viernes 19 de abril de 2024

LOCALES | 24 ago 2018

FUMIGACIONES CON AGROQUÍMICOS

Los cuadernos del glifosato

SEMANARIO entrevistó a Eduardo Martín Rossi, autor de una antología donde recopila más de 800 pruebas sobre los daños que causa el herbicida glifosato al ambiente y la salud humana.


Por: Semanario

En el Concejo Deliberante de Junín ingresó un petitorio vecinal para que se regulen de modo seguro las fumigaciones con agroquímicos, particularmente con el glifosato, teniendo en cuenta que hay casos en que se ha utilizado en el ejido urbano y en cercanías de escuelas y poblados rurales.

En las últimas décadas los gobiernos han instalado la idea de que no se puede producir sin químicos en el campo y de ese modo se advierte cada vez más el deterioro ambiental y sus implicancias en la salud poblacional, como de la fauna y flora.

Por medio de negar las evidencias que existen contra los agroquímicos, los funcionarios y dirigentes agrarios intentan a los codazos imponer su idea, pero la realidad es otra muy distinta.

En base a ello, SEMANARIO entrevistó a Eduardo Martín Rossi, responsable de una antología que da cuenta de las investigaciones científicas que muestran el daño causado por el glifosato en la salud humana.

Rossi es técnico en Inmuno Hemoterapia y en Epidemiología, estudiante de Ciencias Médicas en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y fue allí que se interesó por el tema hace ya más de 10 años.

“En 2005, estudiando medicina en Rosario, un vecino de un barrio vino a poner pasacalles y me comenta la problemática, me sonaba raro, todavía no había visto nada de esto. Yo había estado viviendo en ese barrio y el tema era de gravedad porque allí había ocho cerealeras que desparramaban polvillo y eso yo lo había padecido porque se pegaba a la ropa que tendía después del lavado. Me generaba picazón en el cuerpo, pero nunca lo había asociado, además estaba como a cinco cuadra del lugar donde vivía”, explicó el profesional.

-Allí comenzás a tomar conciencia en este tema

-Sí. Ahí se veía mucho tránsito de camiones y cereal tirado en la calle, era el único acceso que tenían los vehículos hacia las cerealeras. El comentario que me hizo este hombre me golpeó, además en esos días sale un programa de Punto Doc, en el que un concejal plantea el problema y además lo adjunta con la cuestión de potabilidad del agua.

A partir de ahí me empiezo a interiorizar y nos enteramos que había otra localidad con el mismo problema. Se forma el colectivo “Paren de Fumigar” y nos invitan a Santa Fe.

Al año siguiente comenzamos a avanzar para ver cómo se podía proteger a la comunidad, qué pasaba en otros lugares porque yo lo padecía por las cerealeras, pero del mismo modo lo padecía la gente que vivía en el campo.

-¿Y cuáles fueron las primeras acciones?

-Empiezo a buscar bibliografía de especialistas. Comienzo a charlar con algunos médicos de la facultad de medicina. La organización se comenzó a ampliar y empezamos a pedir audiencias en ámbitos legislativos y judiciales.

Se empezaron a llevar a cabo los encuentros con funcionarios y formamos parte del consejo asesor del Concejo Deliberante de Rosario, hablamos con los concejales y encontramos una total omisión hacia la problemática. Como que desconocían totalmente lo que estaba sucediendo y cuando uno trataba de explicar cuál era el problema, por lo general refutaban con comentarios como “no hay nada científico”, “es lo que te parece a vos” y cosas por el estilo.

Entonces, como ya conocía el método de búsqueda bibliográfica, comencé a seguir el tema indagando en las diferentes bases de investigación y de esa forma empiezo a encontrar un montón de trabajos ya publicados de hacía muchos años. Se referían a los impactos sobre el ambiente de pesticidas y agrotóxicos diversos.

-¿Y cuándo arranca esta recopilación?

-Habré iniciado todo en 2007, porque fue a principios de 2008 cuando Federación Agraria Argentina se reúne en Rosario y presentamos un trabajo con decenas de investigaciones científicas, de característica nacional e internacional, para adjuntar a diferentes proyectos en los que ya estábamos trabajando.

En ese momento hacíamos presentaciones al Concejo, luego las hicimos ante el poder legislativo provincial y la gobernación de Santa Fe.

-¿Cuál fue el plan de trabajo?

-Todo tuvo un trabajo ordenado, primero puse la lupa en buscar todos los institutos y facultades de las universidades de Rosario (UNR) y del Litoral (UNL), en Santa Fe, que ya trabajaban sobre el tema. Había hablado previamente con varios profesionales que también me habían dado consejos de búsqueda y seguimiento. Armé un registro de las cátedras de la UNR y la UNL que venían investigando el impacto de pesticidas en todas las matrices ya sean ambientales como también muestras clínicas en animales y ya había algunas muestras en sangre en humanos. Eran muy pocas pero había.

