jueves 28 de marzo de 2024

LOCALES | 14 feb 2019

¿QUÉ HICIMOS PARA QUE NO HAYA PEJERREYES?

Temporada alicaída: sin peces no hay paraíso

El turismo juninense es traccionado por la pesca deportiva del pejerrey y éste no aparece como en otros tiempos, ergo, la ciudad se convierte en un páramo de muy escasa concurrencia de visitantes, más allá del descuido municipal por los ambientes al aire libre. ¿Por qué el pez Rey no aparece y cuáles son las causas que lo producen?


Por: Semanario

Cuando el pejerrey no aparece los pescadores se ponen nerviosos y cuando está en abundancia nadie se ocupa de cuidarlo.

La regla es sencilla: el ser humano literalmente hace sus necesidades sobre el ambiente y luego se queja del olor nauseabundo.

Más allá de las glorias del deporte y la política, Junín es conocida principalmente por “su” laguna de Gómez y raramente por las tres que tiene y que se complementan en un sistema de encadenadas con Mar Chiquita y El Carpincho.

Pero además resalta la ciudad por el “pez Rey” ese tan exquisito a la hora de picar como en un plato con alguna guarnición.

Sin embargo, la intermitencia de su buen rendimiento en lo que hace a capturas ha generado la apatía de los turistas a nuestro ámbito.

Hoy, quienes tienen algún negocio ligado al desarrollo turístico, como todo emprendimiento, está al borde de la bancarrota, pero más aún si su principal atractivo no puede ofrecerse.

Es decir, cuando no hay pejerrey, lamentablemente no hay atractivo turístico en Junín, salvo espasmódicos encuentros para sectores en particular, que no terminan representando lo que debiera ser un proyecto bien trazado para la industria sin chimeneas.

Y hoy el flecha de plata brilla por su ausencia, al igual que la desesperación de quienes intentan vivir del turismo en nuestro medio.

DIVERSAS CUESTIONES

La falta de pejerrey en Junín está surcada por distintas variables, que en mucho se corresponden con un atentado contante contra el ambiente en la provincia de Buenos Aires (y el planeta en general).

De todas maneras, actúan también factores naturales que no podemos soslayar.

No debemos olvidar que durante 2017 las inundaciones fueron permanentes en los cursos lagunares y el agua corrió a raudales llevándose en ese caudal toneladas de peces aguas abajo, sin que quedara una adecuada reposición.

Lamentablemente, la naturaleza no funciona matemáticamente por lo que no debiéramos suponer que los peces que entran son la misma cantidad de la que salen. Seguramente hay cardúmenes de pejerreyes en las lagunas, pero no con suficiente cantidad y hambre como para a modo de kamikazes prenderse de los anzuelos.

El ingreso de la masa de agua también provoca alteraciones en la alimentación y condiciones de vida en general por lo que debe considerarse además una alteración reproductiva.

Como ya hemos visto a lo largo de los años, estas inundaciones han sido siempre imprevisibles desde lo político, ya que cada gobierno se ha mostrado sorprendido cuando le han tocado, por más que este cambio climático o período húmedo viene transcurriendo desde hace medio siglo.

Y si bien podemos responsabilizar a la naturaleza de cuestiones que no han beneficiado a nuestra población de pejerreyes, la verdadera causa de ésta y otros atentados contra la fauna, reside en nuestras propias acciones.

AYER Y HOY

Durante la década del ‘70, la pesca de costa en las lagunas de Junín era una fiesta, con pescadores avezados y no tanto, la jornada no fallaba y podían sacarse hasta 100 piezas por persona (de más de 20 cms. y hasta 30) en un fin de semana, como si se tratara de una fuente inagotable de riqueza que luego comenzaría a decaer.

Es indudable que la pesca de costa resulta la más popular e importante a la hora de promocionar el turismo en forma masiva, debido a que se puede llevar a cabo junto a la familia y compartir otras actividades.

