viernes 19 de abril de 2024

CULTURA | 15 jun 2019

UN CANTOR con AUREOLA PROPIA

Angel Cárdenas, el chacabuquense que brilló con Troilo

“A Pichuco le gustaba mucho cocinar. Cuando hacía el tuco para los tallarines le ponía el país adentro: coñac, whisky, hongos, todo lo que tuviese a mano. Te comías esos fideos y salías en pedo de la casa”. (A.C).


Por: Ismael A. Canaparo

Nuestra vecina ciudad de Chacabuco le entregó al tango reconocidos e ilustres protagonistas: Raúl Garello, Roberto Álvarez, el contrabajista Héctor “Chupete” Cónsoli, el también vocalista Carlos Casado, entre muchos más, como Aníbal De Rosa, Héctor Burgueño, Edmundo Valerga, Tito Lorenzi, Ana Palma, César “Tapita” Cieri, Enrique Merlo y Ana Medrano.

Otro de los ilustres fue Angel Cárdenas, que nació allí el 18 de julio de 1927 con el verdadero nombre de Angel Bártoli. Tuvo una trayectoria brillante y el honor, en una fase de ella,  de ser convocado por Aníbal Troilo, en cuya orquesta participó de un dúo impecable con Roberto Goyeneche, que dejó algunas versiones memorables, además de su participación como vocalista en solitario. Murió en Buenos Aires el 4 de diciembre de 2005, a los 78 años, complicado por una afección cardíaca.

Según confesó él mismo, siempre quiso ser un cantor solista, al mismo tiempo que admiraba profundamente a Oscar Alonso, Edmundo Rivero, Charlo y Carlos Roldán. Sin embargo, de chico su máxima locura era Carlos Gardel, a quien escuchaba día y noche, asumiéndolo como “completo”, ya que cantaba con la misma propiedad las canciones criollas, los tangos y las milongas.

De pibe se las rebuscaba haciendo pequeños papeles en películas y como en esa época existían los números vivos en las salas, pasó a integrar el circuito de cines de Clemente Lococo. En aquel tiempo aprendía canto, guitarra y armonía con Alberto Ginastera y Roberto Grela y, en especial, cultivaba el físico haciendo “fierros”.

Abel Palermo (cantor y periodista, fallecido en abril de 2014), trazó los comienzos del chacabuquense: “Debutó a principios de la década del 40, recomendado por quien sería su padrino artístico, el cantor uruguayo Néstor Feria, en una compañía dirigida por Alberto Vaccarezza y Raúl De Los Hoyos, con dos temas: “El carrerito” y “El poncho del amor”. A partir de allí comenzó su carrera, con un repertorio que contenía tangos y folclore sureño. En esa época, se destacaron sus actuaciones en Radio Splendid y en la Confitería La Querencia, de la Avenida de Mayo. A partir de 1945, y después de algunas giras por el interior del país, ingresó como empleado en la compañía cinematográfica Emelco, donde se cumplirían parte de sus sueños de actor. Convocado por el director León Klimovsky, fue asistente de dirección en las películas “Las campanas de Santa Teresa” y “Se llamaba Carlos Gardel”. En 1949, su actividad en el cine lo llevaría a participar como actor, bajo las órdenes de directores de la calidad de Mario Soffici, Fernando Ayala y Hugo Fregonese, actuando entre otras películas en: “Juvenilia”, “Cuando en el cielo pasen lista” y “Barrio gris”. Pero su mayor protagonismo lo tuvo bajo la dirección de Armando Bo, junto a la actriz Isabel Sarli, en “Sabaleros” y “Los días calientes”.

A principios de 1956, a raíz de la desvinculación del cantor Carlos Olmedo, se relaciona con Aníbal Troilo. Angel Cárdenas cuenta de esta manera aquel momento tan importante: “Yo andaba bien por aquellos años, modestia aparte, y Pichuco, que estaba informado de todo lo que ocurría en el mundo del tango, me invitó a comer en su casa. Estaban Edmundo Rivero y Alberto Marino. Los dos habían sido cantores suyos. En ese momento Troilo buscaba, precisamente, encontrar a alguien como Rivero, que fuese lo que se llama un “cantor nacional”. Recuerdo que comí como un desaforado, porque Zita, la mujer del Gordo, cocinó unos riñoncitos al arroz que estaban deliciosos. Después Troilo me invitó a cantar. Canté desde la diez de la noche hasta las cuatro de la mañana. ¡Nunca canté tanto en mi vida! En determinado momento Rivero le dijo a Troilo: “No deje escapar a este cantor”. Pichuco, que admiraba mucho a Edmundo, como persona y como vocalista, lo escuchó y me dijo. “Yo sé que su berretín es ser cantor solista, pero para llegar a eso lo tiene que catapultar una orquesta y como va a llegar de cualquier modo, prefiero que sea junto a mí”. Enseguida hablamos del repertorio. Pichuco, que estaba haciendo en el teatro “El patio de la morocha”, quería reencontrarse con el público de los barrios y pensó que conmigo lo podía conseguir. Yo quería hacer mis temas porque los de él ya los habían abordado en forma insuperable Rivero y Casal. Y antes, Marino, Floreal Ruiz y Fiorentino. Troilo me escuchó y fue así que hicimos “Callejón”, de Grela, que fue un gran éxito; “Vamos, vamos zaino viejo”, de Fernando Tell; “La flor de la canela”, de Chabuca Granda; “La calesita”; “Ni más, ni menos” y “La última”, que pegó en todo el mundo”.