-O sea que existían “sobradas evidencias”

-Por su puesto. Y esto siguió creciendo y después de 2010 ya eran más de 500 bibliografías de científicos entre nacionales e internacionales por lo que ya las empecé a dividir para poder identificar bien a los equipos de investigación y a los investigadores, los distintos institutos y facultades.

Ya a partir de 2009 habíamos comenzado a poner más el foco en el glifosato, particularmente con la publicación del Dr. Andrés Eduardo Carrasco, médico argentino especializado en biología molecular y biología del desarrollo, y que tuvo mucha repercusión

-¿Lo de Carrasco tiene repercusión pero ya había otros científicos que venían trabajando en cuestiones similares?

-Si en la UNL que es uno de los que constaté, tenían un trabajo publicado en 2003 acerca de malformaciones en anfibios vinculado al glifosato uno de los primeros a nivel mundial. Carrasco luego sigue en esa línea. También en San Luis había trabajado en casos similares.

-Es importante aclarar que los trabajos que recopilás no son informaciones de periódicos o datos dudosos, sino que se trata de trabajos científicos.

-Son trabajos científicos y publicados. Muchas veces reciben críticas algunas investigaciones que no están publicadas porque no tuvieron repercusión internacional, lo cual es relativo y muchas veces hay interés en desprestigiar buenos trabajos.

Por eso se considera más importante que sea publicado en una revista internacional y de pares. No en cualquier revista.

Esa es la característica. Ya que muchas veces la gente no sabe que cuando se habla de un trabajo científico publicado en una revista especializada, el material ha sido suficientemente chequeado para comprobar su verosimilitud.

-¿Y hay un equipo de investigación asegurando los resultados?

-Sin dudas, es un equipo de investigaciones que hay detrás. Por ejemplo, Carrasco posee una base de investigación desde el inicio, que es  genética y embriológica en invertebrados y su vinculación con las diferentes hormonas actuantes. No es casualidad que su publicación haya llegado a todo el mundo.

-Quiere decir que las críticas contra el uso del glifosato por los daños que causa están debidamente justificadas e investigadas

-Exacto. En nuestro país y en el mundo. Después de Carrasco se fueron sumando trabajos muy interesantes de las facultades de La Plata. La de medicina y de química.

Pero sin dudas que en 2015 se llega a un hecho relevante y es cuando el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC por sus siglas en inglés) realiza una publicación en la que da cuenta de la probabilidad cancerígena del glifosato. Para llegar a esa declaración se basaron en innumerables trabajos internacionales de los cuales había 14 que fueron aportados por   Argentina.

POR QUE GLIFOSATO

-Ahora bien. Hay un montón de agroquímicos peligrosos que consumimos diariamente por suelo, agua y aire, pero se hace foco en el glifosato ¿Esto se debe a la magnitud de millones de litros utilizados en la producción agrícola?

-Sí. Se habla del glifosato porque es la base de la siembra de cultivos transgénicos que se usan en nuestro país. Se utilizan anualmente unos 250 millones de litros que son volcados sobre el suelo, pero también aparecen en ríos y lagunas, en el aire y hasta en la lluvia.

Aun así, lo que aparece como un herbicida que mata todo, hoy ya tiene unas 30 plantas no deseadas (o malezas) que se han hecho resistentes al compuesto.

Entonces se usan otros herbicidas como 2,4 D, dicamba, glufosinato y más aún los cortes químicos que se le agregan en la dispersión, agregados de fungicidas e insecticidas.

Al Estado nunca le interesó saber cuántos litros se vierten, pero Casafe, que es la cámara que nuclea a los vendedores de este tipo de insumos para el campo, en 2013 daba cuenta de que se habían vendido 313 millones de litros de agrotóxicos, que ahora deben ser como 400 millones teniendo en cuenta la expansión agraria. Por eso el herbicida glifosato es el más cuestionado y resulta “intocable” para las corporaciones internacionales.

-¿Y ese es el motivo por el cual hace más o menos un mes llegó a realizarse una conferencia de prensa de cuatro ministros nacionales (salud, ciencia, agroindustria y ambiente) para marcar la “cancha” respeto a los agroquímicos?

-Claro, porque la base del negocio agropecuario es el glifosato y si este herbicida se pone en duda también “tiembla” un sistema de producción genocida, avalado por el Estado y las empresas que los venden que recurren a publicidades engañosas y un discurso falaz que llega a las personas. Sin embargo, esto puede terminar en un juicio en cadena, tal como sucedió ahora en Estados Unidos donde un jardinero demandó a Monsanto (fabricante del glifosato bajo el nombre de Round Up) que recibió una condena por la cual deberá pagar al afectado más de 280 millones de dólares.

