martes 23 de abril de 2024

HUMOR POLÍTICO | 4 oct 2018

pagina amarilla

El Reino de Alexia (XXIV)


Por: Semanario

El Reino de Alexia vivió un fin de septiembre difícil: fue una sombra el 21 y se oscureció el 25.

Por acción, omisión, impericia, ignorancia o lo que sea, Alexia pasó una semana complicada. Como parte del grupo de baile ‘Los Amarillos King’s’ le sacaron a los reinos todas las sonrisas. Justo ellos, que prometieron una verdadera revolución con la alegría.

Bueno, no sólo la alegría. Los de las afueras, recontra calientes con quedarse cada vez más afuera, salieron por las calles del reino. A rezongar fuerte. Por lo de siempre: piden por pan y los amarillos no le dan, piden por queso y le dan hueso y lo que quieren es que no les corten el pescuezo si todo sigue así.

Con el piojardo de Amarillo I y compañía, en el reino de Alexia cerraron comercios, algunas industrias siguieron idéntico camino y varios de las afueras quedaron sin trabajo. Todo fogoneado por Amarillo I y sus medidas, como de impuestos, tarifas impagables, y sequía de acres para casi todos. O sea, todo mal.  Por eso tamaña manifestación de los de las afueras.

Para calmar tanto mal, los de las afueras esperaban una de las históricas fiestas del reino. Pensando que la del año anterior, que pasó sin pena ni gloria, esta sería distinta. Pero no. La laguna del reino, otrora llena de afueritas, estuvo triste, vacía y nostálgica. Un 21 de septiembre con pena y sin gloria. Bien a tono con los tiempos. Alexia es como el Grinch de la Navidad. No quiere ningún festejo. Al menos aquellos que a él no le gustan. Por eso, no existieron.

Alexia es de las placitas, senderitos saludables, mijos, retratitos y esas cosas. Bueno, y su sillón, claro. También María Victoria y su Palacio con tina espumosa. Esas cosas. El resto, para qué.

Tal vez por haber pasado una primavera sin flores en su corazón es que decidió, unos días más tarde, ni siquiera espiar  a los de las afueras, cuando salieron a las calles. Ni asomó su nariz por las ventanas del Palacio de Gobierno. Él que alguna vez se definió como  ‘soldado de’ tal vez por aquél dicho que dice que ‘soldado que huye sirve para otra guerra’ o algo parecido, prefirió hacer mutis por el foro. O tal vez, porque no tenga discurso para esta realidad. Porque Alexia lo ha intentado, eh. Ha dicho que en el Reino se sortea la crisis, aunque los comercios cierren, se ha retratado con mercaderes del reino, mientras otras fábricas echan operarios y ha dicho que sus obras amarillas siguen adelante, pero el empedrado nuevo no aparece. O sea, él ajustado a sus manuales de tormenta. Grita ¡blanco, blanco!, aunque la vida en el reino sea cada vez más negra, negra.

Porque el reino se incendia y hace agua por todos lados, pero él, nada: pone cartelitos, escribe sus memorias y sonríe para sus retratadores oficiales y habla para sus sialexistas, pero se esconde de los de las afueras.

En el reino conviven dos reinos. El de los amarillos… el de Alexia y sus súbditos, y el de las afueras. Cada día más alejados y divididos (incluso varios pro-alexistas se han desencantado desde que descubrieron que compró palacio personal, caballo nuevo y vida nueva en tan poco reinado; ésos ex pro lo miran con otros ojos).

Es que el piojo y la falta de acres hacen que la vida de los de las afueras no admita espera alguna ‘¿Para eso son reyes estos tipos? ¿Para disfrutar de coronas, palacios, caballos varios, mientras nosotros tenemos que rendirles pleitesía? ¿Para eso? ¡No, viejo, no!’, le gritó uno a su paso por el Palacio Real.

Otro vecino del reino, harto de tantos pesares, juntó a varios más y les dijo: “O se cae este modelo o estos tipos dejan el reino”… Así pasó la semana de Alexia. Complicada. Alejado de las fiestas de las semanas pasadas y  cacheteado por la realidad. Por eso, aunque los reyes amarillos digan y recontra digan que todos van a estar mejor, -desde que en el Reino pasaron cosas, como la tormenta amarilla-, los de las afueras cada día están más en bolas.

Debe ser por eso que  uno de las afueras, el día de la protesta le dijo a otro… ‘Decime… Alexia, ¿de qué se ríe?…”. “¿¡En serio me preguntás!? Mirá que sos boludo, eh,… ¡De vos y de mi, gil!... ¡De todos nosotros, él y todos los demás, de todos nosotros!”, le respondió.

“Na -dijo el otro- un Rey jamás le haría eso a su pueblo…” ¿O sí?

PetrEgo

El manual de autoayuda de Cambiemos hizo agua. Las páginas de crecimiento, empleo, solidaridad, asistencia, equidad y varios etcéteras más nunca las escribieron. La fórmula para borrar el pasado oscuro duró lo que el maquillaje del marketing aguantó.

La tormenta mostró la realidad. Ninguno esconde las verdaderas intenciones, se terminó la cosmética y la revolución de la Alegría se convirtió en una cruel muesca vestida de realidad. De la ilusión pasamos al ajuste y al rezo.

Fábricas que cierran, horas que se recortan, tarifas impagables, dólar, inflación, precios alocados y caída de la condición de vida de millones de compatriotas siguen sin encontrar  un solo dirigente de Cambiemos al lado de los sufrientes contribuyentes laburantes.

Obvio, PetrEgo sigue el modelo Pro. Fotos con sonrisas en hechos menores, y ausencia en cuestiones mayores. Mientras se rodea de seguridad, se ausenta de la custodia de sus vecinos, ante quienes juró trabajar para mejorarles la vida. A esta altura –incluso los que aún la tenían- perdieron la esperanza de sumarse a la vida que él logró. Todo en tiempo récord. Casa, autos, ahorros y demases.

No parece que tanto PetrEgo, como todos los amarillos estén muy preocupados. Ya mostraron que ni fueron ni serán capaces de revolución alguna. Tanta soberbia, ineptitud, insensibilidad y falta de capacidad han logrado otra revolución. Y no precisamente de la Alegría, más bien todo lo contrario. La alianza gobernante, colmada de clasistas insensibles, tiene frente a sí un escenario que no sólo elude sino que tampoco le interesa.

Y, como era de esperar, no podía dejar otros resultados que éste presente calamitoso. Aunque en las selfies se muestre otra historia, el sol nunca se puede tapar con las manos.

Boletín comunal amarillo

MIRÁ LO QUE NO HICIMOS ESTA SEMANA:

-Cortar el yuyal de la pista de atletismo.

-Asomar la nariz para solidarizarnos con los perdedores de nuestro modelo.

-Supervisar las obras del tío Mingri. Ésas no, a ver si se enoja.

-Ponernos de acuerdo con Laurita por el valor de nuestras casas. Tenemos una diferencia de 1,2 palitos. Los números no nos cierran.

-Trajimos el camión de Empleo Joven. ¡Gran éxito! Casi 300 personas fueron. ¿Qué para qué? Ah… ¿Dar trabajo? Hmmm, ejem… bueno, pronto, pronto.

-Supervisar la colocación de un nuevo semáforo. Ah, y acomodar la onda verde en Benito de Miguel.

-Pintar las sendas peatonales. Arrancamos con tantas ínfulas, que nos pinchamos un poco.

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