A fines de 1959, tras dieciséis registros con la orquesta, Angel Cárdenas se desvinculó de Troilo. Y lo relata sin vueltas: “Una noche de diciembre le avisé a Pichuco que dejaba la orquesta porque quería ir a Nueva York a cantar junto a Astor Piazzolla y a Enrique “Mono” Villegas, que estaban en el Hotel Waldorf Astoria y de paso no perder la residencia norteamericana. El Gordo me miró y me dijo con la misma bondad que tenía para todo: “Pero Cardenitas… ¿justo ahora que has pegado tan fuerte en la orquesta te vas a ir? Me dejás un gran vacío como el que me dejó Rivero”. Era increíble, Pichuco. No se enojaba nunca”.

Al comenzar 1960, Cárdenas se alejó de la orquesta, siendo suplantado por breve tiempo por Jorge Casal y luego, en forma definitiva por Elba Berón. El chacabuquense cuenta de esta manera sus pasos futuros: “Al irme, le recomendé a Pichuco a Elba Berón. La Negra debutó con la milonga “Cachirleando”, de Manuel Berón, que era su padre, y Enrique Uzal. Enseguida Troilo le escribió un tango para ella, “¿Y a mí qué?”, y la gorda lo convirtió en un éxito total. Antes de viajar a Estados Unidos para encontrarme con Piazzolla, armé un conjunto bajo la dirección de “Tití” Rossi, y realizamos una gira por el país y por Centroamérica. Luego, nos quedamos un tiempo prolongado en Nueva York, llevando a cabo conciertos en distintas universidades”.

Ahora en carácter de compositor, musicalizó a Jorge Luis Borges en “Milonga del forastero”, como así también a Atahualpa Yupanqui en la milonga “Cosas de uno” y en el tango “Cantor de fonda”. Además, le pertenecen, entre otros, los tangos: “Entre tangos y milongas”, “Aquel amor lejano”, “Frente a frente con la vida”, “Lejos, muy lejos”; los valses: “Nube errante”, “Justo ahora, corazón” y “Por nuestros caminos”; y las milongas: “Milongueando”, “Trasnochado trovador” y “Morena y candombera”.

En 1970, Cárdenas se dio para sí un placer que buscaba desde siempre: escribir el guion de una película, “Una cabaña en la pampa”, además de producirla, dirigirla y ponerle música.

La mano de Discépolo

“Cuando Julio Sosa llegó a Buenos Aires, en 1949, vino a vivir a la misma pensión que yo, en Callao 44. Los dos admirábamos a Carlitos Roldán y a Oscar Alonso. Como no teníamos un mango le fuimos a pedir trabajo de actor a Enrique Santos Discépolo. Lo vimos en el camarín y me dijo: “¿Qué sabés hacer?”. Yo le contesté que era cantor y que conocía todos sus tangos. “¿A ver, decime cuál fue el primero?”. “Bizcochito”, le dije, y se sorprendió. “¿Y el segundo?”. Se lo dije cantando… “Piantá de aquí…”. Cantás bien, comentó, y nos aclaró que el elenco estaba completo. Y para ayudarnos, nos ofreció trabajar de claque. Así, Julio y yo nos ganamos un peso”. (Angel Cárdenas).

Sus grabaciones con Troilo

Angel Cárdenas se incorporó a la orquesta de Aníbal Troilo en mayo de 1956, permaneciendo en ella hasta fines de 1959. En ese lapso, grabó un total de dieciséis páginas, trece como solista y tres a dúo con Roberto Goyeneche.

El detalle de las canciones inolvidables: “¿Quién?”, “Chuzas”, “Vamos, vamos zaino viejo”, “Callejón”, “¡Qué risa!”, “Te llaman malevo”, “La última”, “La calesita” (con Goyeneche), “Yo tengo un pecado nuevo”, “La vuelta del montonero”, “La flor de la canela” (con el Polaco), “Qué me importa tu pasado”, “Malón de ausencia” (con Goyeneche), “Aquel tapado de armiño”, “Ni más, ni menos” y “Marinera”.

 

 

 

 

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