Esto se diferencia de la pesca embarcada, que requiere de otras características y su práctica deja sin posibilidades a otros sectores menos pudientes.

¿QUÉ NOS PASÓ?

Si bien ha habido años rendidores, nunca se ha vuelto a las características de antaño con buenas medidas desde la costa, lo cual resulta la mejor opción turística por lo que describíamos más arriba.

Para saber por qué no volvimos a tener lagunas tan generosas en cuanto a ofrecer los frutos lacustres, es bueno evaluar algunas características, tal como advertíamos, de producción natural y las peores, humanas.

Si observamos las marcas históricas de lluvias en Junín, podremos hallar no sin sorpresa que en la década del ‘70 y parte de los ’80, las precipitaciones rondaban entre 600 y 900 milímetros, mientras que en los últimos 20 años hemos tenido mediciones de más de 1300 milímetros, como en los casos de 1993 (1690 mm); 1995 (1432 mm) y mucho más seguido en la presente década con registros pluviométricos con excesos en 2012 (1551 mm); 2014 (1610 mm); 2015 (1514 mm) y 2017 (1316 mm).

Tal como destacábamos, este cambio climático (algunos lo consideran ciclo húmedo), ha impactado considerablemente en el ecosistema lacustre juninense, que más allá de la propia reproducción que puedan lograr los peces en el lugar, el “lavado” producido por las lluvias es descomunal y arrastrará una significativa parte de la población ictícola.

Por lo tanto, por más que la municipalidad quiera darnos el aliciente de que se sembraron más de un millón de alevinos, es como tirarlos a un inodoro y luego apretar el botón.

Porque más allá de lo inefectivo que hoy resulta sembrar alevinos por la escasa probabilidad de supervivencia, menos aún lo será en un ambiente en el cual terminarán licuados debido al intenso caudal ingresado que los hará (a los pocos resistentes) pasar por las compuertas abiertas hacia otros distritos (si llegan).

EL DAÑO MAS GRAVE

Pero a los cambios del clima debemos sumarle un daño mucho más grave y que en nuestro medio es moneda constante: la contaminación.

En nuestra región agrícola se vuelcan cientos de miles de litros de agroquímicos anualmente para sustentar este modo de producción agrícola “drogadependiente”, que no ha hecho más que castigar al ambiente sobremanera, particularmente a las lagunas y cursos de agua.

Estos productos de difícil degradación, tras las lluvias de por sí intensas, corren libremente por la tierra desprotegida de vegetación debido al uso de herbicidas y se depositan en los espejos de agua.

Innumerables estudios han dado cuenta de la presencia de contaminantes en las lagunas y uno reciente de investigadores de la UNNOBA ha dejado claro que las encadenadas juninenses sufren este avasallamiento ambiental que nadie está dispuesto a parar, menos aún el estado municipal que también participa contaminando a través de la propia acción derramando los líquidos cloacales, como por omisión sin controlar las fumigaciones ni el volcado de tóxicos químicos y bacteriológicos en los cursos de agua que tienen por destino final a nuestras lagunas.

De este modo, las condiciones para la vida de los peces (los que quedarán después de las inundaciones) se hacen cada vez peores.

Sólo cabe observar que la escasa cantidad de mariposas, grillos, luciérnagas y tantas otros especies de insectos (menos los mosquitos) y la casi desaparición de anfibios como la rana criolla o el escuerzo, así con el resto de la fauna si seguimos la cadena de alimentación, son obra de esas acciones que precisamente en nuestro medio están sin control.

Por lo que a la hora de hacer la pregunta ¿qué pasa que no hay pejerreyes? deberemos reformularla por el ¿qué hicimos para que no haya pejerreyes? Tal vez a partir de allí comencemos a cambiar nuestra actitud.

