jueves 25 de abril de 2024

CULTURA | 27 dic 2018

A CINCO AÑOS DE SU MUERTE

Nelly Omar: su voz es la flor de una pena

En los recitales siempre aparecía alta y elegante, con su poncho negro y su pañuelo rojo. Una vestimenta que no abandonó desde que la adoptó por necesidad, cuando empezó a actuar en el “Rincón de los artistas”, después de 17 años de censura.


Por: Ismael Canaparo

El jueves pasado se cumplieron cinco años del fallecimiento de una verdadera gloria del tango: Nelly Omar. Tenía 102 años y había nacido el 10 de setiembre de 1911 en Guaminí.

 

Cantante de tango y de folclore, y también compositora y actriz, por sus dotes vocales se ganó el mote de “La Gardel con polleras” o de “La voz diferente”.  Obtuvo a lo largo de su recorrido, iniciado en 1924, numerosos premios y reconocimientos, aunque también sufrió persecuciones políticas por su amistad con Eva Perón. Poseedora de una fuerte y atractiva personalidad, se mantuvo lúcida y activa al punto de celebrar su 100º cumpleaños con un concierto multitudinario en el Luna Park.

 

Esto escribíamos de ella hace unos años atrás: “Sensible, armoniosa, inteligente, fresca, espontánea y con un enorme sentido del humor, Nelly Omar acaba de sacar un nuevo disco, producido por el exitoso músico Gustavo Santaolalla. A los 96 años, alejada del divismo, no por animosidad, sino porque al recoger silenciosamente los deleites que le tributa la gente, a esta altura ella no alimenta otras ambiciones ni se muere por figura. Con una voz fantástica, sigue en carrera. Doce temas reúne el disco, que lleva el título de “La criolla”. Se trata de un cancionero folclórico, particularmente de la llanura bonaerense, con milongas, valses, estilos, una canción pampeana y también una zamba y una cueca”.

 

El disco tuvo una pronunciada demora en aparecer: fue grabado en 2004. Allí, Nelly deja de lado, momentáneamente, el repertorio tanguero que la identifica. Sin embargo, sueña con dar a luz otro: “Ya estoy pensando en el próximo trabajo. Quiero hacer uno exclusivamente de tangos, con una orquesta grande y muchas cuerdas, y poniendo temas que hoy nadie canta. Si no consigo productor, lo haré yo sola. Tengo ese antojo, qué voy a hacerle”, dijo por entonces.

 

Nunca ocultó su raíz peronista, lo que le valió estar prohibida por muchísimo tiempo de las carteleras, tras la caída del justicialismo en 1955. Tampoco su fanatismo por Racing (“como el General”), acotaba cuando alguien le preguntaba por su camiseta futbolística preferida). Admirada fervientemente por Eva Perón, grabó diversas canciones partidarias.

 

Lejos de cierto universo que sostiene, con un absurdo machismo, que el tango fue hecho únicamente para que lo interpretara una estampa varonil, reconozco que hay voces femeninas atrapantes, algunas no exploradas debidamente. Entre mis gustos, afloran nombres con “química” distinta, aunque repleta de ese sutil estado de energía, embriaguez y melancolía en el que se podría ubicar a Nelly Omar, María Volonté, Adriana Varela, Rosana Falasca, Susana Rinaldi, Nelly Vázquez, Amelita Baltar y Julia Zenko. Pero convengamos que Nilda Elvira Vattuone Pesoa (Nelly Omar) sintetiza una “predilección especial”, una voz diferente, porque alimenta la búsqueda constante de la musicalidad, tanto en tangos, como en milongas camperas y valses criollos, en un vuelo no inventariado de hondo lirismo. Con dicción impecable y una lozanía y una tersura sorprendente, todavía hoy conjuga la misteriosa belleza de los fraseos inesperados, tratando cada tema como un himno distinto, regalando matices, exhumando la delicadeza de las melodías, al desgranarlas con esa fidelidad tan característica en ella.

 

La “agenda oficial” de este singular monumento viviente del tango, subraya los siguientes pasajes de su vida, en una apretada síntesis: en 1932 debutó en Radio Rivadavia formando un dúo con su hermana. En 1938 comenzó su carrera como solista. Su popularidad se reflejó en una encuesta de ese año de la revista más leída de la Argentina, “Caras y Caretas”, que la reconoció como la mejor cantora argentina. En 1948 estrenó el tango “Sur”, de Homero Manzi y Aníbal Troilo. En la década del ´40 filmó dos películas: “Canto de Amor”, nunca estrenada, y “Melodía de América” (1942). En 1998 editó su último CD, “Por la luz que me alumbra”. En 1996 fue nombrada “Ciudadana ilustre de Buenos Aires”. Un año después, la Secretaría de Cultura de la Nación la distinguió como “Personalidad Emérita de la Cultura”.

 

El fraseo de Nelly Omar define con llamativa raíz tanguera esa cualidad propia del arte inspirado: sorprende y emociona. Ocurre con el vals “Parece mentira”, donde el énfasis de los destellos se confunde con las espléndidas bifurcaciones estéticas. Pero hay otro perfil en esta “cantora nacional”, como le gusta definirse, casi rozando la ironía, con una franca queja hacia la escasez de lugares destinados a expresar nuestra música ciudadana. Ese rasgo asoma en la interpretación de “Dos corazones”, “Nobleza de arrabal”, “Duelo criollo”, “Rosas de abril”, “La Maleva”, “Amar y callar”, “Tu vuelta”, “La canción de Amalia”, “Tango brujo”, “Amores de estudiante”, milongas como la “Del 900”, de Sebastián Piana (de 1930), olvidados estilos como “Suena guitarra querida” de Gardel-Razzano, pueblan un repertorio a prueba de “lugares comunes”. Las recreaciones se prolongan en la atmósfera especial de otra milonga de trazo vigoroso, sin quejas ni llantos, “Jacinto Chiclana”, de Jorge Luis Borges y Astor Piazzolla. Nelly Omar le cantó a los taitas, a los malandrines, a los poligriyos, a los maulas, a las pibas del arrabal, a los curdas, a los garcas, a las bataclanas y a los cafiolos, como pinceladas de un lejano ayer, siempre con acento crítico y mordaz.

