jueves 25 de abril de 2024

HUMOR POLÍTICO | 21 mar 2019

PAGINA AMARILLA

El Reino de Alexia


Por: Semanario

Pasaron los carnavales y quedó el circo.  Una especie de corso en contramano.

Alexia abrió las sesiones de su reino con alusiones a la vida bella, y a sus logros conseguidos y por venir. Fue el día que el rey amarillo local –ex Narigón III- volvió a prometer las mismas cosas, que, palabras más, palabras menos, todos los reyes prometen a sus súbditos de las afueras. Enumeran obras que ya contaron, culpan a sus reyes anteriores por ‘aquellas cosas que ellos ahora sí hicieron’ y auguran un camino de felicidad, siempre y cuando ellos sigan en el poder.

En su Salón Rojo punzó, y luego de tres años de espera, Alexia se puso sus mejores ropajes e invitó a sus vecinos del reino a escucharlo. Retratadores amigos mediante, primero los convocó a todos, pero al llegar el día, decidió reservar los mejores lugares para sus amigotes del reino. No fuera cosa que alguno de las afueras le clavara la vista de cerca y tuviera que rajar. No es lo mismo rajar solo que acompañado. No, para nada. Fiel a su estilo discursivo Alexia hizo lo que hace siempre. Contó las maravillas del reino y lo recontra - maravilloso que será pronto, muy pronto, algún día, en unos meses, años, tal vez en otra vida. En el más allá. Pónganle Europa. Mucho más si él sigue en el trono.

Lo que Alexia no dijo, fue contar la verdad, pero de verdad, que pasa en su reino.  Como dijo un viejo juglar de los de las afueras, que pudo colarse en el evento: “Si la historia la cuenta el que ganó, quiere decir que hay otra historia”. Tal vez por eso, se olvidó de mencionar  que cuando asumió, no cabía en el traje, y ahora no le entran los chiripás de los desboles que Amarillo y todos los amarillitos desparramaron por todos los reinos. No hay adoquines, ni caminos o senderos nuevos que aplaquen el hastío  popular. Simple: sus reyes, a los que les confiaron el cambio, cagaron al reino completo y de ahí la rabieta.

Quedó claro que el corso a contramano Alexia lo dijo sin contarlo.  Su vida, su mirada va por un lado y la realidad de los fulanos de las afueras, por otro. A Alexia le  importa que ‘le cierren las cuentas’ sin importar que los de las afueras no puedan pagarlas. Alexia y su reino avanzan con la escuela amarilla que les enseñó que la política es avanzar así, sin mirar quién caiga en el camino. Así son los reinos amarillos, y aunque vayan destiñendo, no se apartan del libreto. “Es el único camino posible” asienten todos como loros. “Encontramos un reino desquiciado, y ahora estamos en marcha”. Cosas así, ¡Ustedes están en marcha, acá estamos hundidos! Le gritó el de la ventana que, obvio, no pudo entrar al remozado salón del evento.

Alexia no dijo ni mu que son parte del desastre ni mucho menos pidió perdón por los candiles impagables, los carruajes inalcanzables,  la falta de trabajo, los aumentos diarios, el cierre de comercios en el reino, las fábricas con miles y miles de las afueras, afuera de todo. Nada, no dijo nada de eso y eso que él es parte de esta realidad. Nada, ni mu.

No dijo nada de las calles intransitables del reino, tampoco de la planta de caca del reino que ahí quedó; mucho menos del sendero a la laguna del reino, que es todo un desafío para los carruajes. Menos que menos de sus fábricas perdidas, y de su parque industrial que más que industrial parece parque, porque lo que sobra es pasto y lo que falta es humo.

Alexia no dijo nada de todo eso, que hace al buen vivir de su gente en el reino, y que al fin y al cabo para eso está. Aunque dijo que pronto el reino tendrá un moderno servicio de transporte público, que ningún rey había logrado y él sí.

No dijo nada de cuántos de las afueras podrán subirse a ellos, y si ni siquiera les alcanzará para los lamentos. De eso, de eso, tampoco dijo nada.

Por eso, Alexia tuvo un discurso propio de un rey que vive aún con su murga a cuestas, con su corso inacabable. El que tiene, que va a contramano. Recontra desteñido y cascoteado, aunque quiera hacer creer que todo es cuestión de unos desgraciados, que le auguran los peores presagios. Unos tipos que también fueron reyes y que le dejaron todo el reino patas para arriba. También dijo algo como que menos mal que el reino tuvo suerte. Suerte que llegó él, que está poniendo las cosas en su lugar.

Debe ser por eso que el fulano de la ventana no aguantó y se tiró a insulto limpio, para no escuchar más.

PetrEgo

Esta semana el Municipio  reconoció a numerosas mujeres de la ciudad con el premio ‘Alicia Bianchi’ por sus labores a la comunidad. Las reconocidas, elegidas por las sociedades de fomento de cada barrio de la ciudad y los pueblos de la región tuvieron la foto de rigor, con el intendente en el medio. ¿Qué tenía que hacer PetrEgo en el centro de la escena? Bueno, es simple: el intendente-foto prioriza cada imagen más que su gestión misma, y no iba a dejar pasar la ocasión de anotarse un poroto entre las damas destacadas de la ciudad. Y como para muestra basta un botón, como decía la abuela cuando éramos chicos, ‘el burro adelante, para que no se espante’, PetrEgo  puso su mejor sonrisa dibujada para quedar retratado junto a quienes merecían la foto. Una lástima, la imagen quedó contaminada con el oportunismo de un político de ocasión.

Y a tono con ello, con eso de ser el centro de la escena, no tuvo mejor idea que lucir su ‘mesa chica’ en la apertura de sesiones. Un discurso previsible, sin autocrítica ni perspectivas de un futuro mejor. Contó que la empresa Gas Junín exporta luces pero nada dijo de los 300 vecinos que se desconectaron por no poder pagar sus facturas. Una puesta en escena  bien Pro, y nada mejor que para un discurso así, que contar con sus amigos en la sala.  Porque primero,  invitó a ‘todos’ los vecinos a compartir tan grato momento por sus redes sociales, pero se ve que luego ‘le pasaron cosas’ y terminó reservando las butacas para sus amigotes. No fuera cosa que alguno invadiera ese espacio y arruinara el mágico momento del venturoso  porvenir. Porque  PetrEgo piensa así, para eso está, qué es eso de posar el culo en sus sillas nuevas de su salón nuevo. No señor. Por eso, el recinto rojo estuvo con los que debían estar. Sus amigos del poder. Los mismos que sonrieron, ‘selfiearon’  juntos y aplaudieron convencidos las obras y la ‘vida bella’  del jefe. No importa que afuera, la ciudad se desarme cada día un poco más. Eso no cuenta, eso es afuera, y afuera es otro mundo.

PetrEgo, fiel a su estilo y en otro mundo, hizo honor al nombre: abrió un nuevo período de sesiones ‘ordinarias’.  Bien ordinarias.

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