para PetrEgo. Una economía que se hunde, el 35,5% de caída del agro por sequía en un año, los ajustes anunciados que impactaron de lleno en la obra pública, la caída del empleo, inflación, tarifas, vecinos que se preguntan qué pasó con la obra del canal del norte, que plantaron todo y no quedó ni el loro; el camino al balneario que a esta altura es más un misterio que una solución, son un combo del que no hay modo -por más sintonía amarilla que exista-, de sacar la cabeza de abajo del agua.
Por eso, PetrEgo echa mano a cualquier cosa. Por eso supervisa con ojo clínico a los investigadores del Conicet, por eso se abraza con los alumnos del industrial que luchan por llegar a Liverpool, y por eso inaugura semáforos. No se ha avivado aún para inaugurar los nuevos carteles indicadores de las calles. Ahí tiene un lindo reaseguro fotográfico. Parece que estarán más de un año y medio colocándolos en la ciudad.
Le sugerimos algunos ítems para paliar la situación. Podría inaugurar banderolas en el espigón municipal con la leyenda… ‘Acá venía con mis abuelos a pescar cuando era chiquito’; o, en un día de lluvia cualquiera, podría enterrarse en el barro de las callecitas que tienen ese no se qué y salir con este mensaje: ‘Vuestro intendente conoce sus pesares’ o algo parecido (sí, eso no lo creerían, es cierto)… o podría rezar, ya que es del gremio, para que esta tormenta pase volando, o que deje de volar, porque la verdad, mire, por más que digan y aseguren otra cosa, se está llevando todo puesto.
Con cosas así, hasta podría volver a sacarse fotitos y quien le dice, tal vez para algunos hasta volvería a ser simpático.