miércoles 24 de abril de 2024

DEPORTES | 12 nov 2018

ciclista juninense

Marita Ríos: puro corazón

Con la misma garra y pasión que pone en la atención de sus hijos -los de sangre y los del corazón- se sube a la bicicleta y compite por el país.


Por: Javier Leguizamón

Nunca para y  tiene tiempo para todo.  Disfruta lo que hace, y se nota en su sonrisa. Marita comenzó en el ciclismo casi de casualidad: subió a la bicicleta para acompañar a Isaías, su hijo, pero descubrió una pasión sanadora, la misma que pone a diario para ser ‘mamá’ de 11 chicos con capacidades diferentes en su hogar, que se encarga de sostener.  Lava, cocina, plancha, reparte mimos y corre con pasión. Viajó a México, a representar a Argentina en el Campeonato Master.

 

El barrio Gregorio González, cerca de la avenida Circunvalación  está en calma, como gran parte de la ciudad a la hora de la siesta.  Al llamado acude primero ‘Infiltrado’ un pequeño maltés que da aviso. Adentro, Marita está ocupada en las tareas de mamá. Ayuda con la merienda a sus hijos. Adultos y menores, con distintas discapacidades están en su hogar. Cocina, les lava, los mima a cada rato, la abrazan. Esta es su vida. No es su casa, pero pasa casi todo el día en ella. Su familia, esposo José Luis, y sus hijos Isaías, Martina, Florencia, y su nietita Morena, también pasan muy seguido por el hogar. Marita Ríos hace ocho años sostiene con presencia, afecto y dinero a once personas con capacidades diferentes que van desde oligofrenia, autismo y Síndrome de Down. Historias de vida dolorosas, que encontraron en esta rubia bajita, un hogar y el amor de la familia que perdieron.

Marita, que hace años fue reina de un concurso de belleza en su pueblo y ahora es campeona argentina, tiene el corazón más grande que su humanidad. No fue ni va a ser campeona olímpica ni va a correr en algún Tour de France, pero ha logrado un premio mayor que cualquier campeón. Y a cada carrera que concurre sabe que tiene su hinchada propia. “Cada vez que compito en algún lado, ellos me siguen… les dejo todo organizado para que puedan verme, y al regreso saben que si regreso  con algún premio, es para compartir: de ahí se compran las facturas o los helados; mejor que vuelva con premio, porque sino”… y larga la carcajada.

-¿Cómo hacés para sostener esta vida, y además competir?

-Ando a las corridas todo el día, (se ríe)…no, con organización…estoy casi todo el día en el hogar, paso por mi casa, que queda a pocas cuadras de acá, alrededor de las once de la mañana salgo, luego del mediodía entreno, tengo mi rutina, que me armó Darío Pagliarici…un genio Darío, nunca me cobró un peso y eso tengo que destacarlo, es una gran persona,  hasta las tres, tres y media entreno, hago mis pasadas, controlo mis ritmos, cumplo con eso hasta que vuelvo acá…y me quedo hasta el otro día, les cocino, vemos televisión, conversamos, jugamos hasta que llega la hora dormir…tiro un colchón acá en el living y así hasta el otro día.

-¿Y tu esposo, tus hijos no te hacen algún reclamo?

-Noooo, ninguno, al contrario, ellos también vienen acá, muchas veces cenamos juntos, pasan a cada rato, para ellos estos son sus hermanos también, todos somos la misma familia, si hasta mi nietita viene, y comparte con ellos un rato de tele, una charla en la cama, todo muy natural, con mucho afecto.

María Ofelia Ríos, con la misma garra y pasión que pone en la atención de sus hijos, los de sangre y los del corazón, se sube a la bicicleta y compite por el país. Comenzó casi de casualidad, luego que el mundo se le viniera abajo, cuando un accidente le quitó a su papá y le sobrevinieron los ataques de pánico. “Para superar todo ese dolor, empecé a trotar, con mis perras, con tanta mala suerte que me matan una de ellas; en aquel tiempo Isaías empezó con la bici y con todo lo que había pasado, decidí acompañarlo…por temor,  por eso arranqué (NdR: Isaías Abu, su hijo, un joven con gran futuro en el mundo del pedal), y así fui entusiasmándome”.

Al poco tiempo, el pelotón ‘le robó’ a su hijo y para seguir conectada con él,  debutó en el MTB en Leandro Alem. “Ahí conocí al ‘viejo’ como le digo cariñosamente –cuenta-. El ‘viejo’ es Roberto Villalba, su mano derecha, su izquierda y sus dos piernas. “El viejo es todo para mí. Yo siempre cuento que sin él no podría correr, si no sé cambiar ni una rueda, es raro, pero es la verdad, le debo todo a él, además hizo que me enamorara de la bici”.

Ese enamoramiento con el mundo del pedal hizo que Marita cicatrizara sus heridas y se convierta en una deportista full time. “Recuerdo que terminaba una competencia y pensaba en la siguiente, en el rural Bike ganamos todo, todo (utiliza el plural), corrimos la ‘carrera más larga del mundo, los 400Kms en Rojas, cuatro años consecutivos y la ganamos siempre y ahí Villalba me empezó a decir que cambiáramos, que nos pasáramos a la bicicleta fina y así empezamos, aunque al principio le tenía un poco de miedo”.

