martes 16 de abril de 2024

LOCALES | 17 may 2019

VIAJAR PARA VIVIR

Vida itinerante: recorrer el país y el mundo en una Mini Van

Dos juninenses emprenden viaje con destino (no definitivo) a Alaska a fines de mayo. En diálogo con SEMANARIO, profundizaron sobre la decisión de disfrutar la vida viajando.


Por: Luciana Camarero

Viajar con lo justo y necesario, soltar amarras e ir liviano a recorrer el mundo. Despojarse de las burocracias que nos demanda este sistema en donde todo se traduce a un papel, a un sello de tal o cual autoridad/institución, a firmas que certifican alguna autorización.

Como dice la canción de Los Redondos, “Vivir solo cuesta vida”, y de esa premisa se quieren desprender Carlos Nazer (54) y Carolina López (45), quienes se acompañan hace cinco años, y en octubre del año pasado año legalizaron, por civil, ese amor que sienten.
Antes de conocerse, cada uno creía tener su vida resuelta. Ambos provenían de matrimonios, que por diferentes circunstancias de la vida no siguieron su rumbo, con trabajo, hijos, rutina.

“La idea mía era que los chicos crezcan, ser abuela, cocinar todos los domingos comida casera, disfrutar de la casa, del trabajo, limpiar –expresó Carolina a SEMANARIO-. Y cuando conocí a Carlos todo me parecía raro, hasta que tomara cerveza. Éramos muy diferentes”, recuerda.

Lo normal y estable, aspectos que comúnmente la mayoría de las personas pretenden lograr: tener “estabilidad”, principalmente económica, que conllevan a otras estabilidades. Sin la primera, se desmorona el resto, en base a lo que hemos aprendido cultural y socialmente.

Tanto Carlos como Carolina supieron dar un freno, plantarse, renunciar a sus trabajos, armar los bolsos y emprender el viaje (a distintos destinos) juntos para conocer el verdadero sentido de la vida. A pesar de ello, sus hijos son lo más valioso, aseguraron en el extenso diálogo, pero han logrado comprender que a través del desapego se puede amar con la misma intensidad, o incluso más, al comprender el verdadero valor de la libertad.

Fieles a ese sentimiento, el del amor, es lo que le da impulso al motor que da marcha a Lula, nombre que decidieron ponerle a su hogar móvil (una Kombi Mini Van Volkswagen) que los llevará a experimentar lo que es tener, como patio, al mundo y sus paisajes.

Changas, artesanías, elaboración de algunas delicias gastronómicas vegetarianas/veganas, son algunas de los labores planeados a realizar para generar ingresos que permitan abastecer el día a día, pero siempre abiertos a lo que depare el destino, a cada desafío por afrontar y actividades que se requiera según el hábitat o entorno en el que se encuentren.

Lejos de considerarlo un problema, tanto para Carlos como para Carolina, es un desafío el aprehender nuevas maneras de convivir con lo desconocido, que para la mayoría de las personas es una limitante. Según Carolina, visualizan su futuro haciendo otras cosas, “se nos abrió la cabeza y hay miles de oportunidades”.

“¿Cómo hacer(n) para vivir sin un sueldo, sin obra social, sin aportes?”, son preguntas frecuentes, que salen producto de la incertidumbre, de lo desconocido, y es precisamente ese miedo a abrirnos a otros horizontes. Nos hicieron creer que necesitamos de todo eso para ser felices pero no nos damos cuenta que la vida es eso que se nos pasa por nuestras propias narices mientras estamos ocupados trabajando para pagar cuentas, servicios, alquileres, insumos básicos (y no tan básicos), seguros, patentes y toda la mentira de la burocracia que exprime lo último que nos queda.

“No tenemos miedo, no nos va a faltar nada porque vamos a tener tiempo para hacer de todo –apuntó Carolina-. Y lo primero que piensa la gente es de qué vamos a vivir, que es lo mismo que pensaba yo antes.”

“Se trata justamente de vivir porque acá dejamos todo: tarjetas, que se dieron todas de baja, cosas materiales. Llevamos solo lo legal, documentos y algo de ropa”, detalló Carlos.

En función de lo que mencionaba Carlos, Carolina dijo que “es cambiar de vida totalmente. Todo el espacio y comodidad que te brinda una casa, lo cambias para pasar a vivir en una combi, pero a la vez tenés tu gran patio, que es el mundo y es lo más reconfortante.”