 

“Tenía la adivinada voz de la muchacha aquella que sospeché en mis noches de gordo adolescente por un barrio de coplas zigzagueantes”, escribió sobre ella Homero Manzi, con quien Nelly mantuvo una secreta relación amorosa, extendida en “Malena”, donde el increíble poeta la dibuja con una perfección asombrosa. “¿Quién puede dudar de que yo era “Malena” para Homero?”, suele expresar, con otra pregunta que no necesita respuesta.  La propia Omar aclaró esto en un último reportaje que concedió al diario Clarín: "Por él siento respeto. Era un hombre de mucho talento. La amistad con Homero nació en el año ‘37. Cuando hizo "Malena", Manzi estaba en México con Francisco Petrone. Se apareció una chica, según me cuenta después Petrone, que se parecía a mí. El le dijo a Manzi '¿a quién te hace acordar?', y Manzi sacó un papel del bolsillo y se puso a escribir. De ahí le mandó el verso a Demare. Nunca lo acepté como una relación. Me habia prometido divorciarse y casarse conmigo en Uruguay o México. No lo cumplió. Como no cumplió, yo tampoco cumplí".

 

La voz de Nelly Omar es un sonido inconfundible, ya transformado en algo esencial y perdurable del tango, más allá del tiempo y de los caprichos del destino. Para nuestro orgullo, es un arte bien argentino, que tuvo la virtud de trascender y convertirse en un verdadero milagro de una fidelidad a veces esquiva, pero que en esta hermosísima jovencita que murió a los 102 años, tocó el fondo de la belleza, las armonías y las sutilezas.  

 

Cuando conmovió a los juninenses

 

Nelly Omar, la séptima hija de Marcos y Salustiana, que nació en plena llanura, en un campo de Guaminí sembrado de cardos y margaritas, poblado de jilgueros y pechitos colorados, actuó en Junín cuando tenía 27 años. Fue en el desaparecido Centro Recreativo Ferroviario, un lugar épico de la bohemia juninense, que estaba ubicado en la avenida Rivadavia 973, entre República Libanesa y Tucumán, exactamente el 22 de octubre de 1938. Después volvería, años después, ahora en el Club Rivadavia, para conmover a los juninenses.

 

Precisamente en Junín, Nelly Omar inició su carrera como solista, la que no abandonaría jamás. Fiel al estilo gardeliano, siempre dejó impreso el sello de un repertorio con vigor interpretativo, dentro de un don enfático, escondiendo con humildad una voz repleta de cascabeles, aunque exenta de un estúpido dramatismo. Precisamente por seguir la línea y el estilo de Don Carlos, la reconocieron siempre como “la Gardel con polleras”.

 

Perón, Perón, ¡qué grande eres!

 

“Según una creencia generalizada, la censura formalmente implantada tras el golpe filofascista del 4 de junio de 1943, y cuyo más notorio inspirador fue el integrista Gustavo Martínez Zuviría (1883-1962), ministro de Justicia e Instrucción Pública de esa dictadura militar, tuvo como objetivo suprimir el lunfardo. Pero esto es inexacto. Las modificaciones que eran impuestas sobre las letras, siendo el sometimiento a ellas condición ineludible para que pudieran ser difundidas por radio, no sólo suprimían los términos lunfardos, sino también toda expresión que oliera a crítica social o a actitudes liberales o reñidas con una estricta moral católica. No se podían mencionar comportamientos "antisociales" ni el ejercicio de la libertad de conciencia. En las letras no debían mencionarse el alcohol ni la borrachera, la sordidez, el adulterio, el suicidio, nada que fuera pecaminoso o de mal tono. Se imponía un idioma casto.

 

Un buen ejemplo que lo prueba es la versión que la orquesta de Francisco Canaro, con la voz de Nelly Omar, realizó en 1947 de "Sentimiento gaucho", el exitoso tango compuesto por el director y su hermano Rafael con versos de Juan Antonio Caruso. No han de pasarse por alto algunos detalles significativos. Uno es la fecha: Juan Domingo Perón llevaba ya más de un año en el gobierno y la censura seguía vigente. Otro es que Canaro, y aún más Omar, eran artistas muy allegados al presidente y a Evita. Aun así debieron inclinarse ante los rigores de la censura, a pesar del daño que una letra desfigurada le causaba al suceso esperable del registro.

 

La situación era curiosa: un régimen que reivindicaba su carácter eminentemente popular, mantenía en pie una práctica que atentaba contra la cultura popular. Esteban Celedonio Flores, letrista excepcional, creador de tangos imborrables como "Mano a mano", "Mala entraña" o "Margot", murió en 1947 amargado por el estropicio que sufrían sus letras y la veda de las versiones anteriores. Es célebre el remplazo de "en mi pobre vida paria" por "en mi existencia azarosa", que ridiculizaba "Mano a mano" (así lo grabó la orquesta de Francisco Lomuto, con el cantor Alberto Rivera, el 11/8/1944)”. (Julio Nudler, Página/12).

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