viernes 29 de marzo de 2024

DEPORTES | 24 sep 2018

grandeza épica

Firpo y sus 17 segundos de gloria

Allá por 1923, cuando el juninense sorprendió al mundo tirando fuera del ring a Jack Dempsey, nació la leyenda quizá más trascendente del deporte argentino.


Sin apelar a precisiones estadísticas, podría decirse en Junín, al día de hoy, que la actividad deportiva es uno de los mojones que le ha dado mayor lustre a la ciudad, en todo sentido. Desde Eusebio Marcilla hasta la actualidad de Sarmiento, pasando por El Expreso del 37, los dos ascensos del verde a Primera y las hazañas de Jorge Newbery, Mariano Moreno, Argentino y Ciclista. Claro, la historia también la hicieron otros acontecimientos gravitantes, como la gran campaña de Omar Guilloti, no de menores vuelos. La grandeza épica estuvo muchas veces entre nosotros.

Allá por 1923, cuando el juninense Luis Angel Firpo (87,315 kgs.) sorprendió al país y al mundo tirando fuera del ring con un demoledor derechazo al invicto norteamericano Jack Dempsey (98,201), nació la leyenda quizá más trascendente del deporte argentino. Fue el primero de los muchos despojos estadounidenses que hemos sufrido en la historia.

El 14 de septiembre se cumplieron 95 años de aquel memorable combate celebrado en el Polo Ground de Nueva Cork, ante 85.000 espectadores. Millones de compatriotas siguieron la pelea a través de las señales luminosas que se emitían desde la torre del edificio Barolo, el único rascacielos de aquel Buenos Aires de un millón de habitantes, que recién despertaba de su siesta aldeana. Si la luz era blanca, ganó Firpo. Si la luz era roja, catástrofe. Pocas veces el sentimiento antiyanqui llegó tan alto como cuando la gente se enteró del desvergonzado fallo. Fue la primera vez que en la Argentina, por una noche, nadie durmió…

Conviene reflotar detalles de aquella pelea, que duró apenas dos rounds y en la que Firpo perdió por nocaut. Alcanzó su cota más alta de emoción cuando el juninense (que ya había sido derribado nueve veces por Dempsey) sacó a su rival del ring con una imparable derecha a la mandíbula. A Dempsey lo ayudaron a volver al cuadrilátero desde la hilera del periodismo, pese a que habían pasado más de diecisiete segundos, el tiempo que tardaron en subirlo.

La epopeya de Firpo es más mentada que frecuentada, aunque prácticamente no existen enciclopedias o resúmenes históricos que no hablen de ella. Está en los libros, en los hechos más extraordinarios del siglo pasado, acaso para ratificar el costado anecdótico de su justa fama.

Y el arte y la literatura se hicieron eco de este dolor nacional, como bien lo expresa Julio Cortázar en "Circe": "Vino la pelea Firpo-Dempsey y en cada casa se lloró y hubo indignaciones brutales, seguidas de una humillada melancolía casi colonial".

El diario La Nación sacó tres ediciones al día siguiente, con el objeto de saciar la sed que había despertado el gran combate por el título mundial de los pesados, al que aspiraba por primera vez un boxeador argentino, el mitológico Luis Angel Firpo. El rival demostró ser difícil, se sobrepuso con ayuda a golpes tremendos y se llevó el cinturón. La primera edición salió a medianoche, la segunda a la 1 y la tercera a las 3.

El padre de Firpo, Agustín, arribó a Junín en 1887, procedente de Italia. Al año siguiente se casó con Ángela Larrozza, de origen español. Agustín comenzó a trabajar en la zapatería Bazzani. La pareja tuvo cuatro hijos: Serafina, Luis Ángel, Alfredo y Juan. El segundo hijo de la pareja nació el jueves 11 de octubre de 1894 en el hogar de la familia, ubicado en la calle Lavalle 215. Fue bautizado en la iglesia San Ignacio de Loyola. Sus padrinos fueron Francisco Minotti y Teresa Anselmo. Desde pequeño, sufrió problemas auditivos, por lo que sus padres debieron llevarlo a Buenos Aires para curarlo. De regreso a Junín, vivió con su familia en una quinta ubicada en las cercanías del Tiro Federal. Realizó su educación primaria en la Escuela Nº 8. Falleció el 7 de agosto de 1960, producto de un infarto.

A los veinte años comenzó a enfrentarse como amateur con otros rivales. El 10 de diciembre de 1917 inició su carrera como profesional. Se lo empezó a conocer con el apodo con que lo nombrarían todos los argentinos y el mundo: "El toro salvaje de las pampas". Hizo buenas peleas y excelentes negocios. Y logró que muchos se alistaran en las prácticas del boxeo, siguiendo al ídolo, al pionero del pugilismo argentino. Se coronó campeón sudamericano el 30 de abril de 1920, al dejar nocaut en el primer round a Dave Mills, en Santiago de Chile, hasta donde llegó caminando por el sendero de los arrieros por falta de dinero. En 1926, tras vencer por segunda vez a Spalla, dejó el boxeo. Pero diez años después, a los 41 años, volvió. El 11 de junio de 1936 realizó su última pelea, en el Luna Park, abandonando en el tercer round. Su récord fue de 31 peleas ganadas (26 antes del límite), 7 sin decisión y 4 derrotas.