-¿Miedo, por qué?

-Y… porque es otro el equilibrio, otra la sensación, la bicicleta de Mountain es más grande, más rígida, ruedas más ancha, en la fina necesitás otro equilibrio, pero bueno, la agarramos y enseguida y a los tres meses  ‘el viejo’ me llevó a un Argentino de Ruta, complementamos la ruta con la pistera y hace dos años atrás competí en San Luis, donde fui subcampeona.

Así, casi sin proponérselo, empezaron los logros. Como el Argentino de Reconquista, por ejemplo. “No teníamos un peso, fuimos en carpa, pero fue el Argentino más hermoso que me tocó vivir. Villalba me dijo: vamos a ir, yo te voy a pagar todos los gastos; fue hermoso, estuve con toda mi familia”. Ahí ganó las vueltas puntuables, el Scratch y fue medalla de plata en los 500 metros. Todo lo que había para competir.

Inmediatamente después, recibió el llamado de Monti, comisario internacional que quería hablar con la flamante campeona argentina de Master. La invitación telefónica era para el Panamericano en San Juan. “Señorita, usted como campeona, tiene que representar al país en los Panamericanos”, le dijo. Otra vez con la familia como apoyo incondicional San Juan recibió a los mejores “Me sentía tan chiquita ahí”, dijo. Sólo habían pasado cuatro años de su debut y estaba con los colores argentinos en su maillot. El logro fue alto y la cosecha de medallas también.

Marita rompe los códigos del manual del ciclista. Querida por todos, llega a cualquier competencia y empiezan los saludos. “En más de una ocasión al terminar una carrera me tomé un vinito y comí asado al que me invitaron ¿Cómo no hacerlo? Para mí cada carrera es algo más que la competencia, son mis amigos, mi familia, disfrutar ese momento” cuenta con una sonrisa.

Su personalidad, su forma de ser y sus condiciones arriba de la bicicleta la llevaron a encontrarse con gente como ella. “Nos conocimos con un grupo de ciclistas, de diferentes ciudades y armamos un equipo. Es muy loco todo, pero así surgieron  ‘Las Hadas’; nos juntamos cuando corremos  o nos visitamos cuando alguna corre, como ahora que una de mis compañeras vino de Capital sólo para verme correr en el Master de Junín”.

-¿Cómo nació esa historia?

-Como todo el mundo sabrá, en el ciclismo los sponsors no abundan, por el contrario, hay muy poco apoyo, casi nada para la mayoría, y cuando conformamos este grupo de amigas, porque primero que nada somos amigas aunque estemos lejos una de otra, una es de Córdoba, la otra de Villa del Rosario, otra de La Pampa, Chivilcoy,  Buenos Aires, y bueno… apareció otra amiga, Natalia Sayes, que tiene un negocio de ropa femenina en la ciudad que se llama ‘Las Hadas’ y me ofreció su apoyo. Fue nuestro único sponsor y bueno, en agradecimiento empezamos a llamarnos así y quedó ese nombre…vivimos conectadas, nos juntamos cuando tenemos alguna carrera importante, viajamos a apoyarnos, hace poquito fuimos a Entre Ríos a apoyar a Yani, que corría, para que sea ‘su’ carrera, nos hospedamos en cada casa, somos un grupo de amigas antes que corredoras de bici, pero somos Las Hadas.

-En el argentino Master en Junín ganaste todo y te sorprenden con un viaje a México

-Sí, gané tres medallas: persecución, puntuable y 500 metros, las 3 especialidades que había para dama. Estuve muy focalizada en el campeonato y me propusieron ir a México, se hablaba que se iba a realizar en Chile y yo tenía pensado ir, porque ahí puedo ir con mi familia, pero ¿México? Nooo, no puedo ir, es lejos, caro, imposible… además sin el viejo no soy nada, (Villalba tiene 73 años y dificultades para caminar) bueno, a los pocos días, el mismo Villalba viene  y me pregunta, ¿Vas a ir a México? No, viejo, que voy a ir yo sola… olvidate.

Ahí Villalba le cuenta que habló con Estela, su esposa,  y que un dinero de un plazo fijo tenía destino asignado. “Yo te voy a acompañar” le dijo. Y ahí a Marita le brillan los ojos y cuenta que cambió de idea. “Ah, sí vos vas, vamos –cuenta con entusiasmo-. Junté la plata para el pasaje, otro amigo nos ayudó para  la estadía, juntamos el dinero para el pasaje deportivo (NdR Enviar la bicicleta en el avión con un embalaje especial cuesta cerca de 5.000 pesos) y el municipio que cuando el Panamericano de San Juan ni siquiera la recibió, esta vez aceptó contribuir con  4.000 pesos, los que corresponden a la inscripción. Recién ahora estoy cayendo que viajo”.