Además, estas empresas apoyan campañas políticas en todo el mundo por lo que se convierten en fuertes grupos de presión para promover el uso de estas prácticas contaminantes.

-¿Cuál es hoy el nivel de evidencias contra el glifosato?

-Ya tenemos una bibliografía de casi 1000 trabajos científicos a nivel nacional acerca de los daños que generan los agrotóxicos, publicadas tanto a nivel local como internacional.

Después, hay más de 4000 trabajos publicados en todo el mundo sobre los efectos de estos productos para la agricultura.

Respecto al glifosato y su metabolito AMPA (que permanece en el suelo más que el glifosato mismo) en la última antología llevamos publicados más de 800 trabajos y se siguen sumando semana tras semana, cada día. La investigación no para ni acá ni en todo el mundo.

-¿Esto sirve de base para poner un freno a las fumigaciones a través de ordenanzas en los concejos deliberantes?

-Es un antecedente de peso. La primera ordenanza fue en Bariloche en 2011, después en un pueblo de Santa Fe, oportunidad en que la Corte de Justicia provincial determinó que la comuna podía decidir sobre la necesidad de prohibir cualquier producto que resultara perjudicial para sus habitantes.

A partir de ahí también empecé a hablar con concejales para ver qué solución podía dársele a estos temas de contaminación. Siempre esta tarea fue muy complicada porque no se hacía nada.

Recién en 2015, cuando la Organización Mundial de la Salud consideró la probabilidad cancerígena, empezaron a prestar un poco más de atención y después de un gran esfuerzo y muchas reuniones avanzamos con la ordenanza en Rosario que finalmente logró un despacho que el Ejecutivo trató de evitar, pero finalmente los concejales pudieron aprobarlo.

-¿Por qué cuesta tanto generar conciencia?

-Porque por lo general los funcionarios niegan todo y es una caradurez porque hay numerosas evidencias internacionales y, de más de las 800 publicadas en mi antología, unas 170 son investigaciones argentinas por lo que es improcedente que sigan negando algo que tiene sobradas pruebas de encontrar vinculaciones con el cáncer, la diabetes, el autismo. Comprobando los mecanismos que llevan a esa situación.

Hoy intentan engañarnos hablando de la implementación de “buenas prácticas”, pero no se puede hablar de “buenas prácticas” porque un veneno en el aire es incontenible e inmanejable.

Seguir “ninguneando” no servirá de nada. Esos funcionarios responden a las empresas y no al pueblo argentino.

Una antología que preocupa

Con prólogo del Dr. Medardo Avila Vázquez, Coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, este año la organización “Naturaleza de Derechos” publicó la cuarta antología de Eduardo Martín Rossi, que puede bajarse gratuitamente en http://naturalezadederechos.org/antologia4.pdf

Se trata de la recopilación bibliográfica de impactos generales del herbicida glifosato activo y formulado, como así también su metabolito final Aminometlfosfonico (AMPA), que en su cuarta edición suma 830 artículos científicos (informes de investigaciones clínicas, experimentales, de laboratorio, revisiones, contestaciones, recopilación, resúmenes de congresos) significativos en cuanto al aporte que representan a la hora del conocimiento de este agrotóxico.

La recopilación, actualizada hasta el 9 de abril de 2018, está ordenada por enfermedades vinculantes, sistemas orgánicos afectados, mecanismos fisio-patológicos más frecuentes y tipo de muestras a analizar.

Además de la Organización Mundial de la Salud (OMS), científicos, médicos, periodistas e innumerables voces nacionales e internacionales ya advirtieron sobre el peligro que representa el glifosato.

Pedido en Junín

Hace dos semanas pasada llegó una petición al Concejo Deliberante local, en la que un grupo de vecinos puso a consideración del cuerpo un proyecto de ordenanza que regule el uso del “agrotóxico herbicida glifosato, tanto su principio activo, como  todas las formulaciones comerciales que se están aplicando, ya sea en el ejido rural como en el  ejido urbano de partido bonaerense de Junín, para dar prioridad en la  protección de la salud publica  actuando en la prevención de posibles daños al ambiente y a los seres vivos”.

En el petitorio se remarca que “actualmente la norma municipal permite que los pesticidas de banda verde sean aplicados no solo dentro de los 500 metros de zona de amortiguamiento sino también dentro del ejido urbano sin ninguna restricción, como el glifosato entre otros venenos muy tóxicos, pudiendo observar las maquinas pulverizadoras (mosquito) cerca de zona urbana de nuestra ciudad y con mochila dentro de la ciudad sobre efectores de salud, paso a nivel sobre las vías del ferrocarril, etc.”

 

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