viernes 19 de abril de 2024

CULTURA | 1 oct 2018

SU TALENTO SE DESVANECIÓ EN PLENA GLORIA

Rosanna Falasca, la bella estrella fugaz que iluminó al tango

Su historia fue sencilla y quizá con ciertos elementos que recuerdan la fábula de la Cenicienta, porque bella, joven y talentosa llegó a la siempre difícil Buenos Aires y se ganó rápidamente el respeto popular.


Por: ISMAEL CANAPARO

Hace treinta  y cinco años el tango perdía a una de las cantantes más importantes. Una chica que con su voz distinta y atrapante había traído bríos renovadores a la música ciudadana. Rosanna Inés Falasca tenía apenas 29 años cuando falleció, producto de una cruel dolencia. Nació el 27 de abril de 1953 y vivió siempre en Humboldt, un pueblo santafesino de poco menos de cinco mil habitantes, ubicado a 61 kilómetros de la capital provincial. A pesar de ser una estrella fugaz, iluminó como pocas el escenario del dos por cuatro y dejó un hermoso legado en recuerdos, películas y grabaciones.

Los restos de Rosanna fueron sepultados en principio en el Panteón de Actores del cementerio de la Chacarita, cuando ocurrió su muerte. Pero desde abril de 1995, a instancias del pueblo de Humboldt, su cuerpo descansa en el mausoleo que costeó la comunidad, en homenaje a la artista que representa, aún hoy, todo un símbolo para los habitantes de la localidad. “Hoy repatriamos a Rosanna para que vuelva a sus raíces, para que otra vez esté entre nosotros, para que regrese al lugar que la vio nacer y crecer, porque, como José Ingeniero expresara, el lugar de nacimiento es la patria del corazón”, dijo aquella vez el intendente Carlos Weder. En esa emocionante ceremonia, un ex compañero, la recordaba: “… cómo olvidar a aquella bella niña que siempre animaba todas las fiestas escolares con sus zapatitos blancos, con una sonrisa a flor de labios. Era un sol calcado. Con el paso del tiempo ella demostró que si a los sueños se les ponen alas y se los deja volar, se convierten en realidad”.

“Chany” –así la llamaban sus familiares y amigos- fue la tercera de seis hijos (Cristina, Ado, Rosanna, Daniel Falasca, Roberto y Marcelo) que nacieron del matrimonio entre Ado Rino Falasca (sastre y cantor melódico que actuaba en dúos y que llegó a tener su propio conjunto musical) y Filomena Paula Theler. Creció en un hogar donde la música y el canto imperaban y, a los diez años, su padre, al advertir sus dotes para el canto, decide incorporarla a su grupo musical (llamado a partir de entonces, “Adito y Chany”), con el cual se presentara por vez primera en Estación Clucellas (provincia de Santa Fe). De allí en adelante vendrían las giras por pueblos vecinos, y las actuaciones en programas radiales (LT 9 de Santa Fe) y televisivos (Canal 13 de Santa Fe y de Paraná).

