Por: Semanario

Es en principio el deporte más austero: salir a correr a la calle no requiere grandes desembolsos en equipos especiales ni pagar una cuota mensual. Alcanza con un par de zapatillas y un poco de voluntad.

Según un sondeo de la empresa vinculada al running Eventbrite, el 48% corre para superarse a sí mismo, el 35% lo hace para pasarla bien, y sólo un 9% corre de manera competitiva. Según algunos estudios, correr 1 hora agrega 7 horas de vida, otros aseguran que hacer ejercicio aumenta el rendimiento sexual. En Argentina, la organización de competencias deportivas está en pleno crecimiento y cada vez son más las marcas que como acción de marketing realizan éste tipo de eventos y muchas otras los patrocinan. El éxito de esta actividad lo certifican, por ejemplo, las grandes maratones. 

Así, bajo los mandatos de la buena salud, vida sana y moda, acompañados de importantes movidas publicitarias, los adeptos al running se congregan en multitudes en cada competencia. Algunos se organizan en grupos, registran sus tiempos, modifican sus rutinas y comidas según la cercanía y tipo de competencia, y otros, más estrictos, programan el día a día casi como auténticos profesionales.

En algo no se diferencian. Todos pagan anticipadamente para correr. Porque para participar en alguna competencia hay que pagar. En cada evento, ese monto –al menos en Junín y la región- no suele bajar de los 300 pesos y a cambio el runner recibe una remerita -con el inolvidable sponsor impreso-  como recuerdo de su paso por ese recorrido; un chip -que casi siempre debe ser devuelto al final de la carrera-, y una simpática medallita si está lo suficientemente entrenado como para llegar en el lote de adelante. Algo así como gorro, bandera y vincha, pero en la cancha del atletismo.

En nuestra ciudad, con el clima más benigno, por estos días aparecieron los ‘atletas de estación’ y los parques y calles se poblaron con el colorido de los corredores amateurs, que se suman a quienes mantienen su rutina durante todo el año. Llega el tiempo de ponerse a punto, porque es la época de mostrar aquello que se hizo y demostrarse si valió la pena. Aunque hay carreras todo el año, el veranito predispone para la actividad.

Y si de competencias se trata, acá y en la zona –casi exclusivamente-, la organización corre bajo la batuta del ex atleta Julio Gómez. Titular de un gimnasio en calle Perú, el  líder de la ONG Los Flamencos, es el referente de la actividad.

La Agrupación Atlética Los Flamencos forma parte del  programa Clubes Argentinos y ha recibido varios desembolsos por pertenecer al mismo. La ONG de Julio Gómez es, por lejos, la ‘dueña’ de cuanta carrera se dispute en Junín y la región. El ex atleta, además, cuenta con una empresa que está entre las ‘de consulta’  del país en la organización de este tipo de eventos.

La Asociación Civil Los Flamencos, cuya comisión está presidida por el ex atleta Julio Gómez, cuenta con 16 miembros, tiene como leit motiv “difundir y estimular el desarrollo de los deportes atléticos, sean competitivos o participativos según las personas”.

Bajo este encabezado, subyacen los números de un negocio muy lucrativo. En su sitio web, la Agrupación explica que cuentan con “más de 200 atletas que compiten permanentemente en el país y el exterior”. Un número importante y llamativo, ya que de tamaña cantidad, no se conocen los apellidos (al menos a nivel local) que la Agrupación dice promover.

Por caso, entre los integrantes de la comisión se encuentra Alejo Castellazi, reciente corredor del Mundial Iron Man 7.3 de Sudáfrica. Una actividad que le llevó cerca de 500 dólares sólo de inscripción que pudo costear personalmente gracias a su situación personal y familiar.

A la Agrupación, que cuenta con una comisión que se reúne escasas veces al año pese a la nutrida agenda, el ex atleta la ha convertido en una auténtica empresa del running que excede los límites de Junín. Su equipo de fiscalización es uno de los más reconocidos del país. Quien quiera organizar una competencia, consultar por detalles, equipamiento, o alquilar el sistema, seguro encontrará en ‘Ipico Sports’, la firma de cronometraje con sistema de chips, todas las soluciones. El además instructor provincial en la zona norte bonaerense, y organizador de cuanta carrera exista en la ciudad, con el alquiler del sistema factura más en la zona y otros puntos del país que en Junín mismo. Y cada fiscalización, según la cantidad de corredores y sistema solicitado, puede costar 10, 20, 30 o 50mil pesos en adelante.

El bajo perfil, su forma de ser, hasta el carácter de Julio Gómez, tiene su contracara en Dalila, la ‘pata comercial’ de la Agrupación que transforma cada competencia en una vidriera para los sponsors y, para Los Flamencos, un negocio muy redituable.

Además, ¿qué les ofrecen a los corredores? Algunos participantes reconocieron que “pagamos como en todos lados que corremos, pero al menos acá la atención es otra”. Los corredores habitué de las carreras de Gómez aclararon que “es común que en el cierre de cada carrera los finishers puedan degustar porciones de pizza, bebidas isotónicas, agua, en ocasiones cerveza, yogurt y hasta sándwiches de milanesa completo; además de medallas, remeras y otros menesteres”.