Ya retirado del boxeo, Firpo se dedicó principalmente a la ganadería, realizando una carrera en este rubro con el mismo éxito que tuvo como boxeador. Fue propietario de varias estancias, como "Los Amigos" (en Bayauca), "Sin Tregua" y "Sin Descanso" (en Carlos Casares, "La Marión" (en Ameghino), "La Milanesa" (cerca de Luján) y tierras en Mercedes. Venía muy seguido a su ciudad natal y cuentan que solía enfrentar largas mesas de café, rondas cargadas de anécdotas, relatos y nostalgias.

Por estos años, dos campeones del mundo decidieron elegir a Junín para vivir transitoriamente con sus familias. Se trata de Carlos Manuel Baldomir (ex titular peso welter del Consejo Mundial de Boxeo) y Lucas Martín Matthysse (flamante dueño del título superligero del CMB). “El Tata” derrotó en el enero de 2006 al campeón Zab “Super” Judah (en ese momento considerado por muchos el mejor boxeador libra por libra), en un memorable combate celebrado en el mítico Madison Square Garden de Nueva York. Lo del chubutense Matthysse es más fresco. Fue campeón interino de la categoría superligero del Consejo Mundial de Boxeo.

Los logros deportivos se condensan en breves períodos de tiempo que, una vez transcurridos, deben ser reinventados. Hacerlo es la obligación del periodismo de estos tiempos. El presente es una coyuntura limitada, dura el lapso de una siesta, de la flor de un lirio (abren sus pétalos al amanecer y se marchitan al atardecer), o de los amores de estudiantes. El pasado está intacto, se lo puede tocar. Es duradero. Lo cierto es que tiempo y espacio delimitan, marginan, mezclan y vuelven a dar otras sensaciones. Así las miradas se renuevan, pero con un misterio: el reconocimiento y la valoración de una hazaña. Son hermosos escombros de una nostalgia imperdible.

 

Sus huellas siguientes

Después de su épica derrota con Dempsey, Firpo reaparece en el Luna Park el 24 de febrero de 1924 y noquea en el quinto asalto a Fammer Lodge. En abril de ese mismo año, luego de haber vencido a Herminio Spalla (nocaut en el decimocuarto round) y a Al Reich (KO 1º), la Federación Argentina de Box lo proclama campeón argentino por falta de adversarios.

El 3 de abril de 1926, luego de ganarle por puntos a Herminio Spalla, anuncia su retiro del boxeo.

En 1936, Firpo –ya con 41 años- decide volver a pelear y, en mayo, derrota a Saverio Grizo (KO 1º). El 11 de julio enfrenta en el Luna Park al ascendente chileno Arturo Godoy y pierde por abandono en el tercer asalto, después de haber sufrido seis caídas. Tras ese combate, se retira del boxeo en forma definitiva. 

Firpo, la leyenda

“Tal cual dijo el escritor Julio Cortazar tiempo más tarde en una entrevista, 15 millones de argentinos querían declararle la guerra a Estados Unidos por aquella histórica pelea que, no sin razón, entendían que les había sido robada. Sin embargo, cada dato nuevo que se conocía de la contienda agigantaba más la epopeya de Firpo, que combatió aquella noche con el brazo izquierdo fracturado. Además, muestra de su hombría, ‘El Toro Salvaje de las Pampas’ renunció a cualquier queja posterior que le podría haber otorgado el título del mundo en los escritorios.

Después de aquel 14 de septiembre el boxeo se tornó popular en Argentina, y un decreto del presidente Marcelo Torcuato de Alvear terminó levantando la proscripción que recaía sobre el deporte. Firpo, que en ese entonces tenía 28 años, se hizo millonario y se convirtió en un hombre de la aristocracia mundial. El banquero John Pierpont Morgan, el periodista Joseph Pulitzer o el posterior presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt fueron sólo algunas de las celebridades que asistieron a la pelea, y que más tarde saludaron con respeto al argentino en alguna tertulia del jet-set americano.

Dempsey, que luego fue íntimo amigo de Firpo, jamás reconoció que permaneció fuera de la pelea más segundos que los reglamentarios, pero si confesó que el juninense fue el rival más ‘duro y salvaje’ al que se enfrentó en su vida. Cada 14 de septiembre se celebra el día del boxeador en honor a ese pugilista que conquistó a todos los argentinos con su coraje. No queda huella filmada de la contienda completa, porque la borrosa película que se realizó fue editada para eliminar la estruendosa caída del gran noqueador estadounidense, apodado ‘El Carnicero de Manassa’ o ‘El Campeón Salvaje de los Años Salvajes’, ya que su popularidad coincidió con la guerra de gangsters contrabandistas de alcohol que había estallado con la Ley Seca de 1917.

‘El Toro Salvaje de las Pampas’ murió en 1960, cuando aún ningún otro argentino lo había superado en popularidad. Dempsey vino al país, exclusivamente a su velorio, y El Gráfico lo despidió con honores: ‘Se marchó el poseedor de la más honda emoción deportiva que alguna vez haya vivido este suelo. Nunca un triunfo nacional llenó tanto de orgullo a los argentinos como aquella derrota’. Firpo ya era una leyenda”. (Matías Rodríguez, “El Gráfico”, 13/9/2013).

 

 

 

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