Por Omar Panci (*)

A manera de introducción debo decir que ya me acostumbré a ser un muerto vivo. Fue hace unos siete años cuando Ricardo Avaca, en su programa matinal (Amanece que no es poco), leyó mi nombre en las necrológicas y sin detenerse en detalles puntuales anunció mi fallecimiento. Acto seguido, compuso un homenaje a mi persona. Pasados unos minutos, mi móvil comenzó a sonar, y una tenue voz, susurrando muy bajo, preguntaba: “¿…sos vos Omar, estás vivo?”.

Debo confesar que fue tragicómico, y solo debí comunicarme con la emisora para aclarar que era una confusión y que se trataba de un familiar con mi mismo nombre y apellido. A partir de esa “anécdota” me convertí en un muerto vivo, y en todos estos años no faltaron personas que se espantaran al verme y con una expresión de incredulidad vociferaran un “¿estás vivo?”.

Pero nunca pasó de un momento jocoso, y hasta de alegría de parte de mi interlocutor por saberme vivo.

Pero en estos días llegó a mis manos un material de las redes sociales a los que no quiero dejar pasar por alto por varios motivos, y que para nada me ponen jocoso, sino más bien me dan cierta indignación de cómo soy tratado y me siento involucrado en comentarios e imputaciones que para nada comparto, de las que estoy en las antípodas de las mismas por rozar la xenofobia y la post verdad.

Se trata de lo publicado por Carlos Andrés Ducasse en su red social Facebook  (ver imagen abajo), donde me menciona casi despectivamente con un “..Omar Panci  (QEPD)”, haciendo mención a un programa de cable donde se emitía un programa que tuve el orgullo de producir y conducir.

Pero también incursiona en comentarios que ponen de manifiesto su personalidad xenófoba cuando al utilizar el término “pueblos originarios” para referirse al indígena o aborigen, realiza un comentario burlón y poco feliz sobre como con el intercambio de términos eludió la intervención del INADI, dejando al libre albedrio la interpretación que se refiere despectivamente al indio.

Sería interesante que el INADI actúe de oficio y lo convoque para que aclare su posición ambigua sobre la xenofobia.

Más adelante hace mención a una revista “anaranjada y muy mufa” de la que rescato se trata de la vieja publicación de Semanario creada por Alberto A. Marrese.

Respecto a esta revista me corresponde aclarar que Semanario marcó un hito en el periodismo de Junín y la región, dejando relegada la chatura por la que transitaban los medios de entonces. Fue escuela para muchos tipeadores, diagramadores y periodistas, entre ellos Ilmar Rivero que merced a su prolifera memoria fue llenado las páginas de Semanario de historias de la ciudad entre ellas la que a usted Ducasse le preocupa, y que si hubieran sido tenidas en cuenta por los gobernantes de turno hoy Junín sería una ciudad que destilaría historia.  

Ante estas verdades inocultables creo que usted, en su comentario, no hace más que realizar una distorsión deliberada de una realidad, manipulando  creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales, en las que pretende con el mote de “mufa” dejar de manifiesto la personalidad de un gran periodista, quizás el mejor que la ciudad supo tener, y al que aún le deben un homenaje.

Sería interesante que entienda que se viven tiempos de diversidad (aunque a usted y a muchos no les agrade).

También otro tema interesante para que el INADI pudiera dilucidar, el de la post verdad.

Finalmente, ingresando a lo que tanto le preocupa: hacerse de un trabajo periodístico para tener acceso a una información histórica de la ciudad. Sabe Ducasse, me resulta poco menos que sospechoso, ya que cuando el programa ‘Páginas de la Historia de Junín’ salía al aire por Multicanal, usted ocupaba algún lugar de privilegio en la administración, y no hacía más que poner trabas en cada una de las emisiones, por el exceso de algunos minutos de aire.`

Mientras el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) obligaba a Multicanal tener una frecuencia para la difusión de programas locales de interés general ‘sin cargo’ usted, oficiando de Miguel Paulino Tato, alias el “señor tijeras”, no hacía más que cortar los programas que excedían la hora o cobrar abultadas multas económicas no demostrando ningún tipo de interés por túneles y demás relatos históricos que se emitían. Por ello mi reserva sobre su abrupto despertar por la historia de Junín.

La historia de Junín fue siempre maltratada, los “dueños de la verdad” la tergiversaron, los que se preocuparon por estudiarla fueron discriminados, los oportunistas la buscan para hacer negocios y a los políticos y gobernantes del turnos no les atrae porque no suma votos.

Finalmente, le pido que no lo tome a mal, pero elijo este medio, SEMANARIO, en su nueva versión, por ser la continuidad de aquel “mufa anaranjado” que usted detracta, para responder a su expresión desafortunada.

Muy a su pesar representa este semanario, como aquel de Marrese, los que llevan como bandera el periodismo independiente por el que tanto bregamos quienes abrazamos esta profesión hasta el final de nuestros días.

A pesar de su QEPD, continúo siendo un muerto vivo, disfrutando de la paz de las sierras de los Comechingones a la vera del arroyo La Sepultura (vaya paradoja) al norte de la provincia de San Luis.

PD: en descargo y homenaje de quienes vivieron una época maravillosa del periodismo juninense (1970/1990).

(*) Periodista juninense radicado en San Luis.