Era amante de la música moderna, la filosofía oriental y practicaba yoga. Además,  estudió inglés, francés y danzas. En 1967 se presentó como invitada en Canal 10 de Córdoba, y gracias a esta actuación fue contratada para presentarse en 1968, en el “Gran Festival de Río Ceballos” (Córdoba), donde actuaban grandes figuras del ambiente artístico de la Argentina. En esa oportunidad Rosanna interpretó temas populares, y entre ellos, algunos en italiano. Luego, en enero de 1969, se presentó en  Rafaela (provincia de Santa Fe), donde la escucha un productor (Julio De Martino) que la invita a Buenos Aires. En marzo de 1969 arriba a la Capital Federal. Allí, es invitada a presentarse en el café concert “Cabo 710”, en el barrio de San Telmo, y, en agosto, su padre la inscribe en un concurso televisivo de nuevas voces que organizaba el programa “Grandes Valores del Tango” (Canal 9), conducido por Juan Carlos Thorry. Sólo conoce dos tangos, uno es “Madreselva” y lo interpreta en la ronda inicial de tres participantes. Resulta ganadora en esa primera instancia (algo que la sorprende ya que, según sus propias palabras, no había ido a concursar para ganar, sino para hacerse conocida), pero el impacto que provoca en el público y en los directivos, decide a estos últimos sacarla del concurso para presentarla como una de las figuras del programa, con un contrato por cuatro años. El 1 de setiembre de 1969 debutó en aquel programa. Tenía 16 años.  “Cuando Rosanna cantaba habría mucho la boca: era por su garra y su virtud de transmitir sentimientos. Además, siempre sonreía, no para los camarógrafos, sino para la gente”, describe su padre. Por último, se remonta a una anécdota cuando ya su hija llevaba dos meses de convalecencia: “Estábamos en la quinta de Tortuguitas, cerca de la pileta. Ella, junto a su novio, ambos sentados a la mesa. Y me dijo: “Papá, por qué no venís y me cantás ‘La mentirosa’, esa hermosa ranchera de Padula y Lito Bayardo. Entonces tuve que sobreponerme al máximo, porque le ocultábamos la enfermedad que tenía. Tanto dolor no se puede olvidar. Fui y le canté, acompañado por uno de mis hijos en el acordeón. Le canté toda la letra. Pareció que ella me hubiese ayudado, simplemente porque yo estaba con el corazón destrozado”.

Tuvo una corta pero gravitante historia con el tango. En 1970, con 17 años, grabó su primer disco, “Todo es amor”, placa que incluía “La canción de Buenos Aires”, “Uno”, “Malena”, “Sus ojos se cerraron”, “Más solo que nunca”, “Todo es amor”, “Balada para un loco”, “Padre nuestro”, “Rondando tu esquina”, “Un día te diré” y “El último acto”, además de “Madreselva”, título que la consagró.

Un año más tarde tuvo el gran bautismo, al ser considerada como una verdadera “Princesa del tango”, apodo que generó el propio público. Luego de realizar presentaciones en Uruguay, extendió sus giras por el continente, en especial por Centroamérica.

En 1971 debutó en cine en con la película “¡Arriba juventud!”, dirigida por Leo Fleider, y la actuación de Noemí del Castillo, Fidel Pintos, Eddie Pequenino y Vicente Rubino, con música de Sandro, Oscar Anderle y Francisco Canaro. Dos años más tarde participó en “Siempre fuimos compañeros”, junto a Donald, Hugo del Carril, Fernando Siro, Irma Roy y Vicente Rubino. En 1976,  cerró su etapa actoral con “Te necesito tanto, amor”, dirigida por Julio Saraceni, y un elenco integrado por Elio Roca, Elizabeth Killian, Nelly Panizza, Jorge Barreiro y Rodolfo Ranni.

Paralelamente a su incursión cinematográfica, Rosanna se suma a la prestigiosa orquesta de Raúl Garello, con quien graba las recordadas versiones de “Adiós pampa mía”, “Te quiero”, “Cada vez que me recuerdes”, “Con las pocas palabras”, “Quedémonos aquí”; “Serenta a mi guitarra”, “Soledad”, “Una canción”, “Pero yo sé”, “El último organito”, “Nostalgias” y “La última curda”. Este último tango antes había sido versionado nada menos que por la orquesta de Aníbal Troilo y la voz de Roberto Goyeneche,  el 7 de mayo de 1963. La santafesina le colocó su rótulo personal junto a Garello el 16 de julio de 1976, para EMI Odeón.

En 1978 fue convocada para sumarse a la denominada “Cruzada Joven del Tango”, un proyecto musical que pretendía acercar a los jóvenes a la música ciudadana. Allí compartía espacio con María Graña, Reynaldo Martín y Rubén Juárez, entre otros. La idea no tuvo repercusión  y no perduró, pero Rosanna pasó a formar parte del programa televisivo “Botica del Tango”, conducido por Eduardo Bergara Leumann por Canal 11, donde cantó sin saberlo, por última vez.