-Supongo que sin una buena organización no podrías hacer todo lo que hacés cada día

-Creo no tengo la capacidad para hacer muchas cosas, por eso siempre me digo, a ver, vamos  por partes, así programo un torneo, mis rutinas,  por eso puedo hacer todo, pero no lo vivo como una carga, al contrario, yo disfruto lo que hago, disfruto el entrenamiento, estar con mis hijos, con mi familia, una carrera, así cada cosa que hago.

-Sin tenerlo planificado, el Master en Junín te sirvió de preparatorio para el Panamericano…

-Sí, yo preparé mi entrenamiento para este Master por cinco meses y la ruta también la tengo preparada porque corro todos los fines de semana, viernes, sábados y domingo y generalmente esas carreras en ruta todas sirven de preparatorias, pero la verdad, no soñaba con hacer este Panamericano, pero por suerte el argentino en Junín  me sirvió  y mucho”.

-Por lo que has contado, de aquel acompañamiento a Isaías a este presente, la bici ya no es un cable a tierra

-Mirá, yo lo siento así igual al día de hoy, previo a ir a una carrera, la mayoría está nervioso, programando, pero a mí me pasan otras cosas, por ejemplo duermo…y duermo bien… duermo en el viaje, me despierto cuando llego a la carrera, y ahí empiezan ‘mirá que tenés que calentar, mirá esto, mirá lo otro…  y por ahí me escapo y tomo mates con alguno, charlo con otro, hago una vida social extrema en cada carrera, en la previa y cuando termino. No soy de las que llego con el bolsito con cara de ciclista concentrado jajaja… me ha pasado de terminar una competencia y encontrarme con un amigo de Chacabuco que estaba tomando un vinito y comiendo asado y me sumé a ellos. Ése es mi cable a tierra, si gano la carrera mucho mejor, por supuesto, pero si no la gano, no pasa nada, al contrario, pasé un día espectacular.

-Tu victoria pasa por el disfrute del momento.

-Todos hablan de las medallas, de los premios  y yo siempre les cuento a mis amigos que las medallas más lindas que llevo son otras: tengo una amiga en Rafaela, se vino el jueves para acompañarme a Junín, se quedó a dormir en mi casa y vino sólo para estar conmigo, también vinieron otras dos compañeras de Buenos Aires sólo a ver la carrera, estuvieron todos mis amigos, mi gente, ésas son mis mejores medallas.

-Y ahora que una de ‘Las Hadas’ viaja a México supongo estarán todos felices.

-Sí, imaginate, tanto es así que cuando alguna gana una medalla, esa presea queda en Las Hadas, es el grupo el que la ganó, sí, es lo mejor que me pasó en mucho tiempo.

-¿Te imaginabas algo de esto?

-Nooo, jamás, si no hubiera corrido en bicicleta, tal vez estaría corriendo a pie, no lo sé, pero la bici me permitió hablar el mismo idioma con mi hijo, yo nunca me desconecté de él y fue la bici la que me permitió estar siempre unida a él  y empezar a tener este mundo.

-¿Y cómo equilibrás el tiempo con tus otros hijos, los que no practican deportes y que tal vez están en otra sintonía?

-No, todos lo tienen incorporado, estamos todos juntos, siempre... hasta mi nieta Martina me pide que le compre la bici para correr, ¿cuándo me vas a comprar la bici, abuela? me reclama; Marti me acomoda la ropa, se prueba el casco, los lentes. Con Isaías ni siquiera hablamos, la conexión la logramos gracias a la bici. A la bici le debo mi vida, porque fue sanadora. La bicicleta me ayudó a curar el alma, eso, me curó el alma y mis otros hijos también están muy cerca, tengo una familia unida, muy hermosa.

María Ofelia Ríos, con 46 años tiene una familia ‘a corazón abierto’; hace 8 años que gana todas las medallas. En un rato nada más empezará a preparar las pizzas para los hijos de su hogar. El encuentro termina, la vida sigue adelante. Aparece ‘Infiltrado’, el pequeño Maltés que pasó a llamarse ‘Fifi’ para todos en la casa de calle Yanquelén, que la mira a Marita, su nueva ‘mamá’ luego que una pareja divorciada lo abandonara y se suma movedizo y alegre al final de la charla.

Anochece en Junín y  el barrio sigue en calma. Marita, por el contrario ya organizó todo lo que viene. El viaje, sus amigos y colaboradores que se quedarán para cuidar a sus hijos del hogar, la comida para los días que faltará, (“tengo los táper listos” cuenta) hasta los sitios web para que puedan verla competir.

“Yo sé que voy a tener la mejor hinchada, mejor que gane algo así a la vuelta nos tomamos el helado…todos dicen que la carrera del ciclista se termina cuando llega a la medalla, pero para mí esto recién empieza”, cierra.

Tal vez Marita Ríos, la ciclista juninense se cuelgue alguna medalla en el Panamericano que se correrá en México. Aunque como  ya lo contó, no es el sueño que la desvela.  Tiene razón, para qué, si ya ganó las mejores y más preciadas medallas.

 

 

 

 

 

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