UN AÑO ATRÀS

En marzo de 2018, SEMANARIO publicó un artículo bajo el título  “Alarma el avance del glifosato sobre las lagunas bonaerenses”, donde se informaba de un estudio a cargo de científicos platenses que evaluaron medio centenar de espejos de agua bonaerenses hallando este herbicida en el 40% de los casos. El agroquímico “estrella” del actual sistema agrícola de la pampa húmeda, fue encontrado en el 40% de los casos bonaerenses, aunque por el momento no se detectó en las aguas juninenses de Mar Chiquita, de Gómez y El Carpincho, como así tampoco en la laguna de Rocha en Chacabuco, aunque cuando se llevaron a cabo los análisis la zona sufría una gran inundación y es posible que con esos caudales de agua no se hubiera detectado.

El trabajo fue publicado en la revista Science Direct y estuvo a cargo de un grupo de científicos del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de Chascomús y del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente de La Plata. Lleva por título “Ocurrencia y niveles de glifosato y AMPA en lagos someros de las regiones pampeana y patagónica de Argentina” y estuvo a cargo del químico especializado en contaminación ambiental Damián Marino y de los biólogos especializados en ecología Manuel Castro Berman, María Victoria Quiroga y Horacio Zagarese, quienes señalaron que se trataría del “primer estudio que informa la ocurrencia y las concentraciones del herbicida en los lagos de agua dulce de Argentina”.

También se destaca que “se detectaron residuos de herbicidas en el 40 % de los lagos pampeanos, lo que sugiere que el glifosato y el AMPA son contaminantes habituales de las aguas estancadas de la provincia de Buenos Aires”.

Por lo tanto, sería bueno promover desde el Concejo Deliberante una comisión de seguimiento para determinar el modo de evitar que nuestras lagunas también terminen afectadas dado la importancia que tienen para el ambiente todo, como particularmente para la cantidad de público que las disfruta ya sean locales como foráneos, dando impulso al miniturismo que podría desaparecer merced a esta problemática.

LA LAGUNA DESOLADA

Más allá de la falta de mantenimiento y atención al balneario, la falta de pesca termina por quitar todo el atractivo del miniturismo al Parque Natural Laguna de Gómez, que a pesar de la temporada los días de semana permanece desolada.

Para fines de enero la municipalidad informó que desde el inicio del ciclo en diciembre hasta casi fines de enero habían visitado el balneario 80 mil personas, de ese total 30 mil lo habían hecho durante un evento motoquero, mientras que los 50 mil restantes resultan escasos para 45 días de temporada teniendo en cuenta que la ExpoJunín Ganadera e Industrial es recorrida por unas 30 mil personas durante un fin de semana.

Por lo que habrá que buscar alternativas para poder seguir hablando de “Junín ciudad de Turismo”, una declamación que cayó en saco roto.

YO ME QUIERO CASAR

El director de Turismo se mostró feliz por los cinco casamientos “emblemáticos” que se llevaron a cabo en la laguna mostrando que su tarea la hace plena con “poquito”.

En el contexto del programa provincial de “Casamiento en lugares emblemáticos”, varias parejas provenientes de distintos puntos de Buenos Aires estuvieron el pasado viernes 8 de febrero en nuestra ciudad para celebrar su matrimonio. El evento se realizó en el predio del Parque Natural Laguna de Gómez y recibió a visitantes de Mar del Plata, Lanús, Florencio Varela, entre otros. “Nos llena de orgullo poder ser parte y generar el marco propicio para un momento único en la vida de las personas”, afirmó Luis Bortolato, titular de la Dirección de Turismo del Gobierno de Junín.

Bortolato también hizo referencia a la relevancia turística (?) que tuvo este evento para la ciudad, ya que “el hecho va a estar en las redes sociales de muchísimas personas que estarán compartiendo un momento de felicidad absoluta”. Tampoco faltó su agradecimiento al “trabajo en conjunto entre la gobernadora María Eugenia Vidal y el Intendente Petrecca, quienes siempre hacen hincapié en la sinergia que se genera mediante esta metodología, en los distintos estamentos a nivel provincial y municipal”.  Impactante.

 

 

 

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