jueves 25 de abril de 2024

LOCALES | 14 sep 2018

editorial

Petrecca, un intendente virtual

Sigue “conduciendo” el municipio a través de su IPhone al que mira hasta en la ducha.


Por: Semanario

Pablo Alexis Petrecca gastó más las yemas de los dedos tipeando mensajitos, que los zapatos caminando los barrios, para llegar a sentarse en el sillón de la calle Rivadavia.

Afecto a la publicidad en la redes y asesorado por el marketing alegre -primero del PRO y luego de la alianza Cambiemos- el joven de chupines y risa fácil para las fotos fue escalando las posiciones que perdía la ya desgastada gestión anterior, enfrentada con algunas instituciones y sin lograr alianzas políticas suficientes más allá del puente del Salado en ruta 7.

De este modo, se transformó en el seductor de parte de un electorado afecto a la fascinación causada por las redes sociales, que nos sumergen a través de un monitor en un mundo ajeno al real donde dejamos de lado la sensibilidad de nuestro razonamiento para fluir a través de los colores, números, frases y otras experiencias bien calculadas por especialistas que nos quieren vender un producto para favorecerse y no que nosotros lo elijamos para favorecernos.

Y en un lapso breve de tiempo nos encontramos comprando vía internet un intendente virtual del mismo modo que lo hacemos con Netflix.

Y en casi tres años –este producto- ha demostrado esa misma coherencia que enarboló desde las redes.

Generando impactos vacíos de contenido, con escasas salidas de su búnker municipal, cerrando las puertas de su oficina pero abriendo las ventanas de Windows.

Y de ese modo, es que el jefe comunal una vez más no respondió al pedido de una entrevista solicitado por SEMANARIO ea su oficina de prensa, para conocer (y dar a conocer) cómo piensa enfrentar la crisis.

En tanto, el intendente virtual sigue “conduciendo” el municipio a través de su IPhone al que mira hasta en la ducha.

Y abandonado por los internautas adultos, seguido sólo por un parasitario grupo de trolls, coquetea en Instagram con los adolescentes, conduce las visitas guiadas y se “entrevista” con los escolares en el municipio, mientras reparte caramelos a los infantes. Todo en el álbum de fotos que ya no trae buenas noticias, sino banalidades de pelotero.

No sale a timbrear con los suyos, que terminan golpeando algunas puertas preestablecidas, cosa de no padecer desagradables desencuentros con los numerosos defraudados.

Tampoco escucha voces disidentes. Nunca lo hizo.

El administrador virtual sólo se siente animado cuando entre los familiares cercanos cuenta lo bien que le ha ido con la política y pocas veces extraña los tiempos en que algún vecino lo invitaba a su casa a comer una picada en retribución por haberle hecho el asfalto.

Obras que ralentizó de modo increíble y de las que hoy ya carece de presupuesto debido al despilfarro económico llevado a cabo por sus superiores y en virtud de su propia avaricia administrativa que lo alejó de los sectores más vulnerables.

Él no mira que le pasa al otro, su mundo es un espejo que sólo le devuelve la sonrisa canchera y autosuficiente de un poder que cree concentrar y ya no tiene. Por más que sus laderos lo alaben por delante, para luego criticarlo por detrás.

Se gastaron los colores, las frases, las promesas, las mentiras. Hasta las supuestas lealtades.

Y cuando sólo queda salir a bancar a todos y cada uno de los que le confiaron la tarea, el administrador de nuestros sueños termina poniendo el preocupante cartel: “Este servidor ya no se encuentra activo”.

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