Por último en 1982, con la empresa discográfica Polydor graba sus dos últimos larga duración con el acompañamiento de Orlando Trípodi, dirigiendo orquesta y cuarteto. Entre otros registros, quedaron para el recuerdo: “Sur”, “El pañuelito”, “Bien criolla y bien porteña” y “La cumparsita”.

El 7 de noviembre de 1982 los médicos le detectaron un cáncer y fue intervenida quirúrgicamente. Enterada de las noticias que circulaban en torno a su estado de salud, en un reportaje negó padecer tal enfermedad.  A principios de 1983, su novio, el ingeniero e industrial Luis Hernández, la trasladó a una quinta de Don Torcuato (partido de Tigre) para su mejor recuperación. Pero todo esfuerzo resultó infructuoso: allí falleció el 20 de febrero de 1983. Al día siguiente fue despedida por una multitud que acompañó sus restos hasta el panteón de actores del cementerio porteño de la Chacarita donde permaneció hasta abril de 1995 cuando, por pedido de la familia, sus restos fueron trasladados a un mausoleo levantado para ella en el cementerio de Humboldt, provincia de Santa Fe, su pueblo natal. Actualmente una calle del pueblo lleva su nombre.

Cuando iluminó la tarde juninense

Rosanna y su recital en la Rural (foto gentileza Miguel Zara)
 

Ya empezaba a deslumbrar al público tanguero del país con su voz distinta, cuando Rosanna Falasca se presentó por primera vez en Junín, con apenas 17 años cumplidos. Fue un domingo de agosto de 1970, en la EXPO de la Sociedad Rural, ante una verdadera multitud, calculada en más de quince mil personas.

En esa ocasión, se ganó al público local con un hermoso timbre vocal, de un caudal generoso y una rica musicalidad en el canto. Supo ser sensible y temperamental en cada interpretación, que enriqueció con su personalidad escénica, quizá beneficiada por su belleza y calidez.

Horas antes del recital, Rosanna, acompañada por sus padres, se dejó ver, especialmente invitada de antemano,  por la redacción del desaparecido diario “Mundo Nuevo”, que tenía su sede en los altos de Arias y General Paz. La belleza y simpatía de la niña cautivó a todos los periodistas, que “rivalizaban” por hacerle la entrevista. La puja interna la disipó el jefe de redacción, Luis Más,  quien dispuso hacer un “sorteo” entre los cuatro escribas presentes. La elección  para la charla con la hermosa cantante recayó en Juan Carlos Ghioni, el recordado y querido “Tero”, quien pese a escribir sobre  automovilismo, tenía mucha cultura musical, como lo demostró con creces años después. La entrevista se publicó al día siguiente a doble página, junto a los detalles del show.

A raíz de aquella presencia de Rosanna en Junín, el locutor y periodista Claudio Alberto Lassiar, recuerda la siguiente anécdota: “Con mi padre caminábamos por la Avda. de Circunvalación, luego de escucharla cantar en la Rural, yo sentado en los hombros del viejo. De pronto  nos supera, a paso de hombre, un automóvil blanco, creo que un Torino de cuatro puertas. Era tal el gentío que circulaba hacia el centro de la ciudad, que el vehículo se detuvo a nuestro lado. Giro mi cabeza, aún a cuestas de mi padre y allí adentro estaba ella, radiante y bella. Grité su nombre y comencé  a tirarle besos. Todavía llevaba puesta la ropa con la que actúo: hot pant de gamuza, chaleco, y creo que una polera marrón. Supongo que aquello llamó la atención de la muchacha, porque abrió la puerta del auto  y pude introducirme y darle un beso. Me regaló una foto autografiada, que años más tarde la tenía pegada en la tapa de mi carpeta del secundario...”

Cuatro años más tarde, Rosanna Falasca volvió a presentarse en Junín. Ocurrió el 9 de junio de 1974 en la confitería “Augustus” (Arias y Saavedra), acompañada por el cuartero de Orlando Trípodi. El espectáculo fue organizado por la Asociación Músicos de Junín y contó con la animación de Erardo Alegretti.

 

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