Lejos de creer que es sumamente fácil cambiar de rumbo, Carlos también aseguró que tienen mucha incertidumbre “porque se trata de un descubrimiento permanente de los lugares, de las personas que te vas a encontrar y también de uno mismo, porque de acuerdo al ambiente en el que te vas moviendo, también vas descubriendo cómo sos ante ciertas circunstancias.”

Ambos son un impulso, un incentivo para todas aquellas personas que se sientan con espíritu libre y aún no se han animado a tomar nuevos rumbos, darle una “vuelta” a la vida.

“SOLTANDO AMARRAS”

Tanto en Facebook como en Instagram, Carolina y Carlos comparten fotos de la metamorfosis de la Lula, en “Soltando amarras”, nombre que han decidido darle a las redes sociales con la intención de reflejar que también parte de ese proceso de reconstrucción de Lula, hogar y movilidad a la vez, significa también una transición en la vida de cada uno de ellos.

Aunque Carlos aseguró que siempre tuvo latente la idea de vivir viajando, nunca supo cuando se iba a poder concretar. “Lo que sí sabía es que esto iba a ser algo significativo en mi vida. Primero empecé a incursionar en el tema de las motos, hicimos viajes a Mendoza, San Juan, San Luis y lo que prosperó fueron las ganas de viajar y no querer volver. Pero como a Caro la idea de viajar en moto, mucho no le gustaba, se dio de conseguir una Kombi.”

El valor significativo ante la presencia de la Kombi hacia las personas es fundamental porque atrae gente, a los grandes y chicos, destila cariño, familiaridad, fue un símbolo esencial en el movimiento hippie y todas esas características son las que tuvieron en cuenta en la selección del vehículo. “La fuimos a buscar a Concepción del Uruguay, la trajimos y ahí empezamos con toda la reconstrucción y también, con ella, empezamos a planificar nuestra vida”, aseveró Carlos.

Fue un proceso que se fue dando, un conjunto de cosas que encasillaron y desembocaron en que Carlos y Carolina hayan decidido viajar y haber hecho un cambio de 180 grados en sus vidas que van desde la alimentación consciente y el despertar espiritual y emocional. Quienes los conozcan darán fe de ello, de la energía que transmiten, que sin duda se ven reflejados en la Lula con esos colores vivos que lleva. 

“Soltar significa desprenderse de cosas que uno trae de antes, cosas de la  vida que ya no vamos a utilizar o con las que no queremos cargar, y esas son las amarras que todos tenemos en la vida que hace que muchas veces no podamos cumplir con nuestros deseos”, explicó Carlos en relación al nombre con el que se los puede buscar en las redes sociales.

LA LULA

Todo nació en un momento difícil para los dos porque Luciana (hija mayor de Carlos) estaba internada en la ciudad de La Plata en un estado crítico de salud. En ese momento -que aseguran, fue contradictorio- mientras ambos esperaban el horario de visita habían visto un video de viajeros, donde reflejan la experiencia de vivir en una kombi. “Fue como que ahí empezó todo, y que la Lula se estaba instalando dentro nuestro –comentó Carlos-. Si bien la intención de viajar, de mi parte, ya viene de antes, de alguna manera todo eso fue un impulso y a su vez es como llevar su nombre (Luciana) a todos lados”.

Ese sentimiento lo pone en palabras Carolina, quien supo acompañar a Carlos en ese dolor, transmutándolo en memoria y reconstrucción: “Quienes han conocido a Luciana es imposible no asociarla con la dulzura. Y la Lula es eso, refleja lo que fue Luciana. Y Carlos le puso el alma y la vida, donde también tuvo la posibilidad de volcar sus sentimientos ahí, no tuvo tiempo de pensar porque Lula apareció al mes y medio que Luciana se fue y se empezó a diagramar sobre la kombi, el cambio de motor, los injertos y modificaciones que le hizo. Ese nombre se lo dimos desde el primer día, y es lo que nos empuja todo el tiempo”

Cada uno de los hijos de Carlos y de Carolina van a hacer dibujos que irán plasmados en cada lateral de la Lula, y de Luciana se van a dibujar unas mandalas que ella pintaba. “Más allá de ser un vehículo para nosotros es un ser y la gente también lo ve así. Su formato, su color, su contextura hace que sea diferente y que llame la atención”, concluyó Carlos.

 

 

 

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