Por: Semanario

El intendente Pablo Petrecca abrió la sesión del Concejo Deliberante “cortando la cinta” del Salón Rojo tras las reparaciones efectuadas, como si se tratara de una obra descollante de su gestión, aunque pensándolo bien tal vez lo sea, si tenemos en cuenta la serie de “baches” realizados a lo largo de tres años en una ciudad que se muestra en estado de abandono.

Pero eso no es todo, sino que peor aún la gente común y mucho más los sectores siempre vulnerables de una sociedad injusta, cargan penosamente con la mochila de la imprevisión que le ha puesto el gobierno nacional, con una crisis fenomenal de desempleo, tarifazos, inflación y estancamiento casi total de la economía, que más que nunca favorece a los poderosos.

Y mientras los políticos de turno se las ingenian para tomar a los vecinos de niños, asustándolos con el “cuco” del pasado y narrándoles historias bonitas que nunca ocurrieron, ellos se acurrucan en su burbuja que, vaya paradoja, le alimentan los vecinos.

Salvo por la autopista que se construye en la ruta 7 y la llegada del transporte público el 1 de abril, los aplausos del discurso de Petrecca fueron promovidos por sus funcionarios quienes, en su mayoría, hoy tienen trabajo, pero no tienen ideas; cobran su sueldo del bolsillo del vecino pero no lo escuchan; se muestran unidos pero no tienen sinergia.

Podría determinarse que hay dos grandes grupos, uno de los que no saben y otro del que no les importa.

De todas maneras si hay algo que los une es la falta de empatía por la cosa pública y ese egoísmo y miedo que los obliga a cuidar su “tesoro” creyendo que, lo de la gente, les pertenece.

No aplican la autocrítica y la soberbia los hace creerse poderosos. Hasta que llega la hora de los comicios y allí se calzan el ropaje de mendigos de los votos, que les permitirán vivir opíparos, como lo hacen ahora.

Para el grupo promotor del “Cambio”, la apertura del Concejo Deliberante y el discurso del administrador del distrito fueron dignos de celebrarse y así lo mostraron en la foto dirigida a los vecinos en las redes sociales que en verdad son virtuales, como la gestión que proponen.

Celebrar que los concejales oficialistas levanten la mano ante cada orden del Ejecutivo para votar ordenanzas que ni leen.

Celebrar que la diputada Laura Ricchini y el senador Juan Fiorini sean de los menos laboriosos en la legislatura bonaerense, con la presentación de iniciativas banales, de poca preparación y para “sumar” a su estadística de trabajo proyectos “para la tribuna”.

Han pasado 1200 días de celebraciones poniendo a la gente la zanahoria por delante del carro, mientras siguen sirviéndose de la política para ellos sentados confortablemente, cuando debiera ser todo lo contrario.

Tal vez prontamente se los vea intentando salir a la calle para sacarse fotos con algunos vecinos en distintos barrios.

Sin embargo, como nunca, saben que todo deberá ser impostado ya que la angustia de la gente les seguirá jugando una mala pasada como les ocurre desde hace algún tiempo, ya que buena parte de quienes los apoyaban han entendido que se trata de una manipulación extrema, para seguir festejando para adentro y no dar nada hacia afuera.

Una política del autoservicio que se ha apoderado tanto de este gobierno que ya la muestran abiertamente “festejando” logros sólo para ellos, mientras en los hogares se encadena una sumatoria de fracasos en lo social, lo laboral, lo educativo y la salud.

Una muestra más de que la política debe vivirse desde adentro con una activa participación ciudadana, para no dejarla en manos de unos pocos insensibles que terminen sirviéndose de aquello que es de todos.