Para aquél que ha abonado -aunque todos esos elementos casi siempre son aportados por los sponsors- representa un mimo adicional. En otras carreras (y las hay muy caras en el país, de 4 o 5 mil pesos de inscripción) en ocasiones ni siquiera medallas reciben.

Gómez ha encontrado en su apellido la explotación comercial de aquello que tan bien conoce. Varios atletas reconocen que ‘Julio está más allá, hace la suya’, aunque también ayuda a muchos atletas sin ningún pedido. Les arma las rutinas, los controla y los corrige. Ad honorem.

Lo que más ruido hace no es lo que hace la Agrupación Los Flamencos, (¿quién podría cuestionar difundir la actividad?) sino lo que los demás dejaron de hacer. Un Estado ausente, que acompaña poco y mal y que no utilizó la sapiencia del ex atleta para potenciar a los posibles Gómez del futuro. Al contrario, el Municipio local lo acompaña para que su empresa crezca cada día.

La Carrera de la Amistad, el clásico de la ciudad de Junín, es ‘el bono de fin de año del atletismo’. La Juan José Ibáñez bate récords de inscriptos. A $ 300 de inscripción, multiplicado por unos 500 participantes, da la friolera de 150 mil pesos. Para sus organizadores, un excelente negocio.

Aunque más allá del negocio está claro que sin Julio Gómez los atletas deberían pensar en correr en otro lado, porque Junín carecería de la mayoría de las competencias que posee.

Mientras el Municipio sponsorea carreras como la de La Amistad, que bate récord de inscriptos cada año, ni siquiera termina la pista de atletismo para que los amantes de la actividad puedan entrenar. Curiosa mirada del municipio que dice acompañar el deporte, cuando en verdad alimenta un negocio privado.

POR ALLÁ, EL RESTO

Y en la otra punta, lejos de la abundancia, los sponsoreos y las carreras prepagas, el atletismo no logra despegar. Sin más ayuda que la propia y algún aporte para combustible (el año pasado, el actual campeón u23 ‘Jony’ García agradeció a un generoso conductor el haberlo trasladado a una competencia) el director de Galas, Gerardo González, organiza lo que sea para que sus atletas puedan crecer.

Los integrantes de la Agrupación de Triatletas ‘La Legión’ también son parte del atletismo de la ciudad. Orientados a las disciplinas combinadas, también tienen un costado social. Han incursionado en la docencia, en la solidaridad recaudando elementos para instituciones. Alejados del negocio de la actividad, y más cercanos a la ayuda mediante el deporte. Otra historia, lamentablemente no siempre bien reconocida ni con tanta prensa.

GALA DE JUNIN

Gerardo González, además de dirigente de la Escuela de Atletismo ‘Galas de Junín’, es un apasionado entrenador. Sabe, acompaña, pero le cuestionan que no explota comercialmente la actividad como lo ha hecho Gómez. Mientras uno montó una empresa, González cultiva un perfil más ‘romántico’. Acompaña a sus atletas al Parque Borchex, donde suele vérselo solo degustando algún mate mientras ellos cumplen sus rutinas. Pese a contar entre sus corredores a los campeones argentinos U23, como Jonathan García o Andrea Silva, Galas, que el año pasado festejó sus 32 años de vida, se la ha visto en figurillas para poder  competir. Son comunes las polladas y rifas para poder viajar. Y la Escuela no les cobra a sus atletas, por entrenar, tampoco para competir. “Ver la alegría por algún logro de los chicos, es el mejor premio para mí”, dijo González.

Mientras las competencias amateurs son un gran negocio para sus organizadores que saben explotarlas, los atletas que intentan progresar se las ven negras para poder realizar un viaje a competir. Es el reino de la contradicción. En vez de apuntalar un deporte, apenas unas fotos con cientos de deportistas amateurs que pagan por su pasión.

“Se podría cobrar un arancel mínimo para que vuelva el atletismo. Cuando salimos a correr masivamente por las calles, cuando pagamos una inscripción, también podemos contribuir a una buena causa. Y esa causa puede ser, debe ser, el mismo atletismo, el deporte federado, la pista, los deportistas”, dijo Antonio Silio, el corredor entrerriano retirado, poseedor de los récords argentinos en los 5.000 m, 10.000 m, 10 km, 15 km, Media maratón, 25 km, 30 km y Maratón. 

Por eso, mientras en Junín el running explota y muchos pagan, los pocos atletas no saben de dónde sacar para poder proyectarse. De ellos, salvo los que todos conocemos, que ponen el lomo y su pasión, ¿quién se ocupa de verdad?

“Sobran corredores, pero faltan ideas para fomentar el atletismo; el running no genera atletas”, dijo el mismo Julio Gómez el 3 de septiembre de 2016 en una nota publicada en el suplemento deportivo de SEMANARIO.

Pero sí excelentes dividendos.

EL TEXTO ORIGINAL FUE PUBLICADO EL SÁBADO 15 DE SEPTIEMBRE 2018 EN NUESTRA EDICIÓN IMPRESA