viernes 19 de abril de 2024

OPINIÓN | 8 jun 2019

Periodismo por periodistas


Escribe Omar Panci (*), especial para Semanario

Ayer, 7 de junio, celebramos el Día del Periodista, y se hace conveniente desmenuzar en carne viva algunas vivencias. La primer reflexión es que este año, como en los anteriores, el marco de precarización de la profesión (cierre de fuentes de trabajo, bajos salarios y numerosas restricciones para el ejercicio profesional) convierten al periodismo en un laberinto muy difícil de transitar, al menos al periodismo hecho por periodistas.

Ayer fue un día permitido para reflexionar sobre este fenómeno multifacético del periodismo del siglo XXI, y seguramente en ese análisis, encontraremos millones de razones de porqué se ejerce de tal o cuál manera la profesión, o porqué el periodismo es malo o bueno según a quien le caiga el látigo de la opinión ejercida en el derecho de la libre expresión.

Lo concreto es que la famosa grieta en la que estamos inmersos los argentinos tampoco pudo evadir al periodismo, y por desgraciadas circunstancias una gran parte del periodismo quedó atrapado en esa disyuntiva de periodismo oficialista o periodismo opositor.

A fuerza de ser justos se hace necesario aclarar que a ninguno de los dos bandos poco les importan los lectores, sino el negocio que los conduce. En nombre de la pauta publicitaria se convierten en pro oficialistas aunque haya que mentir, tapar hasta la corrupción, reproducir hasta los que ellos no se creen, todo para defender la prosperidad de una cuenta bancaria. Manipular la realidad según la conveniencia hace romper con todos los códigos del periodismo, sobre todo en detrimento de aquellos que aún siguen en la senda del periodismo independiente, el de la pasión por la verdad, la investigación, la información veraz y sin segundas interpretaciones, por sobre todas las cosas el que se ejerce desde el interior del país.

Es importante establecer que tanto en gobiernos democráticos como en gobiernos autoritarios siempre se mantendrán opiniones diferentes en tomo al papel de la prensa como vigilante con respecto a la gestión de los gobiernos, porque tanto los unos como los otros considerarán que una de las funciones principales de la prensa es la de proporcionar información esencial para el buen convivir, es decir no analizar, no denunciar, no opinar, en otras palabras ser dependientes del poder de turno.

La ética periodística está fundamentada en el adecuado equilibrio entre la información sobre las actividades del gobierno por un lado, y, por el otro, la prestación de apoyo incondicional al gobierno de la nación o a un partido político determinado. Si esto último ocurre debe quedar bien especificado, porque la prensa no es un mero instrumento político, la función de un periodista no puede quedar reducida solo a su pensamiento político o al vaivén de sus intereses.

Ningún medio de comunicación, diario, radio o televisión, debe quedar preso de una postura política, se puede informar y a la vez editorializar, tener voz política que nada tiene que ver con ser voz política partidaria, la prensa no deber ser un mero instrumento político.

Lamentablemente existen dos aspectos fundamentales que por momentos hacen tambalear la prensa independiente, uno porque los gobiernos que solo admiten periodismo militante o porque los anunciantes que aportan una financiación requerida para la supervivencia y son manipulados por esos mismos gobiernos cuando la línea editorial no los beneficia.

En segundo término están los medios de comunicación de propiedad o cooptados por partidos o grupos políticos o de iglesias, esto suscita que en ambos casos se pierda la libre y democrática libertad de opinar.

Quizás cueste comprender, pero no siempre fue así, existió un tiempo, entre los 70 y 90 del pasado siglo en que los periodistas éramos felices, trabajábamos de periodistas, salvo raras excepciones, al menos en Junín.

Podíamos discernir con los políticos de turno, preguntar libremente sin enojar a nadie, editorializar, investigar y denunciar lo que no estaba bien en el gobierno de turno, y siempre las puertas estaban abiertas, quizás se enojaran, pero no lo demostraban, ni usaban las pautas publicitarias para manejar opinión, tampoco digitaban a que medios dar una nota, y menos aun pensar que se negaran a un reportaje, o lo mas denigrante hacer despedir a un colega de algún medio por no ser complaciente.

Quienes peinamos canas sabemos que eso fue, quizás un día regrese, retorne el tiempo del periodismo hecho por periodistas, y no el que pretenden los energúmenos que obnubilados por el poder solo conciben que el periodismo sea a su manera y semejanza.

Hay algo a tener en claro, el periodismo no cambió, cambiaron las metodologías del poder para transvertir al periodismo y convertirlo en militante. Muy difícil que lo logren, porque a pesar que existen medios a los que solo les interesa que las pautas sigan engrosando sus cuentas sin importar de qué lado provengan, ellos siempre van a responder y responderán a  intereses económicos y políticos son y serán lenguaraces de lenguas obedientes.

Pero lo que nunca van a poder es dar vuelta la vocación periodística de los pequeños grupos del interior del país que a fuerza de corazón, amor a la profesión, entrega, vocación, nunca van a cambiar su libertad de expresión por una pauta.

Gracias a ellos el periodismo por periodistas continúa vivo, vigente y orgulloso de ser independiente.

A todos ellos mi admiración.

(*) Periodista juninense radicado en San Luis.

 

 

 

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